El expresidente del Gobierno José María Aznar no se ha pronunciado este jueves sobre el llamado 'informe Chilcot', que recoge una investigación independiente sobre la participación del Reino Unido en la guerra de Irak, y se ha remitido a lo que ya expresó sobre este asunto en su segundo libro de memorias, según han indicado a Europa Press fuentes próximas a Aznar.
En el citado informe, presentado el miércoles por John Chilcot, se subraya que el exprimer ministro británico Tony Blair y Aznar acordaron poner en marcha una estrategia de comunicación para intentar demostrar que "estaban haciendo todo lo posible para evitar" la guerra. Según añade, ese pacto entre Aznar y Blair se concretó en una reunión que ambos mantuvieron en Madrid el 27 y 28 de febrero de 2003, menos de un mes antes de la invasión de Irak. En una comparecencia pública, Blair ha respondido a ese informe asegurando que asume "toda la responsabilidad" por cualquier error cometido en la guerra de Irak, "sin excepción ni excusas". Además, ha recalcado que tomó la decisión de "buena fe" y para "el mejor interés" de su país.
En una comparecencia pública, Blair ha respondido a ese informe asegurando que asume "toda la responsabilidad" por cualquier error cometido en la guerra de Irak
Aznar defiende su actuación
Sin embargo, fuentes próxima al expresidente del Gobierno consultadas por Europa Press han recordado este jueves que la posición de Aznar sobre este asunto ya la expresó ampliamente en su libro de memorias El compromiso del poder, que se presentó en noviembre de 2013. En ese libro, Aznar dedica el capítulo nueve (unas 30 páginas) a explicar su posición sobre Irak. "La decisión de intervenir en Irak se enmarca en el contexto internacional y estratégico provocado por el 11-S", comenzaba, para añadir que lo importante para él era "preservar y hacer respetar los intereses de España".
Aznar explica que cuando Francia y Alemania decidieron hacer pública una declaración sobre la cuestión de Irak "sin contar con el criterio o la opinión del resto de los países de la Unión", su respuesta fue decir "no". "En lo que afecta a España, tuve la oportunidad de decidir si nuestro país continuaba con una política de complacencia ante el núcleo de lo que se autodenominaba la 'Europa europea' o si, por el contrario, dejaba de jugar a ese juego y enfocaba la política exterior tal y como yo creía que era más conveniente a sus intereses. Tuve la oportunidad y tomé una decisión", sostiene en su libro.
El expresidente relata cómo buscaron apoyo en el Consejo de Seguridad, planteando la conveniencia de promover una nueva resolución que "actuara, si llegaba el caso, como desencadenante de la acción militar". "El primer ministro británico Tony Blair y yo mismo aconsejamos esa iniciativa, no porque la considerásemos jurídicamente necesaria, sino porque parecía políticamente conveniente si con ello se ayudaba a ensanchar y fortalecer el consenso desde el que afrontar la crisis", dice. A su entender, que hubiera o no una nueva resolución parecía "traer sin cuidado a los demás", que "habían adoptado una postura de oposición a EEUU" y habían elegido este asunto "para buscar un factor de movilización política y callejera". Destaca que el socialista José Luis Rodríguez Zapatero lo dejó "muy claro cuando llegó a reconocer que "no apoyaría la intervención aunque hubiera una nueva resolución de las Naciones Unidas".