Los caballos del escuadrón de la Policía Municipal de Madrid también han sufrido la crisis, pero por las informaciones que salen de sus cuadras hay también abandono. Entre algunas personas de las que trabajan en ese departamento existe un gran malestar por lo que consideran "dejación" por parte del Ayuntamiento de Madrid en el cuidado de los caballos y perros que tiene la Policía Municipal destinados en la Unidad de Apoyo a la Seguridad.
A pesar de contar con un veterinario propio, los animales tienen que ser tratados externamente en el hospital veterinario Sierra de Madrid, en San Agustín de Guadalix, "con el coste adicional que lleva eso al Ayuntamiento de Madrid, así como que afecta a la salud de los mismos", según afirman personas que conocen el asunto.
Cuando el veterinario está de baja su plaza la cubre otro compañero que no es especialista en caballos. Personas que conocen la situación de este escuadrón afirman que la clínica de la unidad "es completamente insalubre, con una capa de polvo de años, medicamentos caducados y tirados por los suelos, fuera de la nevera…". Señalan que, a pesar del presupuesto, apenas se usa el material sanitario y los que trabajan en la unidad se quejan del tiempo que tarda el veterinario en acudir cuando se produce una urgencia.
Estas mismas personas consideran que el pienso que comen los caballos y perros es de muy baja calidad. Incluso se han hecho análisis en la Facultad de Veterinaria porque al parecer tenían demasiado polvo. "La paja en ocasiones viene incluso podrida", afirman. Algunas de las personas que trabajan en el escuadrón se han quejado pero no ha servido para nada y el pienso es de la misma mala calidad. "Incomprensiblemente –afirman- vienen al escuadrón en ocasiones caballos lesionados, con más edad de la que se supone que tienen y castrados, cuando debían estar enteros".
Fuentes sindicales indicaron que no se entiende mantener en nómina al veterinario "cuando continuamente hay que llamar a los veterinarios de Guadalix". "Sería más económico pactar una igualdad para el seguimiento y tratamiento de los caballos y perros. Tal y como está ahora se duplican gastos", afirman. Otra de las quejas es que en muchas ocasiones las personas que ponen las vacunas son un policía sin formación o un estudiante.
Caballos de la policía
Los siguientes ejemplos demuestran la situación que denuncian estas personas:
Caballo Kairo. Estuvo en el escuadrón unos 8 meses. Nunca se llegó a montar. Se le llevó a hacer un examen neurológico porque no estaba bien. La respuesta fue que simplemente el caballo era deforme, así que se devolvió después de ocho meses.
Caballo Jeque. Vino en cumplimiento de varios requisitos, entre ellos estar entero. Sin embargo venía capado, aunque en los papeles ponía lo contrario. El pasado verano tenía un problema de piel. El veterinario afirmó que era porque lo tenían muy sucio por lo que mandó ducharlo todos los días con jabón Lagarto. Pero el caballo no mejoró. Dos semanas después vino una veterinaria de San Agustín de Guadalix y dijo que eran hongos y que no había que mojarlo. Le dio una crema y a los pocos días el caballo estaba curado.
Caballo Divino. Tuvo hongos en un ojo por lo que perdió la visión. A pesar de tener unos 16 años se gastó mucho dinero, seguramente más de lo que valía el caballo, en hacerle una operación pionera en España injertándole en el ojo tejido procedente de una perra. El caballo quedó ciego de ese ojo y actualmente sigue prestando servicio.
Caballo Elfo. También se le infectó un ojo pero el veterinario estaba de baja y la becaria no sabía qué hacer. Cuando vino un veterinario a verlo la infección había avanzado. Se le puso tratamiento, pero ya fue tarde y fue hospitalido en Guadalix durante un par de semanas, a pesar de lo cual acabó perdiendo el ojo. Actualmente está propuesta su baja por motivos estéticos, a pesar de que el caballo presta servicio casi con total normalidad.
Caballo Cibeles. Con cinco años sufrió un cólico. Se llamó al veterinario, que no llegó hasta al día siguiente cuando el caballo estaba agonizando y se le trasladó a Guadalix. Allí dijeron que unas horas antes se le podía haber salvado, pero que ya era demasiado tarde. El caballo murió.
Caballo Gaditano. En un curso comenzó a cojear, al parecer tras golpearse con un obstáculo. Tras varias radiografías no se encontró la lesión. Tres días después el herrador, al quitarle las herraduras, se dio cuenta de que tenía una infección en el casco producida por una astilla grande. La infección estaba extendida, pero el caballo se curó.