Jaime Mayor Oreja (San Sebastián, 12 de julio de 1951) era el ministro del Interior del Gobierno de José María Aznar cuando se produjo el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, hace 25 años. Unos días antes de cumplirse esta efeméride, recibió a Vozpópuli en su despacho en la fundación NEOS, que él mismo dirige, para rememorar cómo vivió esos días del 10 al 12 de julio de 1997 y las consecuencias políticas de uno de los actos más crueles que se recuerdan de ETA.
A lo largo de la conversación, Mayor Oreja deja a las claras que en ningún momento el Ejecutivo se planteó negociar con la banda terrorista para evitar el asesinato del concejal del PP en Ermua. También recuerda la participación del PNV en la manifestación que se produjo en Bilbao, aunque reprocha a los nacionalistas pactar apenas un año después con ETA en el acuerdo de Estella. Desvela, además, que dio orden de desmontar un 'aparato de interlocución' con los terroristas que se estaba formando en Santo Domingo.
El exministro del Interior, además, reconoce que el apoyo del PP para que gobernara el socialista Patxi López en el País Vasco "no sirvió de nada", acusa a Zapatero de pactar un proceso político con ETA que tiene continuidad en el Gobierno de Pedro Sánchez y asegura que, durante los años de Rajoy en La Moncloa, "no hubo un proyecto político para cambiar el rumbo". Finalmente, advierte que un gobierno de Bildu en el País Vasco, unido al de ERC en Cataluña, provocaría una "España ingobernable".
Pregunta: El 10 de julio de 1997 ETA secuestró a Miguel Ángel Blanco y anunció que le asesinarían a las 16h del día 12 si el Gobierno no acercaba a todos los presos de ETA al País Vasco. ¿Cómo recibió usted la noticia?
R: Yo ese día había tenido un encuentro con periodistas e iba ya hacia el despacho porque tenía una reunión con el anterior ministro del Interior y vicepresidente del Gobierno, Juan Alberto Belloch. Cuando yo ya entro al despacho, me llega un mensaje en el que me dicen que hay rumores de que hay un concejal de Ermua que no llega a casa. A medida que pasan los minutos del encuentro con Belloch, vuelven a decirme que se confirma que no vuelve a casa, razón por la que Belloch y yo decidimos aplazar el encuentro. A partir de ese momento, lo que se va produciendo ya es una confirmación cada vez más rápida de que estamos ante un mal llamado "secuestro", porque aquello no fue un secuestro: fue un asesinato a cámara lenta radiado por los terroristas y que duró las 48 horas del plazo.
P: ¿Cuál fue su primera reacción? ¿A qué persona telefoneó primero?
R: Durante la reunión con Belloch, yo recibo sucesivas noticias que confirman la anomalía de lo que está sucediendo, razón por la que yo suspendo el encuentro con Alberto, algo que él entiende muy bien porque también fue ministro del Interior. No recuerdo exactamente quién me lo confirmó del todo. Mi primera reacción, que fue paulatina, fue la confirmación de que aquello era la vendetta, la venganza de la liberación de Ortega Lara, y que ETA había introducido la crueldad en su quehacer y había decidido matar a un concejal de mi partido, que era Miguel Ángel Blanco. Yo lógicamente me desplacé a La Moncloa para despachar directamente con el presidente Aznar y convocamos allí a las distintas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para impulsar la acción que se podía desarrollar en dos días. Encontrar a Miguel Ángel en 48 horas era encontrar una aguja en un pajar, casi imposible.
Encontrar a Miguel Ángel en 48 horas era encontrar una aguja en un pajar, casi imposible
P: ¿Recuerda cuántos efectivos fueron movilizados? ¿Cómo fue ese operativo?
R: No recuerdo el número, pero fue generalizado. No solamente la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía, también la Ertzaintza, los Mossos… De alguna manera, todos se movilizaron. Fue una acción a la desesperada: teníamos dos días, sin más pistas que el conocimiento del secuestro.
