José María Aznar conserva todavía a una pequeña cuadrilla de fieles en el Grupo Parlamentario del PP, en la que conviven diputados en su día caídos en desgracia, como Gabriel Elorriaga, junto a otros de diferente trayectoria como Cayetana Álvarez de Toledo, Carlos Aragonés o Pilar Marcos, esta última antigua redactora del diario El País. Tienen la mayoría de ellos mucho tiempo libre y algo en común: todos sirvieron al expresidente desde diferentes puestos de responsabilidad, bien sea en La Moncloa, bien sea en FAES, y bien que le siguen admirando. Para conocer lo que Aznar se trae entre manos, lo que opina o, simplemente, para saber por dónde le pueden venir los tiros a la actual dirección del PP, hay parlamentarios que colocan periódicamente sus antenas sobre esta reducida congregación y escuchan a través de ellas la respiración del expresidente. El último hallazgo es que Aznar culpa a Mariano Rajoy de haber alcanzado un acuerdo con el consejero delegado de Prisa, Juan Luis Cebrián, para reorientar hacia su fibrosa persona las informaciones más dañinas de la trama Gürtel, a cambio, claro está, de salvar al Grupo Prisa de la quiebra.
La gota que colmó el vaso de Aznar fueron las informaciones sobre la boda de su hija y los gastos que financió la trama Gürtel
Según fuentes parlamentarias, lo que colmó la gota en el vaso de Aznar y le dio la pista en la que descansan sus sospechas fueron las informaciones que facilitó El País, buque insignia de Prisa, sobre la boda entre su hija y Alejandro Agag, celebrada en El Escorial en 2002, presuntamente financiada, en parte, por la trama que dirigía Francisco Correa, según consta en el sumario que instruye sobre el caso la Audiencia Nacional. En este documento, se refleja que una de las empresas de la red Gürtel abonó parte de los gastos de la fiesta y los incorporó a su contabilidad. A estas informaciones, el diario sumó otras referidas a los sobresueldos que cobraron exdirigentes del PP durante la época en la que Aznar presidió el partido.
La respuesta del expresidente en el plano judicial no se hizo esperar y, a través de FAES, anunció una querella contra el periódico, posteriormente ampliada, por una vulneración del derecho al honor, después del desmentido en el que aseguraba que nunca cobró sobresueldos del partido ni promovió tampoco la organización de un sistema de pagos ilegales para defraudar a Hacienda.
Al expresidente se le atragantó ver a Mariano Rajoy participando en el mismo seminario parisino en el que intervinieron Juan Luis Cebrián y Felipe González
Pocas semanas después de estas demandas, cuyo juicio verá la luz antes de fin de año, Aznar se tragó el sapo de tener que ver a Rajoy en París participando en un coloquio sobre empleo juvenil junto a Cebrián y el expresidente Felipe González, dentro de un seminario organizado por el Instituto Berggruen. Para mayor escarmiento, después se enteró que Rajoy y González estuvieron reunidos en La Moncloa, precisamente el día en el que él mismo exhibía en Antena 3 sus quejas y amagaba, incluso, con volver a primera línea de la política.
Lo que el expresidente ha confesado en privado a algunos de los que fueron sus más estrechos colaboradores en su etapa de Gobierno es que siente que su mandato está siendo sometido a un juicio popular muy injusto y que desde su partido no se ha querido defenderle como se merece y se está colaborando, por activa o por pasiva, a su "destrucción política". Curiosamente, esta es una impresión muy parecida a la que puede estar compartiendo el extesorero del PP Luis Bárcenas, cuya mujer ya se atreve a confesar, después de ver a su marido en la cárcel, que no se fía de nadie.
La queja de Aznar de no estar siendo defendido por su partido como él cree que se merece, guarda similitud con los lamentos de Luis Bárcenas
En los llamados ‘papeles de Bárcenas’, que forman parte de la pieza separada del ‘caso Gürtel’ instruida por el juez Pablo Ruz, no se menciona de forma explícita a José María Aznar, a pesar de que fue quien más responsabilidades tuvo en la mayoría de las ejecutivas a las que sirvió el extesorero desde 1990.
La sospecha de Aznar sobre el pacto al que el presidente del Gobierno habría llegado con Prisa coincide en el tiempo con las críticas que este último grupo editorial recibe de la actual dirección del PSOE por el tratamiento informativo que está dando a las tensiones internas que afronta Alfredo Pérez Rubalcaba. “Esto ya no es lo que era, nos hemos quedado sin prensa amiga en el peor de los momentos”, comentaba el pasado jueves un alto cargo del PSOE muy vinculado a la etapa de Zapatero.