Al culebrón provocado por las escuchas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sobre independentistas catalanes le quedan todavía unos cuantos capítulos, pero ya empiezan a vislumbrarse los destrozos que va a dejar en el Gobierno. Uno de ellos es el desgaste del ministro de la Presidencia y actual hombre fuerte, Félix Bolaños, figura emergente en el socialismo tras el cambio de gabinete que realizó Pedro Sánchez en julio del año pasado con el fin de tomar impulso, coinciden en señalar a Vozpópuli diversas fuentes del Gobierno y del PSOE.
Ha expuesto al jefe del Ejecutivo a un aparente callejón sin salida, señalan los más críticos: Ahora ni puede desclasificar el expediente de vigilancia al presidente de la Generalitat -como le exige el propio Pere Aragonès- sin autorización del Tribunal Supremo, ni tampoco cesar a la directora del servicio secreto, Paz Esteban, solo "por haber cumplido su labor". Y son bastantes quienes juzgan descabellada la rueda de prensa de Bolaños el lunes pasado para revelar que al propio Sánchez y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, también les espiaron en mayo/junio de 2021, hace un año.
Si su objetivo era "diluir" la denuncia independentista, lo cierto es que ha terminado mezclando dos asuntos que no tienen nada que ver y abriendo otra crisis entre él y la ministra de Defensa a cuenta de quién tenía la responsabilidad de proteger el móvil del presidente. "Margarita está amortizada y ella lo sabe, precisamente por eso está haciendo lo que está haciendo: defender a los suyos, que no es solo la directora, es todo el CNI (…) Es magistrada y va a volver al Tribunal Supremo. No tiene nada que perder y no va a dejar que Bolaños las sitúe a ella y a Esteban como chivos expiatorios de todo este embrollo", resume una fuente.
Secretario general antes que ministro de Presidencia, detalle importante porque de él dependía la seguridad del móvil de Sánchez cuando fue hackeado -según se ha encargado de señalar Robles para alejar del CNI la responsabilidad que le intenta endosar-, al nuevo hombre fuerte de La Moncloa no le está saliendo bien la estrategia de contención de daños que puso en marcha nada más desvelar la revista estadounidense New Yorker el supuesto espionaje ilegal a 66 independentistas.
Como Sánchez no puede dejar caer a Margarita Robles sin mostrar debilidad, la única cabeza de turco posible era la directora del CNI, pero fue su superiora, la propia Robles, quien dinamita el plan en la sesión de control al Gobierno el día 27 de abril
El reportaje salió publicado el 18 de abril y se basa en una investigación del laboratorio canadiense Citizen Lab en la cual participa, a modo de juez y parte, uno de los espiados, Elíes Campo. El Forensic realizado por los ingenieros solo concluye que los 66 móviles fueron hackeados mediante el sistema Pegasus -comercializado por la empresa israelí NSO entre medio centenar de países y empresas-, no que lo hiciera el CNI. A pesar de ello, La Moncloa y el PSOE contribuyen sorprendentemente con su distanciamiento o sus calculados silencios a dar crédito a la versión independentista de que fue el servicio secreto español el que les escuchó ilegalmente entre 2017 y 2020.
Lo hacen movidos por la urgencia de buscar una salida a la presión de su socio Unidas Podemos, lanzado ya en ese momento a pedir la cabeza de Robles sin más pruebas -no así la vicepresidenta Yolanda Díaz-, y por la necesidad de no desairar a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), a su vez presionada por Junts pel Cat, el partido de Carles Puigdemont, para que los republicanos tumben de una vez al Gobierno. El objetivo de Presidencia es claro hasta ese momento: Como Sánchez no puede dejar caer a Robles sin mostrar una tremenda debilidad, la única cabeza de turco posible es la directora del CNI, Paz Esteban.
Al ministro le 'incautan' el móvil
En medio de este clima de tensión, con Aragonès exigiendo dimisiones, Pedro Sánchez envía a Bolaños a Barcelona el domingo 24 de abril a entrevistarse con la consejera de Presidencia Laura Vilagrá y preparar la guillotina política para Esteban, pero Vilagrá le recibirá con un gesto de lo más inamistoso: obliga al ministro a dejar el móvil fuera de su despacho en la Generalitat por miedo a ser grabada.
Durante la posterior rueda de prensa, él ignora el desaire y continúa con el guion del viaje, que consiste en anunciar una investigación interna del CNI -lo cual acabará provocando en el servicio secreto, que se siente abandonado, y el Ministerio de Defensa- y otra del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, para zanjar la crisis. Ni Aragonés ni el resto aceptan, pero Bolaños vuelve a Madrid en la creencia de que ERC no va a dejar caer al Gobierno.
Durante los siguientes tres días en las filas socialistas dan por hecho el cese Paz Esteban porque ni siquiera la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, avala su continuidad, pero el miércoles 27 de abril, sesión de control al Gobierno en el Congreso, Margarita Robles dinamita ese escenario acusando al independentismo de "victimismo" y preguntándose de manera enfática: "¿Qué tiene que hacer un Estado cuando alguien declara la independencia?"… La verdadera crisis, la de la estabilidad parlamentaria del gobierno, no había hecho sino empezar.