P: ¿Cómo se tomó la decisión de no ceder al chantaje de los terroristas?
R: Era la única reacción posible. El chantaje había sido el secuestro de Ortega Lara. Esto no fue más que una vendetta. No había opción: si nosotros habíamos estado tantos días soportando el chantaje de ETA, y la Guardia Civil había logrado liberar a Ortega Lara, ¿cómo íbamos a decir que aceptábamos las condiciones de diálogo con ETA? Era imposible. No hubo duda, pero sí mucha angustia. Sobre todo, cuando uno termina el día, y se da cuenta de que van a matar a Miguel Ángel porque no lo han secuestrado por secuestrarle, sino que lo han secuestrado para matarle, para ejecutarle: fue un secuestro para una ejecución. Pero no hubo ninguna duda, aunque sí personas que, enseguida, unas de buena fe y otras de mala fe, quisieron que Gobierno iniciara una negociación con ETA. Pero no hubo ninguna vacilación. No había ninguna duda de que eso no se podía hacer.
P: ¿Qué recuerda de la reunión con Aznar y con los responsables de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Moncloa?
R: Yo recuerdo que, con el hecho de que el presidente estuviese convocando a los servicios de información, se pretendía dar la máxima trascendencia posible al asunto. No tengo un recuerdo especial, pero sí que pedimos que se activaran todas, absolutamente todas, las líneas de investigación. A medida que iba pasando el tiempo, no me di cuenta que a las 21:00 de la noche había que hacer una intervención en televisión, y yo estaba en Moncloa. En un momento determinado, eso sí, yo me retiré para entrar en las noticias y poner voz a la posición del Gobierno y dar una respuesta. Lo hice lo mejor que pude. Improvisé una declaración entre Moncloa y el Ministerio del Interior. Es decir, en unos 15 o 20 minutos. Esbocé una serie de ideas. Lo principal era no hacer sobreactuaciones cuando ellos tenían secuestrado a Miguel Ángel Blanco, pero que tampoco se pensase que había una negociación con los terroristas. Traté de encontrar una respuesta serena pero inequívoca, confirmando que no se iba a negociar pero, al mismo tiempo, que ETA no encontrase en mis palabras una justificación para matarle. Eso fue un esfuerzo que hice entre Moncloa y el Ministerio para hacer una intervención que me salió de la cabeza y del alma al mismo tiempo.
P: Después de esa intervención, la sociedad civil apoyó de forma mayoritaria la posición del Gobierno. También se puso en marcha la manifestación del día 12 en Bilbao, la más multitudinaria contra ETA que se ha celebrado en el País Vasco. ¿Cree que el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco cambió definitivamente la perspectiva que había de la violencia de ETA?
R: Yo creo que fue un punto de inflexión, decisivo, determinante. Fue esa gota que rebosa un vaso. En primer lugar, provocó una gran movilización social, con calles, plazas y rincones de toda España llenas de personas contra el secuestro, con las manos blancas… Pero, también aquello nos confirmó en la política que habíamos empezado, confirmó el protagonismo de la acción judicial, con jueces y tribunales con una posición más rotunda para combatir este fenómeno. Es decir: al final, lo que se produjo fue un cierto cambio de actitud, un antes y un después en todos nosotros. En los que gobernábamos, porque vimos claro que esta era la política correcta; en los tribunales, porque se dieron cuenta que ellos tenían un gran protagonismo en lo que era un proceso de ilegalización de todo lo que, siendo ETA, no parecía que era ETA. Fue una movilización, un cambio de actitud, en todos los terrenos, en todos los ámbitos. Y evidentemente, sin duda, en la reacción social y la reacción popular de muchos jóvenes del País Vasco.
P: Hemos comentado que la sociedad respaldó la postura del Gobierno, pero quería preguntarle cómo se transmitió esa posición a la familia de Miguel Ángel Blanco y cuál fue su reacción.
