Mano derecha, fiel valido, escudero, mayordomo... Jorge Moragas está en boca de todos en Moncloa. Se ha convertido aún más en la auténtica mano derecha del presidente, el cancerbero inexpugnable que hay que superar si se quiere ver a Rajoy. Tras el declinar de la figura de Sáenz de Santamaría, su figura ha cobrado una mayor relevancia. Cuentan en Moncloa que alguno de los asuntos que no hace tanto despachaba Rajoy con su vicepresidenta no salen ahora del estrecho círculo del despacho del presidente, en el que figura, con entorchados de primus inter pares, Jorge Moragas. Es ahora mismo el verdadero factótum del engranaje del equipo presidencial. Sin ser amigo del presidente, que no lo es, ("y mejor que así sea", dicen en su equipo), conoce casi todos los secretos, está al cabo de casi todos los proyectos y, por supuesto, pasa junto al presidente más horas que cualquier otro de los mortales que faenan en el complejo monclovita. Es hiperactivo, vitalista, animoso, buen conversador, simpático y consigue trasladar un contagioso optimismo aún en los momentos más rígidos de la política. Se ha granjeado, sin embargo, una imagen de frivolidad que quizás resulte algo exagerada.
Moragas se pasea por todos los rincones de España y del mundo a dos metros del presidente, con su mochila característica mucho antes de que se supiera de Pablo Iglesias
Hombre discreto, leal y astuto, Jorge Moragas (en su Cataluña, llamadle Jordi), se pasea por todos los rincones de España y del mundo a dos metros del presidente, con su mochila característica, que puso de moda mucho antes de que se supiera de la existencia de Pedro Sánchez o de Pablo Iglesias, otros mochileros urbanos muy característicos de nuestra política.
Discreto negociador
Moragas es miembro de la carrera diplomática y ejerce de tal. Durante los momentos de mayor tensión entre Moncloa y la Generalitat, con ocasión del famoso referéndum inconstitucional promovido por Artur Mas, ejerció con intensidad sus buenos oficios mediadores con empresarios y financieros de Cataluña. Precisamente uno de los momentos políticos más delicados de su trayectoria coincidieron con un episodio sucedido en Cataluña. Su amistad con la exnovia del primogénito de los Pujol saltó a la luz pública en forma de unos sms delatores, que le crearon alguna dificultad. Finalmente salió airoso de un embrollo que todavía no se ha aclarado en su totalidad.
Su proximidad con Rajoy nace en 2008, cuando el entonces presidente del PP, en la oposición, le ofrece ser coordinador de Presidencia y de relaciones internacionales del partido. Sus buenos contactos europeos le ayudan a transitar con soltura en este cometido. Con la llegada del PP al poder es nombrado jefe de Gabinete del presidente del Gobierno y así se transforma en la mano derecha de Rajoy, su más leal servidor, su pieza insustituible, su controlador de agendas, de citas, de contactos, de desplazamientos. Ha montado un equipo muy bien engrasado, con gente joven y capaz, que se deshace en elogios hacia su jefe.
Moragas tuvo mucho que ver en la designación de Juan Manuel Moreno Bonilla como jefe de filas del partido en Andalucía
Tiene excelentes relaciones con buena parte de los ministros del Gobierno, en especial con los más cercanos a Rajoy como Jorge Fernández o Ana Pastor. Aunque se subrayan, sin embargo, serias discrepancias con el titular de Exteriores. Al cabo, Moragas es un hombre 'de la carrera' y tiene algunos amigos que no han recibido por parte de García-Margallo el trato que él considera justo. Meras cuestiones profesionales.
Un episodio brumoso
En Génova también se le dispensa un trato amable, aunque saltan chispas cuando se inmiscuye en asuntos que corresponden estrictamente al partido. Por ejemplo, su excelente relación con Alicia Sánchez-Camacho, líder del PP catalán, le han animado a atribuirse más funciones de las que en puridad debería. También tuvo mucho que ver en la designación de Juan Manuel Moreno Bonilla como jefe de filas del partido en Andalucía. Sus oscuros intereses en un complejo de nuevas tecnologías malagueño, el denominado Málaga Valley, le vinculaban directamente con Juanma Moreno y con algunos de los hombres de confianza de Javier Arenas. Tampoco se desveló demasiada información sobre ese asunto, que quedó finalmente sumido en la bruma.
Mantiene trato amigable con un buen número de periodistas, a quienes facilita información con cuentagotas, ya que cuenta con una alta discreción y sentido del deber. Ahora que Rajoy ha decidido guardar cierta distancia con su vicepresidencia, su papel cotiza en alza. El propio presidente le consulta sobre cuestiones que no necesariamente tienen que ver con sus ocupaciones cotidianas, como por ejemplo los cambios que piensa introducir, posiblemente esta semana, tanto en el partido como en el Gobierno. Moragas está al cabo de casi todo lo que pasa por el despacho presidencial. Pero de lo que no puede estarlo es de cuanto pasa por la cabeza del presidente, el hombre más reservado de la política occidental, según cuentan que lo define el propio Moragas.