Al día siguiente, jueves, llega la primera consecuencia: ERC se abstiene en la votación del decreto de medidas urgentes para paliar los efectos económicos de la guerra de Ucrania, que sale con el voto in extremis de Bildu, y las críticas internas a Robles de buena parte del Grupo Socialista -"ella va por libre", dicen- se unen a la resignación hacia unos republicanos catalanes que "no son de fiar" en los momentos decisivos de la legislatura.
Bolaños creyó que con el espionaje al presidente en 2021 había encontrado la justificación definitiva para echar a la directora del CNI, por negligente, pero se le volvió como un bumerán al revelar Defensa que la seguridad del móvil presidencial dependía de él
Así estaban las cosas cuando el lunes el ministro Bolaños y la portavoz, Isabel Rodríguez, protagonizan un inaudito giro de los acontecimientos. Convocan por sorpresa una rueda de prensa a primera hora rodeada de sigilo y expectación en la que lanzan un bombazo: Pedro Sánchez y la ministra Robles también fueron espiados con Pegasus hace un año.
El CNI vuelve entonces al centro de un huracán que ahora amenaza con mezclar vigilancias judicializadas con el hackeo de una potencia extranjera -probablemente Marruecos-. Durante las 48 horas siguientes se produce un forcejeo en el gabinete entre La Moncloa dirigida por Bolaños, que cree haber encontrado la justificación definitiva para cesar a Paz Esteban, el propio centro y Defensa.
Según dijo la ministra portavoz en Onda Cero, el terminal telefónico espiado se lo proporciona al presidente La Moncloa -es decir, el Bolaños secretario de Presidencia en 2021- pero su seguridad siempre dependió del Centro Criptológico Nacional (CCN) que, a su vez, depende del CNI. El Ministerio de Defensa y Robles se revuelven, y recuerdan que el decreto de formación del Nuevo gobierno, en julio, deja claro que la "coordinación de las comunicaciones" toda es competencia de La Moncloa y que el CCN solo puede monitorizar el posible hackeo a un ministro si éste lo pide y entrega el móvil.
Todo ello culmina este miércoles 4 de abril con Robles ante la Comisión de Defensa censurando los ataques de los socios del Gobierno -y las sospechas lanzadas desde La Moncloa- contra un CNI "que no se puede defender". Y con Paz Esteban revelando al día siguiente, jueves ante la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso, reunida a puerta cerrada, que los escuchados por el CNI entre 2017, año del referéndum ilegal, y 2020 nunca fueron 66; en total documentó con nombres y apellidos 18 expedientes -todos con mandato del juez del Tribunal Supremo encargado de visar el trabajo del centro-, entre ellos Pere Aragonès. Y habló de otra decena de escuchas a yihadistas que nada tienen que ver con el procés.
Sánchez, forzado a dar la cara
Ahora, con un Bolaños cuestionado internamente y Paz Esteban blindada momentáneamente en su puesto por la deriva de los acontecimientos -Héctor Gómez, portavoz del Grupo Socialista, terminó esta semana con un "no es momento de hablar de ceses"-, a Pedro Sánchez no le queda más remedio que implicarse personalmente para apaciguar a Pere Aragonès. Ambos coincidieron en Barcelona el viernes en unas jornadas del Círculo de Economía y han quedado en verse para ver como solventan la "situación gravísima" que viven las relaciones entre PSOE y ERC.
Mientras tanto, el miércoles todos los ojos van a estar puestos en ver cómo Bolaños explica la crisis ante la Comisión Constitucional del Congreso, a modo de aperitivo de lo que será, a finales de mes, la comparecencia del propio presidente del Gobierno para explicar al Pleno, forzado a bajar a la arena por todos los grupos, este vodevil de espías que empezó con una escuchas supuestamente ilegales a 66 independentistas y ha acabado en 18 legales y de propina una fuga de 2,6 gigas de información del móvil de Sánchez a una potencia extranjera con imprevisibles consecuencias.
RAFA PEREZ
Recoger información para proteger al Estado se ha hecho siempre. Unas veces con eficacia y otras con menos. Lo hacen todos los países para proteger a su Estado. Los separatistas lo primero que tienen que hacer es cumplir la ley. Después si los espían se pueden quejar. Pero si siguen delinquiendo o constituyendo o potenciando organizaciones para delinquir contra el Estado, hay que espiarlos, vigilarlos y marcarlos de cerca, constantemente. Ante indicios de delitos hay que detenerlos y6 ponerlos a disposición de la justicia, es lo que se hace con los delincuentes. Si Sánchez cesa a la directora del CNI, la ministra Robles tiene que dimitir inmediatamente. Sí o sí. En otro caso quedará inhabilitada para mandar. A un jefe si le tumban sin motivo a un subordinado, debe irse por no haber sido capaz de evitarlo. El CNI, si cesan a su directora, debe ser consciente, todos su componentes, que los han vendido por un plato de lentejas. Es decir, le han dicho que el CNI no valen para nada.