“Necesitamos conocer los datos personales”, “¿de qué se nutre la cuenta?”, "Me piden conocer el origen de las transferencias"... Estas son solo algunas de las peticiones que realizó durante semanas un mando de la Policía Nacional al BBVA. Corría el año 2013 y no estaban hablando de ninguna investigación oficial, sino de un encargo privado del excomisario José Manuel Villarejo. Los investigadores creen que el banco nutrió con información confidencial al clan policial del polémico excomisario. El trasiego de datos incluyó direcciones personales y hasta el teléfono de una “niña”, según consta en los correos electrónicos a los que ha tenido acceso Vozpópuli.
El policía que los pedía era Constancio Riaño, jubilado desde 2016. Antes había sido Jefe de Sección Operativa en la Comisaría General de Información de la Policía. Dependía del comisario Enrique García Castaño, uno de los principales investigados en el caso por su relación con Villarejo. Apodado como 'el Gordo' en la Policía, García Castaño está citado este martes en la Audiencia Nacional para declarar por este y otros asuntos.
Primer intercambio
El primer intercambio de correos entre el BBVA y estos policías data del 2 de octubre 2013 a las 10.35 horas. Constancio Riaño se dirige a un trabajador de seguridad del BBVA llamado César Bilbao. Ambos están imputados en la Audiencia Nacional por estos hechos. Era el día de los Ángeles Custodios, fiesta en la Policía, sin embargo, Riaño dice ser un “pringao” por estar ese día trabajando. Le pide “conocer la salud financiera y datos personales” de dos clientas del banco, que son madre e hija.
César Bilbao tardó apenas cinco días en remitirle datos al subordinado de 'el Gordo' sobre el dinero que tenían estas mujeres en la cuenta así como los teléfonos personales de la “mamá” y la “niña”. Riaño insiste en saber “de qué se nutre” la cuenta bancaria y Bilbao le explica que de “una pensión” y “una transferencia”, pero que desde su puesto no puede saber de dónde procede ese dinero y propone hablar con la “ofi” (oficina).
En los intercambios no se aprecia que el policía le tenga que justificar para qué son los datos. Tampoco se los pide su interlocutor. El BBVA tardó más de cinco años en darse cuenta de estas filtraciones de información sensible. Ningún órgano de control interno los detectó hasta que estalló el caso Tándem.
Relación entre BBVA y Villarejo
El banco tendrá que declarar el jueves como persona jurídica por los encargos que a su vez le hizo a Villarejo. Uno de ellos fue desvelado por este periódico y consistió en hurgar en la vida privada del exministro socialista Miguel Sebastián. A la hora de responder a las demandas de información de la Audiencia Nacional, la entidad financiera halló estos correos. “Es la información que aparece archivada en los sistemas de la entidad a modo de justificante del acceso a los datos bancarios del despacho de abogados Balder IP Law”, explica el BBVA.
En concreto, forman parte de la pieza Iron sobre el presunto espionaje a un despacho de abogados. El trasiego de datos privados muestra los vínculos entre el banco y el clan del polémico comisario, que cobró por estos trabajos contratados por un bufete de letrados rival. En este caso, el BBVA se ha desvinculado de la actuación de este trabajador tal y como indicó en los documentos que le remitió a la Audiencia Nacional.
La siguiente comunicación entre Riaño y César Bilbao se produjo una semana después. El policía reitera que quiere saber “el origen de las transferencias”. También quería conocer la salud financiera de la empresa Balder. Aportaba además los datos de los responsables del despacho, que eran ex trabajadores de los clientes que habían contratado a Villarejo. El 15 de octubre el empleado del BBVA le facilitó todos los datos que había pedido.
César Bilbao era un trabajador del equipo de seguridad del BBVA que trabajaba a las órdenes del entonces responsable de ese departamento, Julio Corrochano, también investigado en el caso Tándem. Corrochano, expolicía, fue el nexo entre Villarejo y el expresidente de la entidad Francisco González, a la hora de conseguir que el BBVA contratase los servicios del polémico mando. Bilbao admitió en sede judicial haber facilitado los datos, pero aseguró desconocer que eran para Villarejo.
Bilbao volvió a recibir un correo de Riaño el 30 de octubre de ese mismo año. “Tu amigo Enrique me tiene loco con este asunto”, se justifica el policía. Ese Enrique es, según los investigadores, el comisario García Castaño. En este caso querían saber los movimientos del despacho del año 2012. Cuatro días después, el BBVA les hizo llegar un extracto de la cuenta con todas las entradas y salidas de dinero.
García Castaño sostiene que Riaño hacía labores por su cuenta sin que él tuviese conocimiento. En cambio Riaño declaró en la Audiencia Nacional que tan solo seguía órdenes de su superior. La declaración de este martes de 'el Gordo' es la continuación de la iniciada en abril y que hubo que suspender por cuestiones de horario. En aquella ocasión, Podemos -que ejerce la acusación popular en la causa- anunció que pediría al final el ingreso en prisión de García Castaño. Pero su declaración en la pieza principal fue suspendida por lo que al final de las declaraciones de este martes, el partido tiene la posibilidad de volver a solicitarlo.
En el registro de la casa de Villarejo, en Boadilla del Monte, la Policía localizó un archivo llamado BalderBBVA.49. A partir de su contenido, los investigadores concluyen que esos datos solicitados al banco no eran para ninguna investigación oficial de la Policía, sino parte de un negocio privado de Villarejo, destinatario último de la información. Los agentes también tiene en su poder un documento titulado “gestiones Big” que contiene una serie de requerimientos de información sobre el despacho Balder. “Big” es como Villarejo denominaba a Enrique García Castaño, exresponsable de una unidad específica dentro de la Comisaría General de Información.