Rajoy ha abierto la espita del cambio. Habló este miércoles de medidas de renovación, en dirección contraria a lo dicho 24 hora antes, tras el Comité Ejecutivo del PP. La renuncia de algunos dirigentes territoriales, casi a traición, ha producido un efecto de enloquecimiento general en la formación, que intenta ahora adaptarse a lo expresado en las urnas.
Pese a que el presidente habló de que se abre un periodo de reflexión y análisis, algunos dirigentes del partido, en especial en comunidades autónomas y ayuntamientos, se han lanzado a una carrera casi irracional por transmitir un cambio de actitud con todas las características de la improvisación. Algunos pretenden salvar sus puestos, otros frenar el embiste de Podemos. Y en el partido, sofocar los brotes de rebelión que arrancaron el martes con la renuncia de varios barones regionales. Y así, el miércoles por ejemplo, tomaron por los pelos la propuesta de Esperanza Aguirre de formar un frente anti-Podemos en Madrid y pretenden adaptarlo a otras zonas de España. La jugada ha resultado un fiasco al proponer la propia Aguirre, 24 horas después, un gobierno de concentración en el ayuntamiento madrileño, que incorpore también a Manuela Carmena, la líder del conglomerado de Podemos y previsible nueva alcaldesa de la capital. Un volantazo vertiginoso que ha dejado a más de un dirigente de su partido con el pie cambiado. Se precipitan las ideas, se multiplican las ocurrencias y falta por elaborar una línea de actuación para los próximos meses, de cara a las generales. Rajoy ha dejado dicho que las medidas no se anuncian hasta después de aprobarlas, pero son pocos en su formación los que ahora le están haciendo caso.
El volantazo vertiginoso de Esperanza Aguirre ha dejado a más de un dirigente de su partido con el pie cambiado
Incluso el resultado electoral del domingo es objeto de análisis contradictorios e incluso opuestos entre algunos cargos del Ejecutivo. Margallo, por ejemplo, se mostraba este miércoles muy realista con la magnitud de la derrota en tanto que Alonso, por ejemplo, considera que están pasando demasiadas cosas demasiado rápido y es preciso serenar el juego.
El futuro de Cospedal
La ofuscación reina en el Partido Popular, que vive horas de turbulencias. Las réplicas naturales que siguen a un movimiento sísmico de enormes proporciones. Pese a la invocación a la calma del propio presidente, nadie es capaz de conservar la sangre fría. Llueven las puñaladas en toda dirección. Algunos barones piden la cabeza de Dolores Cospedal, como ya explicó Vozpópuli. También en el interior mismo de Génova, hay dirigentes que pretenden desalojar a la secretaria general y sustituirla cuanto antes. Piensan en Núñez Feijóo y en Pablo Casado. El dirigente gallego fue acusado el miércoles en la sede de su parlamento autonómico, de actuar como un Bruto con su César. O sea, con Mariano. Cospedal ha salido muy herida de las elecciones. No podrá gobernar en Castilla la Mancha, según todos los indicios. Pero Rajoy la protege y pretende que se mantenga en el cargo al menos hasta las elecciones, que serán en noviembre o diciembre de este año. La dirigente 'popular' pensó en arrojar la toalla e incluso hablaba de que podría incorporarse al Gobierno, tras las salidas de Wert y de Guindos. Fuera del partido pero dentro del Gobierno. La lluvia de filtraciones ayer era intensa, casi enfermiza.
Algunos ministros han cargado con contundencia en las últimas horas contra los propios barones, en especial contra los que se han quitado de en medio sin avisar, luego de resultar derrotados en forma estrepitosa. Los casos de Fabra y de Bauzá, y del propio Herrera, el desencadenante, han caído como una losa en el seno del Gobierno, donde se reprocha a sus dirigentes regionales que no han sabido defender su pabellón, empeñados en distanciarse de las siglas del PP.
La dirigente 'popular' pensó en arrojar la toalla e incluso hablaba de que podría incorporarse al Gobierno, tras las salidas de Wert y de Guindos
La estrategia en el PP se improvisa a cada segundo. Se habla de llevar a cabo una profunda transformación, quizás de personas, pero también de actitudes. Ahora quieren aparecer mucho más próximos a la sociedad e incuso más accesibles a los medios. Un viraje forzado por las circunstancias que todavía no se ha concretado en un plan de acción metódico y sensato. De momento lo urgente es aplazar las revueltas, transmitir serenidad a quienes han sido derrotados y contemplar el duro espectáculo de ver a su gente desalojada de los despachos, cargos y nóminas. Un trance amargo que alimenta rabia e impotencia.
Rajoy está hablando con los barones para orientar lo que ahora mismo es un despiste general. Telefoneó al propio Herrera y a algún otro. Se trata de analizar los resultados, plaza por plaza, e intentar averiguar las causas del estropicio. También se pretende abordar con frialdad el proceso de pactos, ahora abierto. Rajoy quiere estar muy encima de este periodo, clave para los próximos meses. Existe la confianza en que el PSOE quedará demasiado retratado si se arroja en manos de Podemos. Piensan que el votante medio socialista no simpatiza demasiado con las huestes de Pablo Iglesias. El PP quiere sacar partido de algunos matrimonios contra natura que sin duda tendrán que formarse en comunidades y ayuntamientos. Esta es la idea base, que está siendo atropellada por muchos dirigentes territoriales que quieren hacer la guerra por su cuenta y plantear sus propios pactos postelectorales al margen de lo que se diseñe en Génova y en Moncloa.
Hay enorme inquietud y hasta miedo a lo que pueda ocurrir en las generales. El propio Rajoy no se esperaba un resultado tan adverso en la noche del 24-M, según comentan sus fieles. Por primera vez se habla de su renuncia, se pone en cuestión la posibilidad de que sea el candidato a las generales. El presidente recibe en estas horas el respaldo de gran parte de sus ministros. Gestos de lealtad, hasta ahora innecesarios, han emergido como por ensalmo.