CiU, que teóricamente se enfrenta a una mayor responsabilidad en la gestión de una movilización tan masiva como la que se produjo el día de la Diada, intenta estos días aparentar unidad para no alimentar la confusión y evitar que la división interna salga a los medios. El líder democristiano de Unió, Josep Antoni Durán i Lleida, acudió incluso a la manifestación independentista en silla de ruedas, convaleciente de una operación de menisco. Recibió una sonora pitada porque los manifestantes eran perfectamente conscientes de lo que le separa de Artur Mas en la apuesta soberanista.
En Unió Democrática se opina en privado que el órdago del presidente de la Generalidad conduce a un callejón sin salida porque obligará a CiU a concurrir a las elecciones, que previsiblemente se convocarán para la primavera, con una oferta que vinculará el pacto fiscal con la antesala de la independencia, esto sí, sin plazos precisos. “Si el beneficio de todo ello fuera una victoria por mayoría absoluta”, comenta un veterano parlamentario de la coalición, “bienvenido sea. Si, por el contrario, tuviéramos que volver a gobernar en minoría, la apuesta soberanista de Artur Mas sería un fracaso que le terminaría pasando factura dentro de nuestras filas”.
"Si volviéramos a tener que gobernar en minoría, la apuesta soberanista de Artur Mas sería un fracaso", se advierte en Unió
Las aguas andan también revueltas entre los socialistas catalanes, pues el éxito de la manifestación independentista les ha pillado en plena recomposición de sus cuadros dirigentes y de su estrategia de oposición. El ala catalanista, representada por Ernest Maragall, hermano del ex presidente de la Generalidad, y por nombres como Antoni Castells y Marina Gelli, se ha sentido oxigenada y con mayores fuerzas para presionar a la actual dirección del partido en un momento en el que ésta ha decidido emprender una ofensiva más dura contra la gestión de Mas en la Generalidad. Estas y otras cabezas pensantes del PSC más ligadas al catalanismo acudieron a celebrar la Diada bajo el lema “Cataluña es Estado y somos Europa”, frente al de “Cataluña, nuevo Estado de Europa”, elegido por los convocantes de la protesta. El actual líder del PSC, Pere Navarro, ha prometido ajustar cuentas con los críticos, algunos de los cuales tienden a saltarse la disciplina de voto en el Parlamento autonómico, pero en la sede de Ferraz se opina que la sangre no llegará al rio ya que ahora la prioridad de los socialistas catalanes descansa en articular una oposición más rentable contra CiU y, al mismo tiempo, censurar el colaboracionismo que ha tenido el PP con los nacionalistas.
El PP catalán anda metido también en la digestión de lo sucedido en la Diada ya que hay un sector crítico que considera que si alguien ha contribuido a consolidar el Gobierno de Convergencia desde las elecciones de noviembre de 2010, esa ha sido Alicia Sánchez Camacho, cuyo fuerte protagonismo ha causado recelos, incluso, en las propias filas de CiU.
En el PP se presiona a Alicia Sánchez Camacho para que rompa con CiU, a pesar de que el Gobierno mantiene buena relación institucional con la Generalidad
Gracias al PP, Artur Mas pudo sacar adelante los presupuestos de 2012 y también la ley de estabilidad. Ahora, hay un amplio sector del partido que urge a retirar todo tipo de apoyos a CiU, a sabiendas de que, como ha advertido el propio presidente de la Generalidad, una situación de ingobernabilidad sería una de las palancas para adelantar las elecciones autonómicas a la primavera.
Si a Mariano Rajoy le bastó con hablar de “algarabías” para evitar una reacción más sólida del Gobierno ante la movilización soberanista, al PP catalán, aseguran fuentes de esta formación, no le bastará con fuegos artificiales para salir del paso ya que en breves semanas tendrá que decidir, por ejemplo, si da la espalda o no a los presupuestos que defienda la Generalidad para 2013. Un rechazo a los mismos provocaría muy posiblemente la prórroga de los ahora vigentes y la llamada a las urnas en marzo. Con el clima que se respira en Cataluña y en el resto de España después de la Diada, el margen del PP para colaborar con CiU se ha reducido de forma considerable, y eso que las relaciones entre los dos gobiernos siguen siendo más fluidas de lo que parece, advierte un ministro de Rajoy.