La crisis económica derivada de la covid-19 sigue haciendo mella entre la población. Cada vez son más las personas que tienen que recurrir a ayudas de diversa índole tras haber perdido el empleo y agotar todos sus recursos.
El reparto de alimentos es una de las medidas que mayor importancia está cobrando en estos meses de pandemia. Desde marzo hasta la actualidad el número de personas atendidas por la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) se sitúa en 1,7 millones, mientras que en el año 2013, durante la crisis económica, se alcanzó el millón y medio.
Además de incrementarse el número de personas que se ven obligadas a solicitar este tipo de ayudas, el perfil de las mismas no es el mismo que antes de la llegada del coronavirus. "Lo que sabemos es que ha habido un cambio de ese perfil tradicional y un incremento de en torno al 40% en cuanto a personas atendidas", apuntan desde FESBAL.
Entre los solicitantes, "hay gente que nunca había tenido que acudir a ellas, como los autónomos o gente que vivía en una economía paralela, que ahora se ven obligados a que le faciliten ayudas las ONG con las que trabajamos", explican a Vozpópuli desde la organización. También, aseguran, se trata de gente joven, familias enteras que se han quedado sin ingresos y más españoles que en anteriores periodos.
Antes dábamos entre 100 y 120 desayunos al día y ahora entre 200 y 220"
"Al principio en los desayunos atendíamos sobre todo a gente sin hogar y ahora también a gente joven con hijos a cargo. Familias sin recursos", afirma Paula, trabajadora social en la ONG Mensajeros de la Paz. Esta organización con sede en la iglesia de San Antón, situada en pleno centro de Madrid, ha duplicado el número de desayunos que ofrece: "Antes dábamos entre 100 y 120 al día y ahora entre 200 y 220".
Además de este servicio y el de las cenas que sirven en los restaurantes Robin Hood, durante el estado de alarma en Mensajeros de la Paz se vieron en la tesitura de tener que ayudar a las familias sin recursos con tablets y ordenadores para facilitar a los menores el seguimiento de las clases telemáticas. "Algunas familias solo tenían un teléfono para tres hijos, y así era imposible", relata Paula.
Antes de la llegada de la covid-19, la iglesia de San Antón también servía como refugio para muchas personas sin hogar durante las frías noches de Madrid; dormían todos juntos dentro de la parroquia, algo que ahora resulta imposible.
"Cuando son despedidos no tienen alternativas"
Muchos de los que recurren a las ayudas que ofrecen organizaciones como las citadas han sido despedidos durante estos meses de pandemia, especialmente durante el estado de alarma, y no tienen acceso a prestaciones por desempleo. "Suelen tener trabajos precarios y cuando son despedidos no tienen alternativas", apunta Paula.
Desde Mensajeros de la Paz explican también que gente que había dejado de necesitar la ayuda de la organización ha vuelto a solicitarla tras haber empeorado su situación por la pandemia de covid-19.