Hacía tiempo que las redacciones no aguardaban con tanta intriga una novedad del Ejecutivo como este miércoles. La visita de Mariano Rajoy a la Zarzuela, con motivo de la reunión de la Fundación Carolina, había desatado todo tipo de especulaciones. Y de apuestas. Rajoy jugó toda la jornada a hacerse el despistado. Por la mañana le dedicó una de sus finas ironías a Cayo Lara, quien le había preguntado sobre este particular. "Es bueno enterarse de novedades aunque sea por la boca del señor Lara", le respondió el presidente en el Congreso. En Palacio, al ser interrogado insistentemente por los periodistas allí congregados, se salió asimismo por la tangente gallega: "No sé de dónde ha salido eso", respondió. Y luego negó, o sea, se encogió de hombros, al menos tres veces. Hubo reacciones de todo tipo. Extrañeza, perplejidad y hasta enojo. "Está jugando con todos", decía un diputado de la oposición.
El papel del portavoz
Tras la sesión de control, los ministros habían abandonado, raudos, el hemiciclo, quizás también a la espera de novedades. "Es que no sabemos nada", comentaba uno de ellos, bien próximo a Rajoy. El morbo se centraba, en forma muy especial, en si finalmente la vicepresidenta mantendría o no su condición de portavoz del Gobierno. Nadie aventaba enormes modificaciones en el Ejecutivo. Ni siquiera en este extremo. "Soraya sigue como portavoz", decía el diario La Razón, con fuentes directas de Moncloa. Las teorías que enjaretaban al ministro Alfonso Alonso en esa función se desvanecían por minutos. "Los cambios importantes se reservan para el partido".
El presidente ha querido comunicar todas las novedades en una sola tacada, insistían. Este jueves está convocado en Génova un Comité Ejecutivo Nacional donde se saldrá de dudas. Todas las novedades se conocerán en un sólo paquete y al mismo tiempo, deslizaban fuentes del partido. Si es que se conocen. "Las novedades se comunicarán una vez que se hayan producido, no antes", había advertido Rajoy, quien también en Bruselas había advertido a la prensa que no hay que alimentar expectativas.
El impulso que pretende imprimir Rajoy pasa más por los cambios en el partido que en el Gobierno. En Génova se habla ya de modificaciones de estructuras
Las especulaciones alcanzaban incluso a teorías mucho más heterodoxas, como por ejemplo que Rajoy no había logrado cuadrar los nombres en el baile de cambios y destinos y de ahí el suspense. Una teoría que se sostiene difícilmente. Sólo quedaba claro que Feijóo, en la mañana, había hecho llegar, a través de un medio de comunicación gallego, que él no iba al Gobierno. Y también se escuchaba a Montoro aventurar que no habrá cambios en su cartera.
El eje de los cambios
El impulso que pretende imprimir Rajoy pasa más por los cambios en el partido que en el Gobierno. En Génova se habla ya de refuerzos y de modificaciones de estructuras. El PP necesita engrasar su maquinaria de cara a las generales de final de año. La buena voluntad no basta. No sólo hay un agujero notable en las estructuras de Madrid, sino también en puntos estratégicos como Madrid y Comunidad Valenciana, donde el PP ha sufrido un revés histórico el 24-M. Pretende el presidente sumar efectivos, incorporar savia nueva, y se habla siempre de Pablo Casado, quien ejerció de portavoz de la campaña de las municipales y ahora carece de una responsabilidad orgánica. También se esperan nuevas incorporaciones para reforzar al tridente actual compuesto por Floriano, Arenas y González Pons. Nadie pone en duda que la secretaria general del partido se queda en su puesto, sin vacilaciones al menos hasta las elecciones generales. Luego quizás su deseo palpite muy lejos de Génova. No hubo filtraciones, tan sólo especulaciones. Y enormes patinazos de quienes jugaron a lanzar nombres y cargos con desmesurada alegría. Un ejercicio habitual en este tipo de trances.