España

Dolores Vázquez habla por primera vez: "La Guardia Civil me dijo que ni mi abogado iba a creer en mí"

Fue detenida hace más de 12 años acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof y pasó 17 meses en prisión por un crimen que no había cometido. "Cuando salí de la cárcel no sé si el infierno se quedó allí o venía conmigo", cuenta.

  • Dolores Vázquez, en el centro de la imagen, durante una mesa redonda celebrada en Madrid.

"Cuando terminemos contigo ni tu abogado va a creer en ti", esto es lo que le decía la Guardia Civil a Dolores Vázquez cuando fue detenida hace más de 12 años acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof. Vázquez era completamente inocente de los hechos que se le atribuían. Sin embargo, en septiembre de 2001 fue declarada culpable por un jurado popular, a pesar de que todas las pruebas contra ella eran indiciarias, ninguna concluyente.

Su juicio fue anulado por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía en febrero de 2002 y en diciembre de 2006 se condenó al verdadero culpable de la muerte de Rocío Wanninkhof, el ciudadano británico Tony Alexander King, que fue descubierto tras cometer otro asesinato: el de la joven Sonia Carabantes.

Pero quizás, el juicio que más daño ocasionó a Dolores Vázquez fue el de la opinión pública. Un juicio paralelo que la convirtió en culpable desde el primer momento. Un juicio paralelo que venía alentado por los medios de comunicación. Ayer lunes, Dolores rompió su silencio por primera vez y habló sobre lo ocurrido ante un grupo de juristas, en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, en unas jornadas organizadas por la Fundación Fernando Pombo.

"Decir 17 meses, siete años… Para mí fue ayer. Sigo reviviendo aquello. No son 17 meses, son las 24 horas, los minutos… Cuando salí de allí no sé si mi infierno se quedó o venía conmigo" explicaba entre sollozos la mujer que fue juzgada de forma injusta por la sociedad. "Ni siquiera puedo ir al Corte Inglés a por unos zapatos porque enseguida me rodea un grupo de diez mujeres que vienen a señalarme con el dedo", se queja amargamente Dolores. Estigmatizada por la sociedad por un crimen que no cometió.

"Soy completamente inocente, siempre lo he sido" dice con voz temblorosa y recuerda al auditorio que para ella esto no ha terminado: "todavía estoy esperando que alguien me pida perdón". ¿Pero cómo reparar el daño causado? Dolores vive aún con un miedo constante y, aunque reconoce haber vencido muchos obstáculos, confiesa que cuando sale a la calle toma el número de las matrículas de los coches por si la están siguiendo. Incluso toma notas sobre los sitios que visita cada día por si le interrogan sobre dónde estuvo en un día y a una hora concretos.

"Lo que más me duele todavía es el momento de la detención" recuerda con amargura. "Yo estaba regando el jardín y cuidando de mi madre, que estaba en cama. Entonces preguntaron por mí y al abrir la puerta me pusieron los grilletes y me dijeron que no me resistiera, porque si me los ponían detrás iba a ser peor". Cuenta que incluso cuando compareció ante el magistrado ella le dijo: "está usted cometiendo el error más importante de su vida". Y él respondía a su secretaria: "esto que no conste en acta".

Es tal la presión que tuvo que soportar Dolores, condenada injustamente en los tribunales y señalada como culpable por todos los medios de comunicación de este país que ella ha llegado a un punto en el que duda de todo y a veces se pregunta: "¿Fui yo?" Pero no fue ella, fuimos todos los que injustamente la condenamos. Su abogado, Pedro Apalategui, quiso dejar claro que el hecho de que se demostrara la inocencia de Dolores Vázquez fue una coincidencia del azar. Si no llega a aparecer el cadáver de Sonia Carabantes con restos del mismo ADN que en el caso de Rocío Wanninkhof, Dolores habría seguido injustamente en la cárcel.

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