El crimen de las niñas de Alcàsser marcó un antes y un después en la sociedad española. El 13 de noviembre de 1992, Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández, de 14 y 15 años, fueron vistas por última vez cuando se dirigían desde Alcàsser, la localidad valenciana en la que vivían, a la discoteca Coolor, situada en el pueblo de Picassent. La desaparición provocó una búsqueda intensa que terminó de la peor manera posible. El 27 de enero de 1993, dos apicultores hallaron los cadáveres semienterrados de las jóvenes en zona de La Romana.
Por este triple crimen se detuvo a Enrique Anglés y días después a varios sospechosos, entre los que se encontraba Miguel Ricart, que en la primera declaración admitió que había participado en el asesinato de las jóvenes. Anglés fue puesto en libertad unos días después y toda la atención se centró en su hermano, Antonio Anglés, que a día de hoy sigue en paradero desconocido y es uno de los delincuentes más buscados por la Interpol.
Ricart fue el único condenado por el crimen de las niñas de Alcàsser. La Justicia le condenó a 170 años de prisión por el secuestro, violación y asesinato de Miriam, Toñi y Desirée. En noviembre de 2021 salió de prisión tras casi 21 años de reclusión. Treinta años después del hallazgo, la investigación tiene todavía varias vías de análisis abiertas.
La ropa que llevaban las niñas
La Asociación Laxshmi que lucha contra el crimen y que se encuentra personada en la causa como acusación particular, ha conseguido que el juez autorizase nuevas pruebas de ADN en diferentes objetos para buscar nuevas pruebas. Su objetivo es confirmar que Antonio Anglés estuvo implicado en el crimen de las niñas de Alcàsser. Esto debe concluirse antes de 2029, que será el momento en el que se extinga su responsabilidad penal.
En junio de 2021, la asociación, fundada por el criminólogo Félix Ríos, pidió un nuevo análisis de ADN de la ropa con la que vestían las niñas esa noche. El juzgado accedió a ello en octubre de ese año junto a la petición que también hizo la asociación de volver a hacer un examen a los coches de Antonio Anglés y Miguel Ricart.
En noviembre de ese año, los criminólogos de la asociación presentaron un informe pericial en el que se explicaba con todo detalle la huida de Antonio Anglés desde su domicilio y su paso por diferentes localidades de Valencia y Castilla- La Mancha hasta llegar a Lisboa, donde se embarcó en el mercante City of Plymouth y puso rumbo a Dublín. También se solicitó al juzgado que pidiese ayuda a Reino Unido e Irlanda para permitir tener acceso a determinadas bases de dato de restos humanos por identificar.
En declaraciones de Félix Ríos a EFE explica que "hay algunas de estas bases de datos que no están compartidas, como sucedió con los cráneos hallados en las costas irlandesas, cuyo análisis se pidió ex profeso'". Se determinó que los restos de un cráneo hallado en la costa de Irlanda no eran de Anglés.
Otras peticiones para analizar
En 2022 se pidió un nuevo examen de la moqueta, pelos y el papel mojado que se encontraron en la fosa de La Romana. Sus restos estaban envueltos en una moqueta junto a otros objetos. En su momento se analizaron algunas pertenencias como la ropa interior de Toñi, las fibras de un colchón que se encontró en la caseta de La Romana, la sábana que cubría el colchón... En varios de ellos, se encontraron reactivos de lo que podía ser sangre y semen.
Respecto al papel mojado, la acusación particular considera que ahora se podría descifrar algo más como, por ejemplo, algunas numeración o tipografía que revelase y diese alguna pista.
Laxshmi también solicitó que se identificase con técnicas modernas de ADN los cráneos de Miriam, Toñi y Desirée. Consideran que cuando se encontraron fueron analizados por objetos personales y por técnicas antropométricas. Estos restos se encuentran en el Instituto Nacional de Toxicología.
Sin embargo, la petición de la asociación fue denegada por la jueza, pero Laxshmi ha recurrido a la Audiencia Provincial de Valencia.
