Génova sigue dando pasos que debilitan el liderazgo de Alejandro Fernández al frente del PP catalán. El último movimiento se produjo este martes con la aprobación de gestoras en las cuatro provincias, un cambio de guion que no se esperaba. Es la primera vez que ello sucede y, en la práctica, supone marginar a los últimos fieles que le quedaban al cabeza de cartel en las últimas elecciones autonómicas del 14-F.
La formación de Pablo Casado señaló en un comunicado que el nombramiento de los nuevos presidentes provinciales -Manuel Reyes (Barcelona), Jaume Veray (Gerona), Francesc Ricomà (Tarragona) y Xavier Palau (Lérida)- se aprobó por unanimidad en un Comité Ejecutivo presidido por la vicesecretaria de Organización, Ana Beltrán, y que este paso busca reforzar al partido en los distintos territorios de cara a las elecciones municipales de 2023.
"Se trata de una apuesta por la integración y el refuerzo de las estructuras para garantizar la
presencia del Partido Popular en todo el territorio catalán", subrayó en su comunicado el PP, que enmarcó estos nombramientos en una "segunda fase de la reestructuración" que empezó en marzo con el nombramiento de Santi Rodríguez como secretario general y de Llanos de Luna y Juan Milián como coordinadores.
Pese a que Génova y su candidato en el 14-F se esfuerzan por vender en público que todos estos cambios están pactados y bendecidos por Madrid y las diferentes familias del PP catalán, lo cierto es que tanto los fieles como los detractores de Fernández coinciden en que el líder de los 'populares' catalanes se está quedando solo.
"Pese a que Alejandro lo intente vender como una victoria personal, en verdad le castigan", reconoce a este periódico un próximo al también portavoz del grupo parlamentario en el Parlament. "Alejandro no tiene la confianza de Madrid. Lo único que hace es recolocar a los que Génova va cesando", señala un dirigente crítico con Fernández.
Relevo delicado en el PP Barcelona
El recambio más delicado ha sido el de la provincia de Barcelona, que reúne al 85% de la militancia y que decidirá el futuro congreso autonómico, para el que aún no hay fecha y que podría caer en algún momento de 2022. La sustitución de Óscar Ramírez por el citado Reyes permitirá a este último, exalcalde de Castelldefels y afín a Alberto Fernández Díaz, controlar el partido en este territorio de cara al congreso provincial para el que tampoco hay fecha, aunque podría ser a finales de año y principios del próximo.
En este sentido, los más fieles a Fernández apuntan a que Génova impuso la gestora en Barcelona -y por extensión, en el resto de provincias- porque temía que una previsible candidatura de Reyes perdiese contra la de Ramírez. Ahora que se han intercambiado los papeles, el exalcalde de Castelldefels tiene vía libre para ganarse a los militantes y, sobre todo, Ramírez tendrá mucho más difícil armar una candidatura alternativa a la oficialista.
Génova es consciente de que las gestoras no tienen buen predicamento en el PP de Cataluña -"Somos un partido cainita", admite un exdirigente-, de ahí que no se vaya a demorar mucho en los congresos territoriales. "Los nuevos presidentes tienen como objetivo primordial conducir las organizaciones provinciales a las mejores condiciones para dar la palabra a la militancia", dejó claro en el comunicado del martes.
Sorpresa en los fieles de Fernández
Los más cercanos a Fernández muestran cierta perplejidad ante el acoso y pretendido derribo que fomenta Génova contra él desde el 14-F, en el que el PP bajó a tres escaños y estuvo a punto de desaparecer del Parlamento catalán.
Sobre todo, cuando el líder del PP catalán fue el único dirigente autonómico -junto a la navarra Ana Beltrán, precisamente- que apoyó a Casado en las primarias nacionales del PP en julio de 2018, mientras que otros dirigentes como Manu Reyes se decantaron por Soraya Sáenz de Santamaría o María Dolores de Cospedal -caso de la exministra Dolors Montserrat-.