Es un tópico decir que Andalucía es el granero de diputados del PSOE. Sin embargo, la realidad es que Andalucía ha dejado de ser mayoritariamente socialista. La clave del PSOE para mantenerse como partido con relevancia en España reside en Cataluña. Por eso, cabe pensar que los socialistas propondrán cualquier reforma constitucional (sea federalismo asimétrico o federalismo a secas) para mantener a Cataluña como parte de España y a sus casi 50 diputados en el Congreso, como ya encabezaron el proceso del nuevo Estatuto de Autonomía catalán con la excusa de que uniría más España. Así lo afirmó José Blanco: “Cuando finalicemos la reforma del Estatut, Cataluña será más España y España estará más unida”.
Como ha escrito Federico Castaño, “El PSOE no hubiera alumbrado ahora su nuevo modelo federal, plagado de ambigüedades, sin la presión de los socialistas catalanes y la apuesta soberanista de CiU”. Y es que Rubalcaba debe contentar a los nacionalistas catalanes, que también los hay en el PSC, partido, por cierto, separado del PSOE.
En 1979, el partido con mayor número de diputados andaluces fue la UCD, con 24 por 23 del PSOE; en 2011, el PP por primera vez quedó primero en esta región, con 33 diputados frente a 25 socialistas. Entre medias, más de 30 años en que el PSOE fue el partido preferido de los andaluces en ocho elecciones a Cortes de las que además quedó primero en seis en ámbito nacional.
En las elecciones del 20-N, el PP obtuvo en Andalucía ocho diputados más que el PSOE (33 y 25), mientras que quedó tres por detrás del PSC en Cataluña (11 y 14). En el último reparto de escaños por el censo, a Andalucía se le asignaron 60 diputados y 47 a Cataluña; las siguientes comunidades con mayor representación son Madrid (35) y Valencia (33). El PSC perdió 11 de los 25 que sacó en las elecciones de 2008, su mejor resultado desde 1982, y por primera vez le superó CiU.
En las elecciones a Cortes de 2008 fue decisiva para José Luis Rodríguez Zapatero la gran ventaja que sacó en Cataluña al PP de Mariano Rajoy, donde el PSC recurrió al miedo para movilizar a sus electores. Mientras que en Andalucía la diferencia entre ambos partidos fue de 11 diputados (36 socialistas y 25 populares), en Cataluña fue de 17 (25 y ocho). En 2004, todavía Andalucía fue más importante para Zapatero que Cataluña, ya que la primera le aportó 38 diputados y 21 la segunda; Rajoy sólo tuvo 23 y ocho, respectivamente.
En las elecciones de 2000, cuando el PP de José María Aznar venció por primera vez con mayoría absoluta, la distancia entre ambos partidos en Andalucía fue mínima, 30 diputados socialistas frente a 28 populares, pero en Cataluña fue más amplia: 17 socialistas frente a 12 populares.
El PP, sin base en Cataluña
Otra diferencia entre Andalucía y Cataluña es que el PP carece de base territorial en Cataluña, a diferencia del PSOE.
Después de las elecciones locales de 2011, el PP gobierna en Andalucía con mayoría absoluta cinco diputaciones, las capitales de provincia y casi 170 municipios. En Cataluña, el PP sólo consiguió media docena de municipios; gobierna Badalona, la tercera ciudad más poblada de Cataluña, porque su candidato, Xavier García-Albiol, encabezó la lista más votada, con 11 concejales de 27. El PP tenía un pacto con CiU para gobernar la Diputación de Barcelona, pero la federación nacionalista lo rompió en enero debido a la crisis por el llamado derecho a decidir.
De los 29 municipios españoles con más de 200.000 habitantes, hay cinco andaluces y cinco catalanes; los únicos que tienen alcalde socialista son tres catalanes: Hospitalet, Tarrasa y Sabadell.
En 2012, se celebraron elecciones a los parlamentos regionales andaluz y catalán. Las correspondientes al Parlamento andaluz las ganó el Partido Popular: quedó primero en votos (40%) y escaños a nivel regional, también en cinco provincias y en todas las ciudades de más de 50.000 habitantes menos cinco. En las elecciones catalanas, el PP quedó cuarto (13%) y no ganó en ninguna provincia ni en ninguna de las 42 cabeceras de comarca; el PSC bajó pero al menos quedó segundo en el cómputo general.
Por tanto, en estos últimos años los resultados electorales muestran un acercamiento entre el PP y el PSOE en Andalucía, con tendencia a que el primero supere al segundo y domine, además, provincias como Almería y Málaga, mientras que en Cataluña el PP es cuarto partido, sin base territorial. En el País Vasco por lo menos controla gran parte de la provincia de Álava y la Diputación Foral.
Más fácil para el PSOE encontrar aliados catalanistas
Debido a que el pluripartidismo en Cataluña (cinco partidos en el Congreso), es mayor que en Andalucía (tres partidos, y en las elecciones de 2008, 2004 y 200 sólo dos), cuesta más ganar escaños, porque se reparten entre más. El PP necesita superar la decena de diputados en Cataluña para asentar sus mayorías absolutas, pero tiene un techo: las 12 actas que obtuvo Aznar en 2000; en 2011, Rajoy se quedó en 11.
Además, el electorado catalán es más cambiante que el andaluz, donde los trasvases de voto son más lentos y modifican menos los repartos. El PP, por ejemplo, perdió un tercio de diputados catalanes entre 2000 y 2004; CiU mejoró en un 60% los suyos entre 2008 y 2011, al pasar de 10 a 16; y los diputados del PSC se redujeron en un 40% entre 2008 y 2011. En Andalucía, el porcentaje de pérdida del PSOE fue de un 31%, inferior al producido en Cataluña.
Por último el PSOE puede encontrar aliados en los otros diputados catalanes, cosa que el PP no puede hacer. A favor de la investidura de Zapatero en 2004 votaron los ocho diputados de ERC y el de ICV-IU. Y si en la investidura de 2008, los 10 diputados de CiU y el ICV-IU no se hubieran abstenido, sino que hubieran votado en contra, Zapatero no habría sido reelegido.
Por todo ello, cabe preguntarse si dentro de unos meses veremos a los socialistas de Madrid y Andalucía aceptando con la boca pequeña con el referéndum de Artur Mas.