Cataluña

Sánchez paga a ERC: ofrece una Hacienda propia y cede el IMV al Govern

La reunión, que según Moncloa ha sido cordial, también ha servido para convocar una nueva reunión de la Mesa de Diálogo entre el Ejecutivo central y el autonómico y preparar el traspaso de Rodalies

Pedro Sánchez paga un nuevo peaje en su viaje a Cataluña para entrevistarse con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. El presidente del Gobierno se ha comprometido a impulsar una Agencia Tributaria catalana independiente y una ley que permita a los ciudadanos dirigirse a la Administración del Estado en catalán; algo que, de facto, implica 'oficializar' el idioma en toda España.

"El Estatut de Autonomía recoge la opción del desarrollo de la Agencia Tributaria [catalana]. Estamos dispuestos a trabajar en ello", ha dicho Sánchez antes de reunirse con Aragonès.

El presidente del Gobierno también se ha comprometido a ceder la gestión del Ingreso Mínimo Vital al Govern catalán, que se aprobará el próximo 27 de diciembre, así como convocar una nueva reunión de la Mesa de Diálogo entre el Ejecutivo central y el autonómico antes de abril y preparar el traspaso de Rodalies, uno de los compromisos de investidura entre el PSOE y ERC. Fuentes de Moncloa aseguran que el encuentro, de una hora y cuarto, se ha desarrollado en un ambiente de "cordialidad". Y con toda la parafernalia de un encuentro entre iguales. Moncloa traga con la liturgia independentista, que trata el jefe del Gobierno español como si de un mandatario extranjero se tratara.

La cita se ha celebrado dos días después de que Sánchez confesara en Moncloa, en un encuentro informal con periodistas, que mantendrá varias reuniones tanto con el líder de ERC, Oriol Junqueras, como con el expresidente catalán y dirigente de Junts prófugo de la justicia, Carles Puigdemont. El presidente está decidido a seguir pactando con los independentistas para dar estabilidad a la legislatura y a la mayoría que le sustenta en el Congreso. El presidente del Gobierno también ha acordado dar financiación al proyecto para la instalación en Cataluña de un centro tecnológico de producción de chips (Innofab) tras visitar el centro de supercomputación MareNostrum5 en Barcelona.

Una partida de ajedrez

Sánchez está jugando una partida de ajedrez en Cataluña. El presidente está preso de los intereses de Puigdemont, quien con sus siete votos en Madrid tiene la llave para tirar al Gobierno. Sánchez, según admiten en Moncloa, debe hacer encaje de bolillos. Por un lado contentar a Junts, pero también a ERC, su socio secesionista más antiguo. La pelea entre ambas fuerzas es descarnada. Pero, a la vez, el presidente fía todo a una victoria del socialista Salvador Illa en las próximas elecciones catalanas de lo suficientemente amplia como para poder apartar al independentismo del Palacio de la Generalitat por primera vez en 13 años, desde que el socialista José Montilla abandonó el poder.

La llegada del PSC, al que ha levantado un cortafuegos respecto a Moncloa para que no le pase factra la amnistía, al gobierno autonómico implicaría grandes beneficios para Sánchez. El líder del PSOE está embarcado en un proceso de negociación con el independentismo en Madrid que le está acarreando grandes costes. La amnistía es el más evidente.

El presidente considera que un 'president' del PSC rebajaría enormemente el coste del peaje que está pagando a Junqueras y a Puigdemont para mantenerse a los mandos del país. Moncloa se empeña en vender las concesiones y las fotografías que Sánchez se hará con ambos en plena tramitación de la amnistía como un hecho "coherente" con el proceso de "normalización" política en esta comunidad. Aunque a nadie se le escapa que eso no es deseo de Sánchez, sino necesidad, como él mismo reconoce en público y en privado.

El último hombre fuente de Illa en Madrid, Víctor Francos, dimitió hace unos días de la presidencia del Consejo Superior de Deportes. A esa renuncia hay que sumar las salidas de Miquel Iceta -flamante nuevo embajador de España ante la Unesco-, Raquel Sánchez, de nuevo diputada rasa, la salida de Josep Borrell (una azote del independentismo) y la desaparición de la expresidenta del Congreso Meritxell Batet de la vida política tras dar un paso al lado y renunciar a ser candidata de nuevo a la presidencia del Congreso por imposición de Sánchez. Solo se mantiene Jordi Hereu, un socialista nada incómodo para el secesionismo. Los independentistas pedían la cabeza de Batet y el presidente actuó en consecuencia. También situando al exalcalde de Barcelona en Moncloa para cumplir la cuota catalana sin levantar ampollas.

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