Una manifestación alrededor del Congreso, más de 1.000 policías y una orden clara a éstos últimos: evitar que se reproduzcan este martes en Madrid las escenas de violentos altercardos que se vivieron en las cercanías del Parlamento griego hace meses. El Ministerio del Interior ha transmitido en las últimas horas a los 1.350 agentes de los 27 grupos de las Unidades de Intervención Policial (UIP, popularmente conocidos como antidisturbios) que participarán en el blindaje de la Cámara Baja instrucciones muy claras para que no respondan a hipotéticas provocaciones que les puedan hacer grupos de participantes en las movilizaciones convocadas para hoy por la Coordinadora 25-S Rodea el Congreso: "Esto no puede ser Grecia", ha sido la orden dada tras la que hay un claro objetivo: evitar que la imagen de España en el extranjero se vea perjudicado por imágenes de enfrentamientos entre manifestantes y agentes.
Los agentes no responderán a los insultos, pero sí al lanzamiento de objetos o al intento de saltar las vallas
El operativo policial, que se puso en marcha ya ayer por la noche, pretende crear cuatro anillos de seguridad alrededor del Congreso con agentes antidisturbios que impidan la llegada de los manifestantes a menos de 500 metros del palacio de la Carrera de San Jerónimo. Para ello, en los últimos días se ha vuelto a instalar el aparatoso sistema de vallas que ya en anteriores movilizaciones consiguió impedir que se acercaran al Congreso otras manifestaciones similares. Todo ello, acompañado por órdenes muy concretas a los policías de cuándo intervenir para evitar en la medida de lo posible los graves incidentes 'a la griega' que tanto temen en Interior.
Así, por ejemplo, los agentes no deberán responder a los insultos que puedan recibir. Sin embargo, los mandos han dejado claro que en el momento en el que algún manifestante o grupo de ellos intente tocar las vallas que se han utilizado para evitar que accedan al Congreso con intención de zarandearlas o subirse a ellas para traspasarlas, deberán intervenir con contundencia. También lo harán si se produce el lanzamiento de algún objeto. Estas insrucciones son similares a las que se impartieron a los agentes que participaron en el sistema de seguridad de la masiva manifestación que el 15-S recorrió las calles de Madrid en contra de los recortes del Gobierno. Entonces, los mandos policiales temían la actuación de grupos violentos y, en concreto, de mineros y bomberos, que ya habían protagonizado con anterioridad graves incidentes en sus protestas. Finalmente, sin embargo, no hubo que lamentar disturbios graves.
Pacifistas o nazis
En esta ocasión, y a pesar del marcado carácter pacifista que han imprimido a la movilización sus convocantes, Interior vuelve a temer la actuación de grupos descontrolados. De hecho, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, aseguró ayer en una entrevista radiofónica que la Policía había detectado entre las personas que se estaban desplazando a Madrid para participar en la protesta "algún grupo de ultraderecha, cercano a la ideología nazi". Sin embargo, los integrantes de la Coordinadora 25-S han insistido desde hace días en el carácter pacífico de la protesta y, de hecho, ha eliminado las referencias a "la batalla final" y "toma del Congreso" con la que fue planteada en un primer momento la protesta en las asambleas en las que nació la idea.
Ahora los planes son movilizar al mayor número de personas --no sólo en Madrid, aunque la capital será el lugar emblemático-- en marchas que partirán desde diferentes puntos de la ciudad y terminarán confluyendo, sobre las seis de la tarde, en la Puerta del Sol y las plazas de Neptuno y Cibeles. Es desde estos lugares donde los organizadores pretenden que parta la marcha que 'rodee' el Congreso. No obstante, los convocantes son conscientes de que acercarse a la Cámara Baja será misión imposible y que se tendrán que conformarse con bordear el dispositivo policial. La idea de acampar ante los leones que se planteó en los primeros momentos también ha sido desterrada. Ellos, aseguran, también quieren evitar a toda costa un enfentamiento con los antidisturbios.