R: A mí los padres no me lo preguntaron nunca. La actitud de los padres fue ejemplar: antes, durante y después, y nunca hubo una palabra de más. Había una persona fuera del ámbito de los padres, que pudo hacer alguna consideración a la que yo respondí cuando estábamos en la clínica con Miguel Ángel Blanco malherido. Pero la actitud de los padres fue ejemplar, sin ningún reproche, y de respaldo completo a la posición del Gobierno.
P: ¿Qué hizo el Gobierno a partir de las 16 horas del día 12, cuando finalizaba el plazo dado por ETA antes de asesinar a Miguel Ángel?
R: A Miguel Ángel le disparan el 12 a las 16:00 de la tarde. La manifestación había tenido lugar por la mañana. Ya habíamos hecho todos las comprobaciones de que, evidentemente, era una decisión irreversible por parte de ETA. El día 12, yo estoy en la manifestación de Bilbao con Aznar, y me doy cuenta que aquello es una movilización espectacular. Yo animo al presidente a que vaya a pie hasta la manifestación, cosa que hizo, y allí se encuentra con que es aclamado, porque hay un apoyo completo, total. Está el Partido Nacionalista Vasco, en la quinta fila, pero es al presidente del Gobierno de España a la persona a la que más se aclama, sin ninguna duda. A partir de ese momento, yo vuelvo ya a Madrid y estoy esperando ya los últimos momentos, hasta que a las 16:00 de la tarde me dicen que parece que han encontrado una persona con un disparo en la cabeza en una situación dura personalmente, porque no estaba muerto, y tenía movimientos reflejos. A la media hora me confirmaron que era Miguel Ángel Blanco, razón por la que cojo un avión y me voy a la Clínica Nuestra Señora de Aránzazu, un lugar donde mi padre había trabajado muchos años como médico. Tuve la providencia de verle vivo: ví cómo estaba entubado, y hasta qué punto la maldad es tan terrorífica en las personas que hicieron eso. Después, volví a Madrid y, apenas unas horas después, mi equipo me comunicó que ha fallecido.
P: Ha mencionado esa imagen icónica de Aznar sumándose a pie a la manifestación. Yo recuerdo, también, la decisión de los ertzainas de descubrirse el rostro, dejando claro que no tenían miedo a ETA. ¿Cree que esa perspectiva respecto al terror empezó a cambiar entonces?
R: Fue un cambio de actitud a raíz de aquellos acontecimientos. Nos convencimos de que solo cabía la aplicación de la ley, pero toda la ley. A partir de ese momento decidimos que un aparato que supuestamente era de interlocución, y que estaba en Santo Domingo, no era válido. El secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxá, fue expresamente a Santo Domingo para decir "fuera". Nunca utilizamos ese órgano y, desde ese momento, se empieza a desmantelar, con el visto bueno del Gobierno de la República Dominicana, aquel aparato supuestamente de interlocución. Nosotros no creímos nunca en el diálogo y la negociación con los terroristas. Se ha dicho que luego dialogamos, pero solo cuando dejaron de matar, y para saber qué significaba la decisión del cese definitivo de la violencia que habían anunciado.
P: También ha citado antes al PNV, cuyos líderes asistieron a la manifestación de Bilbao. ¿Cambió de actitud el Partido Nacionalista Vasco?
R: El Partido Nacionalista Vasco, en esos momentos, se sumó con determinación a todas aquellas manifestaciones. Lo que pasa es que les entró el vértigo cuando vieron que aquello que era una movilización social no controlada por el nacionalismo podía significar no solo el final de ETA, sino también el final del nacionalismo. Tuvieron miedo, tuvieron pánico, y se abrazaron a ellos al año siguiente, el 16 de septiembre de 1998, cuando escenificaron el acuerdo de Estella. Ese pacto significaba esencialmente la idea de no aislarles, sino acordar con ellos. El presidente del Partido Nacionalista Vasco me dijo que no se podían poner vallas al campo. No estaban poniendo cercas al campo: acordaron con ETA. Superaron la crisis y el miedo que tuvieron por la movilización que ellos mismos apoyaron ejemplarmente. Pero luego recapitularon y dijeron "tenemos que estar con ETA". El nacionalismo superó su ambigüedad haciendo un acuerdo político con ETA un año después del asesinato de Miguel Ángel Blanco.
