Junts per Catalunya (JxCat) planea celebrar su congreso el fin de semana del 26 y 27 de octubre, en el séptimo aniversario de la declaración unilateral de independencia, un cónclave en el que se le acumulan los retos y también los riesgos, todo ello condicionado por el futuro del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.
Estas son las claves de la reorientación estratégica de un partido que vive en una paradoja: su poder institucional toca fondo, pero tiene en su mano la llave de la gobernabilidad en España.
OPA a ERC para ampliar su hegemonía independentista
Los planes de Junts -segunda fuerza en el Parlament, con 35 diputados, por detrás de los 42 del PSC- pasaban por forzar una repetición electoral y mejorar resultados, pero, una vez truncadas sus esperanzas tras la investidura de Salvador Illa, su maquinaria se activa ahora para conseguir otro objetivo: instalar el relato de que JxCat es la "única alternativa" al Govern "españolista" del PSC.
Su narrativa consiste en degradar a ERC como partido que se ha autoexpulsado del bloque independentista y en presentarse como "frente patriótico" para seducir a votantes desengañados con los republicanos y al electorado independentista que, harto de peleas, se abstuvo en las últimas elecciones.
Junts, percibida aún como heredera del espacio ideológico del centroderecha que en su día encarnó Convergència, quiere abrirse a sectores más amplios para convertirse en la "gran fuerza central" y transversal del independentismo, aunque sigue habiendo una pugna latente entre sectores puramente "octubristas", que reivindican la vigencia del 1-O, y voces más pragmáticas de tradición convergente.
Aislamiento político sin poder institucional
Si el reto es consolidar su hegemonía dentro del independentismo devorando parte del espacio que ocupaba ERC, el riesgo que afronta Junts es sumirse en un aislamiento político en su momento de menor poder institucional.
No gobierna en la Generalitat, no tiene la alcaldía de Barcelona, tampoco manda en las diputaciones de Barcelona, Tarragona y Lérida, solo dispone de la presidencia del Parlament, con Josep Rull.
Illa podría estar tentado de jugar a la geometría variable y buscar pactos con Junts, pero el presidente del grupo de JxCat en el Parlament, Albert Batet, ya le advirtió de que no cuente con ellos: para singularizarse como "única alternativa" al PSC, los de Carles Puigdemont necesitan hacer una oposición sin matices, aunque ello puede condenarlos a un aislamiento político aún mayor.
Forzar a Sánchez a cumplir los acuerdos
Si hasta ahora Junts le ha hecho sudar al Gobierno de Pedro Sánchez cada votación en el Congreso, la exigencia va a seguir siendo elevada, al menos mientras Puigdemont siga sin poder beneficiarse de la ley de amnistía.
JxCat insta al Gobierno a tomar la iniciativa para cuadrar a los jueces que a su juicio "prevarican" al negarse a aplicar la amnistía, por lo que, cuando después de vacaciones se retomen las reuniones con mediador internacional, insistirá al PSOE en que Fiscalía y Abogacía del Estado actúen para hacer cumplir la ley.
Este asunto puede condicionar el voto de Junts a los próximos Presupuestos Generales del Estado, lo que abre otro debate dentro del partido: si tensa aún más la cuerda con el Gobierno puede seguir arrancando compromisos a Sánchez, pero si la cuerda se rompe y acaba provocando nuevas elecciones en España, el electorado podría responsabilizar a JxCat de haber facilitado una mayoría de PP y Vox.
Nuevo encaje para Puigdemont
¿Abandonará Puigdemont su acta de diputado, como prometió hacer en campaña si no lograba ser investido president? ¿Atenderá a quienes le animan a recuperar la presidencia del partido, ahora en manos de Laura Borràs? Su encaje orgánico en Junts -ahora carece de cargo interno- será una de las claves a resolver en el congreso.
Su retorno fugaz a Barcelona el día de la investidura de Illa y su posterior huida, burlando a los Mossos d'Esquadra para evitar ser detenido, según fuentes parlamentarias consultadas por EFE, desconcertó a muchos diputados de Junts, cogió a contrapié a Rull y generó un debate soterrado sobre si había valido la pena arruinar la reputación de la policía catalana con una demostración de escapismo.
Puigdemont es el mayor activo de Junts, pero, dada la polarización que genera, también puede ser una losa que aleje a su partido de la centralidad y le imponga un techo a su crecimiento, aunque, a juzgar por las palabras del secretario general de JxCat, Jordi Turull, el expresident no solo no piensa retirarse de la primera línea, sino que seguirá jugando un papel "muy principal", condicionado, eso sí, a otra incógnita por despejar: ¿logrará que los tribunales le apliquen la ley de amnistía y podrá así volver a Cataluña?