El periodista de Vozpópuli Gonzalo Araluce ha presentado este martes en el Centro Riojano de Madrid junto a la ministra de Defensa, Margarita Robles, su nuevo libro, Zona de Operaciones. Araluce también ha estado acompañado del Teniente General Francisco Braco Barbó, comandante del Mando de Operaciones del Ejértico español.
El libro de Gonzalo Araluce cuenta con material inédito hasta la fecha: fotografías que reflejan los escenarios en los que se han desempeñado los militares españoles y documentación que dota a los episodios del rigor histórico que requiere la obra. Pero el principal valor del libro se sostiene en los testimonios de sus protagonistas. Destaca el relato en primera persona, toda vez que estas páginas van más allá de las costuras de los uniformes para conocer los nombres de quienes los visten, sus rostros, anhelos o reflexiones. ¿Cómo se preparan para afrontar esos riesgos?
Los capítulos de Zona de operaciones discurren por las carreteras de Bosnia –la primera gran misión de las Fuerzas Armadas en el exterior–, entre las emboscadas de Irak y por el siempre exigente Afganistán, hasta la misma evacuación del aeropuerto de Kabul; se enfrentan a la incertidumbre del Mediterráneo durante los peores compases de la crisis migratoria de los últimos años y a los temerarios piratas que operan desde Somalia; se asoman a la vorágine de violencia que sacude República Centroafricana o al incierto polvorín de Mali. Y también abren una ventana a la solemnidad en la que se desempeñaban los militares españoles que acondicionaron el Palacio de Hielo, en Madrid, como un depósito de cadáveres, cuando la pandemia del coronavirus convirtió España en la principal zona de operaciones en la que trabajaban las Fuerzas Armadas.
«Son testimonios que, más allá de la sacudida vital que supone para sus protagonistas, representan un renglón destacado en la historia reciente de España, aunque hayan pasado absolutamente desapercibidos para la sociedad», afirma Gonzalo Araluce. «No evocan sus intervenciones con la adrenalina habitual de las películas bélicas, sino que se consideran a sí mismos como una pieza más de un engranaje más amplio, que actuó de la forma adecuada en el momento más exigente, incluso cuando todos los elementos parecían empujarles en la adversidad».