El nacionalismo superó su ambigüedad haciendo un acuerdo político con ETA un año después del asesinato de Miguel Ángel Blanco
P: ¿Cómo fue la interlocución PP-PSOE? ¿Y cómo se gestó el pacto antiterrorista? ¿Cómo ve la relación actual con respecto a la de entonces?
R: En aquellos años la relación con el Partido Socialista era muy fluida. Ellos respetaron la política que yo llevaba a cabo. Incluido Alfredo Pérez Rubalcaba, que fue mi último interlocutor, y que apoyó decididamente todas nuestras políticas. Ahora bien: mientras estaban hablando con nosotros, mientras estaban hablando del Pacto por la Libertad y contra los terroristas, a través de Eguiguren ya estaban preparando las bases para lo que luego significaría el mal llamado proceso de paz, con el que arrancó Zapatero su legislatura. Estamos hablando del 2004, pero el Partido Socialista ha acabado siempre siendo un aliado de ETA en el País Vasco. Y en el fondo, hoy, el sueño es gobernar con ETA en la siguiente legislatura.
P: Y la interlocución actual entre PP y PSOE en materia antiterrorista, ¿cómo la definiría?
R: No hay. España está gobernada por un proceso en el que ETA está en la sombra, pero es una parte del proceso. No hemos derrotado a ETA. ETA pactó con Zapatero un proceso que gobierna España con Esquerra Republicana en la última etapa. Pero el proceso de paz, el mal llamado proceso de paz, también propició la moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018 y hace que hoy ETA, en los momentos críticos en la legislatura, apoye de una manera inequívoca al Gobierno de Sánchez. Ellos quieren este proceso. ETA forma parte de un gobierno en la sombra de un proceso. No está en el Gobierno, está en el gobierno del proceso. España no está gobernada por la coalición, está gobernada por un proceso en el que los protagonistas principales son ETA, como pieza originaria, y Esquerra Republicana de Catalunya, que se sumaría a través del acuerdo de Perpiñán, a este planteamiento político que iniciaron PNV y ETA, y continuó Zapatero.
P: Sigue hablando de ETA en presente. ¿Cree que ETA no ha desaparecido?
R: ETA es lo único que hay. Bildu no existe. Euskal Herritarrok no existió nunca, ni Herri Batasuna, ni el Partido Comunista de las Tierras Vascas. El único proyecto fue ETA, que no sólo es una organización terrorista, sino que esencialmente es un proyecto político de ruptura. Nacieron para romper España, nacieron para romper un orden social, determinado por los valores cristianos, y nacieron para expulsar en la primera oportunidad al PNV del poder. Eso es lo que busca. Es un proyecto político que hoy gobierna un proceso en la sombra y que si continúa el Frente Popular en España y ganase el poder en 2023, significaría que ETA gobernaría el País Vasco en 2024. Porque la batalla cultural desde el País Vasco la ha ganado ETA al Partido Nacionalista Vasco. El PNV es una maquinaria de poder, pero el proyecto político que ha ganado es el de ETA, porque eso ha sido el proceso de paz. Los procesos de paz siempre significan lo mismo: el gobierno negocia, los terroristas dejan de matar y antes o después los terroristas se hacen con el poder. Paz por poder para los terroristas.
P: Entonces, ¿cómo habría que acabar con ese proceso?
R: Expulsando democráticamente del poder a los firmantes del proceso. Castigándoles en las urnas, democráticamente. Pero la manera de erradicar el proceso es que no estén. Es verdad que hubo un tiempo en el que no estuvieron en el Gobierno y el proceso continuó silente.
