Tiempos de cambio para la plaza de toros de Las Ventas. El santuario del toreo patrio (con permiso de la Maestranza de Sevilla) lleva pidiendo a gritos un cambio radical desde hace varios años. Basta con haber acudido a alguna faena en la última Feria de Otoño o San Isidro para darse cuenta de que, lo que hasta hace poco era un templo sin mácula, ha terminado por convertirse en un emplazamiento con más mística que belleza y más pasado que presente.
Es bien sabido por todas las partes implicadas en Las Ventas (administración, toreros y aficionados) que el estado actual de la plaza deja mucho que desear. Y no es algo nuevo, es un tema que se viene comentando en los corrillos mucho tiempo atrás. Se ha dejado de ver el coso como un lugar que debe estar perfectamente acondicionado para la lidia, rebajando al mínimo los consabidos riesgos que conlleva el acto de torear.
Esto ha provocado un desapego muy grande en el último lustro antes de la pandemia, el cual solo se ha visto frenado esta temporada pasada por el regreso de la Feria y la ilusión que esta trajo a las decenas de miles de aficionados que permitieron colgar el cartel de no hay billetes la inmensa mayoría de tardes. Sin embargo, antes y después de saltar al ruedo, la polémica está más viva que nunca.
Uno de los líderes que ha encabezado esta petición de reformas inmediatas ha sido Morante de la Puebla. El diestro, siempre crítico con las decisiones tomadas en los últimos tiempos, estalló en la pasada Feria de Otoño contra Miguel Abellán, Director de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. El matador recriminó a Abellán que el ruedo estuviera un centímetro más alto, pero ya en 2017 se quejó de la pendiente y de lo duro que estaba el albero y cómo este perjudicaba la estabilidad del toro, pudiendo incluso romperse algún asta por el apelmazamiento de la tierra.
Otro cóctel letal en este asunto ha sido la transformación de Las Ventas en una discoteca después de las corridas, lo que ha traído dinero, pero también suciedad, averías y un desgaste que no se ha subsanado. En la actual cultura de monetizar todo, incluso la sobriedad de un lugar tan íntimo y sagrado como es una plaza de toros, el resultado no es más que la lógica consecuencia de una muy mala gestión por parte del Gobierno autonómico.
Un camino de desperfectos
Si ustedes han paseado por el interior de Las Ventas, habrán sido testigos privilegiados de la cochambre que allí reina. No hay un solo pasillo sin taras en el enlosado, ni paredes sin desconchones o moho. Amén de las decenas de cacharros que pululan por todas partes, que aquello parece el trastero del abuelo. Las barandillas, puertas, tabiques y demás elementos del interior de la plaza se encuentran muy abandonados. La tónica de suciedad reina por encima de todo. Y esto es algo absolutamente inadmisible en un recinto declarado Bien de Interés Cultural en 1994. La plaza, por cierto, fue inaugurada en 1931 y su estilo mudéjar la ha hecho famosa en el mundo entero.
Mentiríamos si dijésemos que Las Ventas no ha sufrido reformas, pues se han retocado cubiertas y falsos techos en 2018, se adecuaron el Archivo Documental y la Sala Cossío entre 2019 y 2020 y ampliaron los peldaños en las escaleras de los tendidos el año pasado. Sin embargo, todos estos parches (muy caros, por ciertos), no han tapado el evidente deterioro que sufre el coso. Desde la empresa de limpieza Plaza 1, responsable y con contrato en vigor para adecentar Las Ventas, achacan en declaraciones a El País al viejo aspecto del recinto la sensación visual que se tiene de que siempre está sucia. El que se lo quiera creer, que lo haga.
Un plan integral de reforma para Las Ventas
La Comunidad de Madrid escuchó a las partes implicadas y el pasado 1 de diciembre puso en marcha la primera de las tres fases previstas para continuar mejorando la conservación y seguridad del recinto. El Consejo de Gobierno dio luz a verde a una inversión de 2.1 millones de euros, la cual ocupará 45.000 metros cuadrados y abarcará numerosas tareas: limpieza y retirada de enseres y mobiliario sobrante en los deambulatorios, zonas de paso y espacios interiores, intervenciones en graderíos y sellado de las juntas que arreglen las condiciones de estanqueidad.
A estas les seguirán otras en solados cerámicos deteriorados y sumideros que garanticen la correcta evacuación de las aguas pluviales y la restauración de las barandillas en grada y andanadas, asegurando sus anclajes y sustituyendo toda la cerrajería que sea necesaria.
Esta primera fase debe concluir en abril de este año, justo antes de dar comienzo la Feria de San Isidro. La necesidad de llevarlo a cabo por tramos responde al hecho de no perjudicar en absoluto los festejos, fuente principal de ingresos para la plaza.
Las dos etapas restantes serán fundamentales para devolver a Las Ventas al lugar que merece. Sobre todo, porque afrontan el tremendo reto de reintegrar la seguridad a un recinto que ha dejado de estar a la vanguardia de solidez en su infraestructura.
Tras los mencionados festejos de mayo, se reconfigurará la andanada y la grada, de tal modo que la pendiente se reducirá drásticamente y se pasará de ocho filas a seis, disminuyendo de forma considerable el aforo actual. De hecho, y atendiendo a los números que han hecho desde la Consejería de Presidencia, Las Ventas pasará de contar con 23.776 asientos a poco más de 20.000, una vez se ratifique la pérdida de 3.652 localidades.
También se aseará la estructura metálica bajo los tendidos, todo lo relacionado con protección contra incendios y el alumbrado. Esta intervención tendrá un coste de 11.5 millones de euros. Para la tercera fase, que arrancará en 2024, quedaría sanear las diferentes fachadas del coso madrileño, y contará con un presupuesto de entre siete y ocho millones de euros.
Una vez encauzado el problema estructural, falta por ver qué pasa con las fiestas y botellones que tienen lugar allí. Está claro que este abrazo al hedonismo ha acercado a muchísimos jóvenes que, hasta hace muy poco, tenían escaso o nulo interés por la tauromaquia. Han dejado dinero en las arcas y han rejuvenecido el perfil medio del visitante, pero a coste de llenar cada noche las instalaciones de basura, botellas y meadas. Una imagen que choca frontalmente con la visión que se debería tener. En fin, sea como fuere, el 2023 se antoja un año vital en el devenir y supervivencia futura de la plaza de Las Ventas. Veremos si tiene un final feliz.