La vehemencia con que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, viene cuestionando al jefe del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, puede volverse en contra de los intereses de la formación naranja en caso de que los populares salgan reforzados de una nueva cita con las urnas, para la que ya se baraja el 26 de junio.
Dentro de la organización centrista, la dirección ha apostado –así lo acordó en su última Ejecutiva nacional- por redoblar esta presión e intensificar la petición de responsabilidades a Rajoy por mantener la actual situación de bloqueo. La cúpula de C’s es consciente del riesgo que asume al seguir por esta senda. En cambio, hay quienes desde sectores internos, según las fuentes consultadas por Vozpópuli, piensan que habría que ir rebajando el tono contra el líder popular, al entender que el “mensaje de que Rajoy no está legitimado para liderar la lucha contra la corrupción ya ha calado en la opinión pública”.
Las mismas fuentes apuntan que en lugar de cebarse con la figura de Rajoy, el partido debería regresar a la posición con que llegó al 20 de diciembre, es decir, al giro que C’s dio el 18-D y que le permitió recuperar cierto vuelo para la jornada electoral (el tramo final de la campaña se hizo muy cuesta arriba a la formación naranja). Rivera reveló entonces que Ciudadanos estaría a dispuesto a permitir la investidura del candidato del PP o del PSOE mediante una abstención. “Ese candidato era Rajoy y previsiblemente lo será si vamos a nuevas elecciones generales”, recalcan las fuentes citadas.
La vía de entendimiento entre Rajoy y Rivera todavía no está rota, a diferencia de lo que ocurre con Sánchez
Justo cuando aparecen encuestas que dan mayoría absoluta a PP y Ciudadanos por primera vez desde el 20-D, la relación entre Rajoy y Rivera atraviesa su peor momento. Si se mantiene dicha intención de voto y los populares mejoran sus números con respecto al 20-D, el dirigente centrista se verá obligado a recomponer puentes y no sólo con el PP, sino con el presidente del partido, quien asegura que volverá a presentarse como cabeza de lista. La vía de entendimiento entre ambos no está rota, a diferencia de lo que ocurre entre el propio Rajoy y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, de ahí que una alianza postelectoral todavía sea posible. El presidente popular no autoriza de momento a sus equipos a negociar con los de C's y PSOE, porque primero quiere verse con Sánchez y Rivera. Ambos se niegan a más reuniones con Rajoy por tratarse, a su juicio, de meras "escenificaciones".
El dirigente centrista mantiene una ofensiva contra el inquilino de La Moncloa desde el pasado 11 de febrero, día que ambos se reunieron por última vez. En aquella cita, celebrada en una sala neutral del Congreso de los Diputados, el presidente del PP hizo entrega a Rivera de un documento con cinco grandes reformas. Desde entonces, nada se ha movido en este sentido (Rajoy sigue planteándole lo mismo). Eso sí, la tensión entre PP y C’s ha ido en aumento, a medida que Rivera se acercaba a Sánchez, exhibía sintonía con él y firmaban juntos el pacto de El Abrazo.
El punto de no retorno se alcanzó cuando Rivera, en su estreno parlamentario, instó al jefe de los populares a echarse a un lado y entregar al gobierno a Sánchez con el argumento de que “quien no puede limpiar su casa no puede limpiar España”, en alusión a los episodios de corrupción que salpican al PP y que ya lo hacían antes del 20-D.
Rivera, jefe de la oposición 'de facto'
Se da la circunstancia, además, de que Rivera ha ejercido algunos días de jefe de la oposición de facto, con críticas más incisivas hacia Rajoy que Pedro Sánchez. Así ocurrió, por ejemplo, el pasado martes, día de los atentados de Bruselas, en que salió a reprochar al jefe del Gobierno en funciones que no regresara a Madrid para centrar toda su actividad en seguir de cerca el Pacto antiyihadista y "volcar sus esfuerzos en coordinar actuaciones e informar a la población".
Sin embargo, Rajoy, que mantuvo en todo momento hilo directo con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, mantuvo su agenda y permaneció todo el martes en Doñana (Huelva), desde donde se trasladó a Barcelona en la mañana del miércoles para asistir a un homenaje con motivo del primer aniversario del accidente del avión de Germanwings que estrelló deliberadamente el copiloto en los Alpes. Ni Pedro Sánchez, que sí alteró su agenda y regresó desde Canarias a la Península el mismo día 22, lanzó dardo alguno a Rajoy por dicha cuestión.