P: El único gobierno no nacionalista en el País Vasco fue el gobernado por el socialista Patxi López en 2009 tras un pacto con el PP vasco liderado por Antonio Basagoiti. ¿Qué opinión tiene de ese acuerdo? ¿Ve posible que se pueda repetir?
R: Bueno, ese pacto fue posible porque se ilegalizó Batasuna. Entonces, la suma del PP y del PSOE dio para que se formara esa alternativa. Pero, realmente, no fue una alternativa, sino un relevo. No sirvió para nada: fue efímero y solo supuso sustituir al PNV por López. Es decir, la nada. Y es evidente que aquello no fue un pacto de verdad: fue un acto generoso del PP que se convirtió en un simple relevo.
P: ¿Lo considera un error?
R: El hecho de no haber construido una alternativa constitucional fue un error. No sirvió para nada y el tiempo lo ha demostrado. El PSOE reaccionó a la pérdida del poder de la peor manera y solo lo ha recuperado mediante una moción de censura contra Rajoy no por la Gürtel, sino porque era parte del proceso del que hablábamos. Se sumaron todos: Bildu -ETA-, el PNV, ERC, Compromís, Izquierda Unida… Todos conformaron un Frente Popular que era parte del proceso.
La mentira se ha hecho proyecto. Ya pasó en 2004, cuando la violencia determinó un resultado electoral. Después del 11-M, se volvió al diálogo con ETA, a la negociación con ETA… Esa es la verdad de lo que se produjo, y que no se quiere afrontar. Se prefiere decir que "derrotamos a ETA" en 2011, cuando realmente no ha sido así, porque se estaba pactando con ETA.
P: A las pocas semanas de ese comunicado de ETA anunciando el fin definitivo de la violencia, Mariano Rajoy llegó al Gobierno. ¿Cómo se gestionó la lucha contra el terrorismo en esos años hasta la moción de censura de 2018?
R: No hubo un proyecto político para cambiar el rumbo. No se hizo nada, porque yo creo que se creía que era más conveniente que los influjos de ese proceso continuaran; que lo único importante era que no hubiese un muerto más; que no se podía poner en riesgo el fin de la violencia aunque había llegado de la mano de una negociación con ETA. Se prefirió ese camino y, al final, como no se hizo nada, cuando vino Sánchez lo único que tuvo que hacer es que los partidos que apoyaron la moción de censura tomaran decisiones de gobierno y se acelerara el proceso.
P: ¿Qué se pudo hacer en esos años de gobierno de Rajoy?
R: Lo que podemos seguir haciendo ahora de cara a futuro: diagnosticar la verdad de lo que ha pasado; que la mentira no se haga proyecto, que expliquemos lo que sucedió. Hoy los jóvenes no saben quiénes fueron Ortega Lara y Miguel Ángel Blanco. Y, por lo tanto, tenemos que hacer un esfuerzo para que ellos no pierdan ese sentido de la historia reciente. Eso corresponde a los siguientes dirigentes, que tendrán que determinar cómo explican desde la verdad y no desde la mentira lo que ocurrió. Los españoles, una vez más, fuimos poco tenaces y poco perseverantes: lo habíamos hecho casi todo bien y, sin embargo, traicionamos todo ese proyecto, todo ese espíritu que habíamos puesto en marcha hacía años.
P: ¿Se ha traicionado el llamado 'espíritu de Ermua'?
R: Por supuesto. Se hizo lo contrario, se hizo la antítesis. El 'espíritu de Ermua', el 'Basta ya' fue fundamentalmente un cambio de actitud, decir "no nos resignamos, basta ya a tanto silencio cómplice, basta ya de tanta mentira". ETA era el único proyecto que existía, pero estaba blanqueada con muchas estructuras que se ilegalizaron. El aislamiento político y social a los que mataban fue el resultado del pacto antiterrorista, que dio sus frutos. Pero, después, se traiciona ese pacto porque se considera que la izquierda no puede poner vallas al campo y que necesita volver a entenderse con ETA, con un proyecto de la extrema izquierda para expulsar a la derecha del poder.
