España

Industria, a los inversores que reclamaban el dinero entregado a Corinna: “es un asunto muy delicado”

Hasta 14 empresas españolas, entre ellas dos Cajas de Ahorros, suscribieron a lo largo de 2007 acuerdos de asociación con el Fondo de Infraestructuras Hispano-Saudí lanzado en la sombra por el Rey de España y su amiga Corinna zu Sayn-Wittgenstein, por el que se convirtieron en socios del mismo, asumiendo el compromiso de desembolsar, en sucesivas anualidades, la cifra global de 230 millones de dólares.

  • El rey durante una visita privada a Alemania en 2006 a la que le acompañó Corinna.

Hasta 14 empresas españolas, entre ellas dos Cajas de Ahorros, suscribieron a lo largo de 2007 acuerdos de asociación con el Fondo de Infraestructuras Hispano-Saudí lanzado en la sombra por el Rey de España y su amiga Corinna zu Sayn-Wittgenstein, por el que se convirtieron en socios del mismo, asumiendo el compromiso de desembolsar, en sucesivas anualidades, la cifra global de 230 millones de dólares. Se trata de Obrascon Huarte, Grupo Villar Mir, Endesa, Mutua Madrileña, Sacyr Vallehermoso, Abertis Infraestructuras, Acciona, Iberdrola, Isolux Corsán, Técnicas Reunidas, ACS y Unión Fenosa, además de La Caixa y Caja Madrid (con 50 millones de dólares esta última).

El objeto de dicho contrato era participar como socios en la panoplia de grandes contratos en infraestructuras de energía, transporte y telecomunicaciones que el reino de Arabia Saudí iba a poner a su disposición, dada la privilegiada relación de fraternal amistad existente entre la monarquía del país árabe y don Juan Carlos. Entre esos proyectos, se incluía la construcción de una “ciudad económica” nueva, destinada a albergar industrias intensivas en energía promovidas por españoles.

Por desgracia, el Fondo jamás llegó a concretar una sola operación de intermediación entre sus socios y los proyectos que como un maná iban a lloverle desde Riad, no obstante lo cual, a lo largo de 2008 siguió cursando a las empresas, que el año anterior ya habían efectuado una aportación inicial, sucesivos requerimientos de pago.

El Fondo de Infraestructuras Hispano-Saudí lanzado en la sombra por el Rey y su amiga Corinna jamás concretó una sola operación

Que la aventura no iba a funcionar quedó claro a lo largo del citado 2008, de modo que, ante el creciente deterioro de las expectativas, los empresarios que se habían rendido a los encantos de Corinna fueron convocados a varias reuniones en el ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Su interlocutor era el entonces secretario de Estado de Comercio, Pedro Mejía, que llevaba directamente los contactos con las autoridades saudíes. En las reuniones mantenidas en el ministerio, los empresarios se hartaron de denunciar la inactividad del Fondo y el paralelo incumplimiento de su labor de intermediación.

El cabreo llegó a ser unánime a lo largo de 2009, agravado por el hecho de que los socios sí habían cumplido su parte atendiendo los requerimientos de pago recibidos. Mejía, en nombre propio y del ministro Joan Clos, sustituto de José Montilla, se excusaba: el margen de maniobra del Ministerio era muy limitado, porque “se trataba de un asunto muy delicado a nivel nacional” (sic).

Nulo interés saudí por el proyecto

Las fuentes consultadas achacan el fiasco al nulo interés de la parte saudí en dar vida al proyecto de un Fondo que ellos no necesitaban para nada, puesto que disponían de dinero bastante y de proyectos de sobra en tanto en cuanto naturales del país árabe. En el proyecto habían comprometido inicialmente inversiones los grupos Rakisa Holdings Co. (100 millones de dólares) y Al Soula Holdings (50 millones), mientras habían suscrito “conditional commitments” los grupos Saudi Binladin Group, Bahaa R. B. Al Hariri, y Al Oula Real State Development Co., todos con una inversión estimada de 100 millones por cabeza.

Al primer cierre de diciembre de 2007, los inversores comprometidos en firme eran 16 (de ellos los 14 españoles citados), por un total de 380 millones de euros, mientras que las participaciones condicionadas ascendían a 300 millones. En total, 680 millones, si bien el objetivo perseguía llegar a los 1.000 millones, cantidad que los promotores se habían propuesto captar en tramos sucesivos.

El gestor del fondo, tarea encomendada a Cheyne Capital, protagonizó una reunión con los inversores españoles celebrada en Madrid en diciembre de 2008, en la cual ya se puso de manifiesto ese descontento general existente por la ausencia de compromiso real por parte de los inversores sauditas. “En vista de lo cual”, aseguraba Cheyne, “hemos estado trabajando activamente con el Gobierno español para encontrar una solución a este problema no solo con el Gobierno Saudí, sino con inversores del sector privado saudita”.

Las fuentes consultadas achacan el fiasco al nulo interés de la parte saudí en dar vida al proyecto de un Fondo que ellos no necesitaban

Como resultados de esos trabajos se produjo una entrevista entre el secretario de Estado de Comercio, Mejía, y el ministro de Hacienda de Arabia Saudita. En aquel meeting de diciembre de 2008, algunos inversores españoles ya plantearon a Cheyne la posibilidad de “suspender” del Fondo por tiempo indefinido hasta que el entorno general económico y financiero presentara signos de mejora, y en tanto en cuanto no se incorporaran al mismo los socios sauditas comprometidos. 

Un “asunto muy delicado”

A mediados de 2009 y en plena depresión, estaba claro para todos que el proyecto había fracasado, no obstante lo cual o tal vez por ello, los gestores del Fondo habían decidido recortar sus management fees, a un modesto 1% anual. Para los españoles se trataba, en fin, de recuperar las cantidades invertidas, pero las presiones al respecto siempre tropezaban con las enigmáticas palabras pronunciadas una y otra vez, con ligeras variantes, por Pedro Mejía y por el titular de Industria. Se trataba de un “asunto muy delicado”, por lo que la capacidad de presión para recuperar ese dinero era mínima.

El Fondo se liquidó finalmente el 12 de abril de 2010. El gestor del mismo adujo que los gastos incurridos por la sociedad durante el periodo de vida del mismo ascendían a una cifra aproximada de 21 millones de dólares. No hubo forma de obtener soporte documental de tales gastos, puesto que las supuestas sociedades proveedoras, todas ellas domiciliadas en paraísos fiscales, son absolutamente opacas. A estas alturas, los inversores españoles estaban más que resignados a “pagar el pato” y a rescindir cuanto antes su vinculación al Fondo.

Hasta tal punto que, al final, aceptaron un acuerdo según el cual perdían las aportaciones realizadas y se comprometían, además, a pagar el 0,85% de las aportaciones totales comprometidas, a cambio de liquidar de forma definitiva sus compromisos. Como fiduciario de la liquidación, un antiguo Socio General del Fondo, la firma Energy & Infrastructure GP Limited, igualmente de 'padres' desconocidos, tras la cual, no obstante, la mayoría de los partícipes en la aventura han querido ver la larga mano de la ya famosa princesa Corinna.

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