Desalojados Alberto Fabra y Rita Barberá de sus respectivas poltronas ("¡Vaya hostia!", describió gráficamente la exalcaldesa), el PP afronta la ardua tarea de recuperar su tradicional perfil ganador en la Comunidad Valenciana, clave para la liza electoral de diciembre. Rajoy quiere que se perciban los cambios cuanto antes. A estos efectos ha designado a Isabel Bonig como líder regional para soltar lastre con un pasado turbulento que ha devastado a la formación conservadora en esa autonomía. El líder del PP le ha encargado a los 'jóvenes leones' de Génova que se pongan a la labor. Ni vieja guardia ni líderes veteranos. Un nuevo partido ha de surgir en las tierras valencianas si se pretende abordar con relativo éxito la próxima cita electoral.
Un liderazgo ajeno a episodios del pasado
Andrea Levy, Pablo Casado, Fernando Martínez Maílllo y Javier Maroto se han puesto en marcha para impulsar la aventura. Rehacer la maltrecha maquinaria del PP valenciano es el primer objetivo. En ello está Isabel Bonig, una dirigente firme y sólida, con un perifl duro, al estilo del catalán Xavier García Albiol. Bonig, ajena a los episodios de corrupción que han sacudido al PP en la comunidad, ha sido la tradicional apuesta de Dolores Cospedal como candidata a la presidencia de la comunidad, pero Rajoy nunca dio el paso para desplazar a Fabra. No quería sobresaltos en vísperas de unos comicios.
La nueva dirigente regional se apoya por el momento en los tres líderes provinciales del partido, Ciscar, Betoret y Moliner, aunque se da por hecho que en el próximo congreso regional lleve a cabo cambios importantes en la estructura de su equipo. La renovación ha de llegar a todos los rincones de la región, este es el desafío, y todavía hay demasiados dirigentes convínulos muy señalados con un pasado preñado de penumbras.
González Pons, desde su destino europeo, también ha sido convocado a colaborar en este empeño
Los nuevos dirigentes de Génova organizan su calendario para desplazarse hasta la zona levantina con frecuencia a lo largo de la próxima campaña electoral. Una operación en paralelo con la campaña catalana y bajo la coordinación de Jorge Moragas, el gran urdidor de estrategias del PP. González Pons, desde su destino europeo, también ha sido convocado a colaborar en este empeño, según fuentes del partido.
La línea argumental de la 'Operación Levante' (algunos ya la llaman así) se basa en transmitir la idea de que en la Comunidad Valenciana ya ha surgido un nuevo PP, sin vínculos con los episodios macilentos del pasado y con la regeneración como santo y seña. Algo parecido a lo que se está llevando a cabo en Madrid con Cristina Cifuentes como mascarón de proa.
Rajoy necesita un PP fuerte en ambas comunidades, piezas medulares de su estructura territorial, para acometer con ciertas posibilidades la dura batalla de las elecciones del próximo diciembre. El castigo de las elecciones municipales y autonómicas quizás haya logrado el efecto de desahogo de un amplio sector del electorado irritado con su partido. Ese elector es posible que vuelva al redil.
Los populares valencianos consideran que es posible recuperar a sus seguidores más escépticos porque la gestión del gobierno socialista en la Comundiad Valenciana les favorece. Ximo Puig, el presidente, se muestra atenazado y condicionado por sus socios de Compromís, con quienes comparte el Gobierno. El dirigente socialista está transmitiendo una imagen de complacencia con algunos disparates nacionalistas, que enervan a muchos de sus militantes y que horripilan a los votantes más conservadores. Puig y sus compañeros de Ejecutivo pueden ser la garantía de la recuperación del voto del PP, es decir, 'el voto del miedo', como dicen algunos analistas. Más bien, el 'voto del rechazo', según otros.