P: ¿Se han conformado los partidos políticos con que ETA deje de matar para resignarse, aceptar que eso es suficiente y pasar página?
R: Sí. Desde el momento en que uno se resigna a aceptar la negociación como un mal menor. Lo importante es que dejaran de matar: "¿Que tenemos que negociar? Pues ¿qué le vamos a hacer?"; "¿Que nombramos a unos mediadores internacionales?" Pues ¿qué levamos a hacer?"; "¿Que llevamos a España a un proceso de intermediación de la solución de conflictos? Pues ¿qué le vamos a hacer?". Pero no matan: eso es el mal menor. Pero ese mal menor está dando lugar a un proceso político muy complicado para el futuro de España.
P: ¿Era imaginable el escenario actual en 1997?
R: Era absolutamente innecesario. Si se hubiese continuado todo aquello que pusimos en marcha en 1997, hubiese sido la demostración de que España es tenaz, perseverante y que, solo desde la ley y el Estado de Derecho, se podía terminar con ETA y derrotar el proyecto político que estaba detrás. No ha sido así. Ahora, lo que se trata es de pensar que, aunque está ganando en términos de proyecto político -porque el proyecto de ruptura está ganando en España en muchos ámbitos-, eso no es para siempre. No tienen razón ni razones. Pero claro, lo que hace falta es que nosotros no estemos viendo todo esto como espectadores resignados y que facilitemos las alternativas políticas y culturales.
Si hubiese un gobierno de ETA en el País Vasco y un gobierno de Esquerra Republicana en Cataluña, esa España es ingobernable
P: Al hilo de esa alternativa cultural: ¿Usted cree que ETA gana cuando la sociedad y los políticos deciden olvidar?
R: ETA gana cuando se esconde el fundamento esencial de cómo se alcanza la paz. ETA gana con la mentira, con nuestra cobardía. ETA tiene una oportunidad de alcanzar el poder en el País Vasco, motivada por nuestras equivocaciones, por nuestro error. El 2023 va a ser clave, porque una derrota de Sánchez en unas generales trastocaría esos planes. Pero ETA es una organización, un proyecto político, a medio y largo plazo. Todavía tendremos que combatir ese proyecto político: están teniendo problemas internos, pero son como la mala hierba y perseveran, son tozudos. Tenemos que saber valorar la gravedad del adversario que tenemos delante, que es potente.
P: Con ese escenario que dibuja en 2023 y en 2024, podría haber un gobierno de Bildu en el País Vasco y un Gobierno del PP a nivel nacional. ¿Cómo se combatiría entonces ese proyecto político?
R: Primero hay que gobernar en España. Luego habrá unas elecciones en el País Vasco. Pero si hubiese un gobierno de ETA en el País Vasco y un gobierno de Esquerra Republicana en Cataluña, esa España es ingobernable, tanto por la izquierda como por la derecha. Por eso es tan importante el orden. Primero, va a haber elecciones en España, y puede ser la derrota del Frente Popular, esa asociación entre los nacionalistas, las izquierdas y ETA. Vamos a tratar de que eso sea así. Ojalá. Y luego, desde un Gobierno de España no instalado en el proceso, habrá que hacer frente al desafío que ETA dará en el País Vasco, pero es posible que las circunstancias entonces no les animen a ganar. Pero eso está por ver.
Tamaratamaral
También Rosa Díez pertenece a este grupo ..el de gente con principios éticos ..que curiosamente son tratados de fascistas..lo que hay que leer..Dios mío..y la consigna de que eta no existe ha calado entre separatistas y izquierdistas..claro porque eso cuestiona que bildu es demócrata ..que asco