Los datos demoscópicos que maneja la dirección del PSOE son muy preocupantes para Pedro Sánchez o para el candidato que le sustituyera en el cartel electoral en el caso de tener que afrontar nuevas legislativas. Los sondeos más fiables que se manejan en Ferraz confirman la foto del último CIS: el PP continuaría siendo el partido más votado y la gran novedad llegaría del ascenso de Podemos como segunda fuerza política, orillando a los socialistas a la tercera posición. Esta misma semana, cuando Pablo Iglesias enseñe su programa, el PSOE sabrá si juega de farol o, definitivamente, descarta apoyarle en la investidura. Puede que la oferta encaje con la que le trasladó Sánchez hace una semana, pensada para llegar a un acuerdo, pero que a la hora de repartir los sillones del Gobierno las aspiraciones de Podemos lo hagan imposible. Posiblemente, a partir de este lunes se superen las dudas.
El reparto de sillones en el Gobierno, más que el programa, pueden acabar impidiendo el pacto con Podemos
Si bien el mapa parlamentario sería muy parecido al nacido del 20-D y tampoco alumbraría un Gobierno claro, los datos que maneja Ferraz apuntan a que Podemos consolidaría su hegemonía entre el voto joven y urbano, situándose como el partido que cuenta con mayoría de votantes en todas las franjas de edad inferiores a los 65 años. Del último CIS se desprende también esta misma conclusión: Podemos es el que pisa más fuerte en las grandes ciudades, especialmente en Madrid y Barcelona, mientras que el PP es el preferido en las pequeñas y medianas y en los ayuntamientos con menos población. De esta forma, el PSOE solo superaría al PP en las ciudades con una población comprendida entre los 400.000 y el millón de habitantes y en los pueblos de hasta 50.000. Un resultado a todas luces insuficiente para tener garantizada la gobernabilidad de España en caso de que se celebraran nuevas legislativas.
Frenar nuevas elecciones se ha convertido, pues, en un objetivo no solo básico para Pedro Sánchez sino también para el PSOE, aseguran fuentes de la ejecutiva federal, aunque si la única salida para evitarlas es dar a Pablo Iglesias una Vicepresidencia y cubrir medio Gobierno con ministros de Podemos y sus organizaciones afines (En Marea, En Comù Podem), será una misión imposible ya que importantes barones del PSOE no transigirían con ello. Es más, algunos miembros del equipo que negocia la investidura ven con espanto esta posibilidad, aunque las apariencias intenten disfrazarse con el fichaje, nada sencillo por otra parte, de “personalidades independientes de prestigio”.
El cálculo electoral como enemigo de la negociación
Ni Sánchez ni los que le rodean tienen todavía una conclusión clara sobre lo que persigue Podemos, entre otras razones porque han detectado, a través de contactos informales, que dentro de la formación morada tampoco hay un criterio unánime sobre la conveniencia de facilitar la investidura de Sánchez o ir a nuevas elecciones. El cálculo electoral de unos y otros ante la posibilidad de esta última opción ha acabado por condicionar no solo el diálogo con Ciudadanos, el partido al que menos parecen interesarle nuevos comicios, sino también el posible entendimiento con Podemos.
Si En Comú Podem apoya la investidura, acabará arrastrando a ERC y Convergencia a la abstención
Desde un liderazgo aparentemente en letargo, estos días algunos barones socialistas han recordado a los hombres de confianza de Sánchez que se mantiene viva la resolución del comité federal que prohíbe pactar con fuerzas independentistas o que defiendan el derecho de autodeterminación. Ni Podemos ni En Comù Podem han renunciado todavía al referéndum en Cataluña, aunque está por ver el fruto de la negociación iniciada desde hace semanas por Miquel Iceta, primer secretario del PSC, con la plataforma sobre la que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quiere levantar su partido, orientada a orillar momentáneamente el ímpetu soberanista para facilitar la investidura de Sánchez.
Iceta está convencido de que si consigue que el historiador Xavier Domènech, el diputado más preparado que En Comú Podem ha aportado al Congreso, aparte de sus prioridades el llamado ‘derecho a decidir’ y ponga a sus 12 parlamentarios al servicio de la investidura de Sánchez, esta decisión acabará arrastrando hacia la abstención a los 9 diputados de Esquerra Republicana y a los 8 de Democracia y Libertad, la nueva marca de Convergencia, suma imprescindible para que el PSOE llegue a La Moncloa si no cuenta con el apoyo activo o pasivo de Ciudadanos y el PP.
La abstención de los independentistas en la investidura de Sánchez les permitiría negociar luego ventajosamente en Madrid con un Gobierno débil, escorado a la izquierda y predispuesto a eliminar algunas de las barreras que colocó el PP en la X legislatura para frenar el proceso secesionista. Esto es, al menos, lo que comentan en privado los líderes de ERC mejor conectados a Oriol Junqueras. Falta por ver si, finalmente, Sánchez es capaz de esquivar el filtro del comité federal a la prohibición de llegar al Gobierno con estas muletas, pues una vez instalado con ellas en La Moncloa será más difícil que el PSOE maniobre para quitárselas.
Los casos de corrupción complican la equidistancia a la que juega Albert Rivera con el PP y el PSOE
Se enfilan, pues, jornadas decisivas para la apuesta a vida o muerte en que ha decidido embarcarse el líder del PSOE, atento a los nuevos azotes que puede recibir Mariano Rajoy por los casos de corrupción que anidan en su partido y el margen cada vez más estrecho que estos dejan a Ciudadanos para seguir jugando a la frágil equidistancia en la que aspira a instalarse a través de su apoyo a la gran coalición.