La agente Martina Anderson y el sargento Brett Williams, de la policía británica, recorren estos días uniformados y con casco y gorro la playa y las calles de Magaluf, área de Mallorca que en verano recibe hordas de turistas atraídos por el alcohol a granel, el sexo y el sol.
Anderson y Williams se reincorporarán a su unidad de la Policía de la región inglesa de West Midland probablemente más morenos y con un informe sobre sus experiencias bajo el brazo, que servirá al gobierno británico para decidir si los "bobbies" continúan en este proyecto piloto de atención al turista.
Anderson y Williams se reincorporarán a su unidad en West Midland probablemente más morenos y con un informe con el que Londres deberá decidir si los "bobbies" continúan en este proyecto piloto
Por el momento, tras tres jornadas haciendo esporádicas salidas oficiales del hotel en el que se alojan y junto al menos dos efectivos de la Guardia Civil, la pareja de policías del Reino Unido se ha dejado ver por las playas de la zona y calles adyacentes, en las que para unos turistas han pasado desapercibidos, mientras que a otros su presencia les ha causado cierta sorpresa.
"¿Son bobbies reales o dos que se han disfrazado?", exclama Jeff, un británico de 27 años residente en Nottingham, al mismo tiempo que se levanta las gafas de sol para cerciorarse de que lo que ve es cierto.
La pareja de policías británicos viste el uniforme reglamentario compuesto por camisa blanca, pantalón azul oscuro y zapato cerrado cuando, exhibiendo una sonrisa, caminan por las calles, en las que se cruzan con locales y turistas, la mayoría de ellos en bañador. "Lo que hemos visto hasta ahora es que hay gente de muchas nacionalidades, pero nos hemos dado cuenta de que en Punta Ballena no hay solo británicos; también noruegos y holandeses que se divierten juntos en un gran ambiente. Desde mi punto de vista, es un gran lugar", ha dicho el sargento.
Primer paso, el diagnóstico
Desde su llegada a Mallorca, el pasado fin de semana, para tomar parte en este programa de unos quince días y que financia el Foreign Office, Anderson y Williams se han centrado en sondear la opinión que tienen los directores de hotel, propietarios de bares, personal de seguridad, turistas y residentes sobre la situación que se vive en Magaluf durante el verano.
Al sargento y a la agente les queda aún pendiente la principal asignatura en materia de seguridad: patrullar de noche y de madrugada por un par de calles saturadas de bares conocidas por Punta Ballena, considerado el epicentro del llamado turismo de borrachera. "Les garantizo que por la noche se darán cuenta de lo que hay y podrán emitir en su día un juicio de la actividad que hay en Magaluf", apuntó a los periodistas el jefe de la Guardia Civil en Baleares, el coronel Jaume Barceló, en el acto oficial de presentación de la pareja de la policía británica.
"Lo que pretenden es que no vengamos, espantarnos", asegura un joven británico que pasa su tercer verano en la localidad mallorquina
El sargento Williams, quien al igual que su compañera de misión procede de la tierra de Shakespeare, indicó en la presentación ante los medios de comunicación que la reacción de los turistas y locales ha sido "realmente buena" durante sus recorridos. Con motivo de la presentación oficial, la pareja de bobbies ha escenificado para la prensa un paseo de patrulla por Punta Ballena, donde durante el día sus calles están vacías y la mayor parte de la actividad consiste en la descarga de los camiones de la bebida que se consumirá de noche.
"Lo que persiguen es que no vengamos, espantarnos", dice Jim, un británico de 27 años natural de Bradford y quien pasa su tercer verano en Magaluf. Eso es lo que, precisamente, parece que buscan las autoridades y parte del sector hotelero para acabar con la deteriorada imagen de este destino en el que el balance provisional de la temporada arroja ya un descenso del 9% de la clientela joven en busca del turismo de borrachera en relación con el mismo periodo de 2014.
Menos desenfreno
Según el balance realizado por la asociación hotelera de esta zona que comprende Palmanova y Magaluf, los robos, prostitución callejera, venta ambulante y de drogas han caído, y únicamente se han registrado tres detenciones en 2015 frente a las 23 del pasado año.
Durante el acto de presentación de la pareja de bobbies, el embajador del Reino Unido en España, Sinmon Manley, ha recordado que el año pasado en Baleares hubo unos 1.800 casos consulares de británicos -comprenden desde detenciones a la obtención rápida del pasaporte o las hospitalizaciones-, de entre los cerca de tres millones que visitaron el archipiélago.
"La mayoría (turistas británicos) pasa aquí una vacaciones fantásticas, pero una pequeña minoría tiene problemas", ha apuntado Manley flanqueado por la delegada del Gobierno, Teresa Palmer, y el jefe regional de la Benemérita. El embajador británico ha resaltado que la participación de los bobbies en este programa que se desarrolla en zonas turísticas de Mallorca e Ibiza es fruto de la estrecha relación que tienen las fuerzas y cuerpos de seguridad del Reino Unido y España.