Tras la irrupción de los talibán, no tenían ninguna certeza sobre su futuro inmediato. No se trataba de una cuestión de condiciones de vida, sino de pura supervivencia. Está previsto que este miércoles llegue a España un avión cargado de afganos que han huido de su país un año después de que Occidente se enfrentara a la mayor misión de evacuación de su Historia. Los refugiados -colaboradores de las misiones españolas- han tenido que superar un auténtico calvario para tener una plaza en el vuelo: un año bajo el yugo del régimen integrista y una huida por su cuenta y riesgo, atravesando el país por vías terrestres, esquivando los controles impuestos por las autoridades. No todos lo han conseguido, indican a Vozpópuli fuentes próximas a los afganos que sí han logrado escapar.
El precipitado avance de los talibán en verano del año pasado quebró la frágil estabilidad de Afganistán. Apenas se encontraron oposición, ni siquiera al entrar en Kabul, y las fuerzas occidentales lanzaron una misión de evacuación precipitada. España contaba con un protocolo de contingencia, similar al de la evacuación de la embajada en Libia en el año 2014, pero la magnitud y la premura de la crisis obligaron a adelantar y ampliar todos los planes.
En total, nuestro país acogió a 2.200 afganos, tras la consabida operación en el aeropuerto Hamid Karzai que requirió la coordinación del personal diplomático, los miembros del GEO que protegían la embajada y el personal del Ejército de Tierra y el Ejército del Aire. Tras unas extenuantes jornadas, la sucursal del Estado Islámico en la región perpetró un atentado que dejó casi un centenar de muertos junto al aeródromo. España y el resto de naciones aliadas no tardaron en dar por concluida su misión, en cumplimiento con el acuerdo suscrito entre Estados Unidos y los talibán que permitía las extracciones sólo hasta el 31 de agosto.
No todos los afganos que habían colaborado con fuerzas occidentales lograron salir del país. Tampoco los que apoyaron a España en las sucesivas misiones militares y diplomáticas asentadas en Afganistán durante casi dos décadas. Aquellos que residían en regiones más alejadas -como Baghdis o Qala i Naw- encontraron más dificultades, al tener que salvar grandes distancias en un país convulso: la inteligencia talibán los detectaba con facilidad y no siempre permitían su paso.
Afganos en tierra
Centenares de colaboradores afganos se quedaron en tierra, viendo cómo los últimos aviones españoles abandonaban el país de forma definitiva. Muchos de ellos se lanzaron en una carrera a la desesperada hasta la frontera con Pakistán. Lograron su objetivo a través de pasos más o menos libres del control talibán y, en octubre del año pasado, España fletó un vuelo desde Islamabad para traer a todos ellos a territorio nacional.
Si la ruta de estos colaboradores fue compleja, más aún lo ha sido la de decenas de afganos que ahora esperan en Pakistán para tomar el avión que este miércoles les traerá a España. Ha pasado un año desde que se impusiera el nuevo régimen talibán, y el control férreo de los integristas ha caído como un telón sobre todo el país. Su extensa red de colaboradores detecta cualquier movimiento sospechoso o no deseado.
Abandonar Afganistán tras haber colaborado con España es sinónimo de condena en un país que dejó claro que no permitiría la marcha de más civiles: “Los necesitamos para reconstruir Afganistán”, señalaron hace un año los talibán. Pero las expectativas de vida dentro de sus fronteras eran más que limitadas. Decenas de ellos decidieron reunir a su familia y, con lo puesto, lanzarse a unas rutas de destino incierto.
Fuentes próximas a los afganos evacuados detallan que muchos de ellos tuvieron que abandonar sus casas de noche y en secreto, para evitar el seguimiento de la red de inteligencia talibán. Durante semanas han recorrido por su cuenta y riesgo las rutas de Afganistán, priorizando los caminos secundarios para evitar los controles de los integristas. Un camino salpicado de riesgos, más aún cuando quedaban claras sus intenciones de traspasar las fronteras rumbo a Pakistán.
No todos los que se propusieron salir del país lo han conseguido, indican las mismas fuentes. Unos, tras ser detectados en los caminos, tuvieron que regresar a sus casas, alegando cualquier argumento para justificar sus desplazamientos. Otros cambiaron de idea por la presión a las que se han visto sometidos sus familiares y allegados; coaccionados por las amenazas, decidieron regresar a sus hogares. Y algunos colaboradores afganos directamente han optado por no salir de sus pueblos y aldeas por el estricto control de los talibán.
Según adelantó La Vanguardia, este miércoles saldrá de Pakistán el avión fletado por España para traer a cerca de 300 colaboradores afganos. Fuentes del Gobierno han desistido hacer valoraciones, si bien desde esferas de seguridad indican a este diario que se ha trabajado hasta última hora en cerrar el número exacto de personas que aterrizarán en Madrid, a las que se integrará en un sistema de acogida similar al de los 2.200 afganos que llegaron a nuestro país el pasado verano.