El recién nombrado general de Brigada Valentín Díaz es la apuesta del Ministerio del Interior y los nuevos responsables de la Guardia Civil para ocupar el puesto de hombre fuerte de la lucha antiterrorista, según informan a Vozpópuli fuentes conocedoras de la remodelación emprendida en el Cuerpo. Se trata del número dos del anterior responsable de los servicios de información, Pablo Salas, ascendido a Director Adjunto Operativo (DAO).
Valentín Díaz es el perfil favorito del propio Salas y de la directora general María Gámez, según las mismas fuentes. En el Servicio de Información de la Guardia Civil dan por hecho su nombramiento desde el momento en el que comenzaron los movimientos, acelerados tras el cese repentino del coronel Diego Pérez de los Cobos al frente de la Comandancia de Madrid y la dimisión de Laurentino Ceña como máximo cargo uniformado de la institución.
Es el relevo natural, según conciben los propios uniformados de la Jefatura de Información en la que Valentín Díaz lleva los últimos 23 años, muchos de ellos al lado de Salas. El Servicio de Información de la Guardia Civil, con 79 años de historia, es el corazón de la lucha antiterrorista del Cuerpo. Aglutina las unidades dedicadas a perseguir el terrorismo autóctono, es decir, lo que quede de ETA, GRAPO o Resistencia Galega fundamentalmente (UCE-1).
Perfil de analista
Ahí empezó Valentín Díaz como capitán dentro de la rama de “elaboración”, es decir, los analistas de Información a los que poco después pasó a dirigir al ascender a comandante. Ya como teniente coronel pasó a ser el máximo responsable de toda la Unidad. “Es el único jefe que se ha ganado mi respeto”, dice uno de sus subordinados en esa andadura. Compañeros consultados para esta información le definen como una persona discreta alejada de los focos.
Hace unos años, acudió a un seminario sobre seguridad que organizaba por estas fechas la Universidad Complutense en los cursos de verano de El Escorial. Allí mandó un mensaje a la banda en la época en la que desde el Ministerio del Interior se caricaturizaba a ETA diciendo que lo que quedaba de ella cabía en un microbús: "Si no entregan las armas, tendremos que quitárselas". Un año después se produjo el presunto desarme de la banda en el sur de Francia que calificó como un “paripé”.
Hace un año participó en unas jornadas celebradas en Pamplona. Allí puso el acento en la importancia de monitorizar al grupo de disidentes de la banda que hace semanas han protagonizado un rebrote violento en el País Vasco y en Navarra en solidaridad con un preso de la banda que se declaró en huelga de hambre.
Sobre la disidencia etarra
A día de hoy "no se atisba riesgo" de que puedan cometer un atentado, dijo. Pero también precisó que "eso no quiere decir que en un momento determinado no se compliquen las cosas. Coger una pistola es fácil". Muchos de los titulares de aquel acto destacaron esa frase, que desde la Guardia Civil consideraron que se había sacado de contexto.
El mando del Instituto Armado también mostró su rechazo a la constitución de lo que calificó como comisiones "de la verdad" que "pretenden desprestigiar a los efectivos policiales que lucharon contra el terrorismo". Tanto el Parlamento vasco como el navarro han impulsado leyes contra los 'abusos policiales'. Poco más se ha dejado ver ante los medios -tiene una hija periodista- este guardia civil muy alto “y con un bigote de guardia civil”, según destacan en tono de humor una persona de su entorno.
Participó en la serie documental elaborada por Movistar y el periodista Jon Sistiaga, ETA, el final del silencio; concretamente, en un capítulo sobre los años de plomo de ETA, cuando la banda golpeó con especial dureza en la década de los ochenta. "Al principio nos daban de todos los colores no estaba preparada ni la sociedad española, ni la sociedad vasca, ni el Estado, ni la Guardia Civil a un fenómeno terrorista como este", dice.
La ilegalización del entorno
En cuanto a su legado, destacan que siempre ha tenido un perfil como analista dentro de Información y no como operativo. Suya fue la apuesta por la ilegalización de todo el entramado etarra, es decir, las estructuras que rodeaban y prestaban soporte a los comandos, principalmente en el plano político y económico. “Eso fue importante porque podíamos seguir zumbando a los comandos, pero…”, destaca un veterano.
Otra de sus aportaciones fue la de aportar herramientas científicas al análisis de información y la titulación de los guardias civiles como peritos. Luego sus informes eran los que se trasladaban a las autoridades judiciales o se defendían en los juicios contra miembros de la banda terrorista. Él mismo tuvo que acudir como perito ante los tribunales. Así fueron condenados cientos de etarras y se le fueron arrancando brazos al pulpo del autodenominado Movimiento Liberación Nacional Vasco (MLNV) que dirigía ETA.
A la sombra de Salas
Los últimos años desempeñó el cargo de segundo jefe del Servicio de Información con la misión principal de coordinar a las unidades centrales, eso incluye también al terrorismo yihadista (UCE-2), la proliferación de armas y movimientos radicales violentos (UCE-3), el ciberterrorismo y el Grupo de Apoyo Operativo (GAO) en el que hizo carrera Salas. Son los encargados de las escuchas o prestar los aparatos de investigación a las unidades operativas.
La elección de Valentín Díaz es una apuesta por el continuismo en una estructura especialmente sensible dentro de las fuerzas de seguridad del Estado. Este martes, el Consejo de Ministros ha informado de que se le ha ascendido a general de Brigada, lo que se ha entendido en el Cuerpo como el paso previo a su designación definitiva al frente del aparato antiterrorista de la Guardia Civil que no niegan ni en Interior a la espera de la confirmación oficial.