Un silencio elocuente el de Mariano Rajoy al ser preguntado en Barcelona si haría un sacrificio ("¿daría su brazo a torcer"?, inquirió el director de 'El Periódico') para evitar que Pablo Iglesias se convierta en presidente del Gobierno. Nada dijo Rajoy. Evitó la respuesta y se orientó luego al escenario imposible de las terceras elecciones. Las interpretaciones respecto a esta larga cambiada del presidente en funciones sobre su famoso 'paso al costado' han circulado con intensidad, y con matices muy diversos, entre las filas de los populares. ¿Se sacrificaría Rajoy para evitar ese "ridículo nupcial" de volver a las urnas en diciembre.
El líder del PP ha rechazado siempre con contundencia cuando se le ha preguntado sobre la posibilidad de renunciar para desbloquear la situación, tal y como le reclama con insistencia el dirigente de Ciudadanos. "Tienen la culpa quienes bloquearon la situación actual con su veto. Eso de que yo me voy, de que me tengo que ir, todo eso que se dice por ahí, hay que respetar la voluntad de la gente", explicó a continuación. El discurso oficial, las palabras ya escuchadas, los argumentos repetidos. Rajoy no se va, no piensa irse si se impone de nuevo en las urnas con unos resultados superiores a los logrados en diciembre. Gobernaría, si no queda otro remedio, con el único apoyo de sus diputados, en el caso de que, naturalmente, Ciudadanos y el PSOE se abstuvieran en su investidura. Algo que, de momento se antoja un imposible. "A la hora de contar las papeletas, en la noche del 26-J, habrá muchas cosas que cambien", comenta un dirigente del equipo de los populares.
Un presidente en plena forma
Rajoy ha declarado estas últimas semanas con insistencia que se encuentra en plena forma, que le queda aún la mitad del trabajo por hacer y que no ha pensado nunca en abandonar. Los eficaces vídeos de campaña le muestran en sus ejercicios matinales, caminando a 8 kilómetros por hora mientras recibe los parabienes de los madrugadores del lugar. "Si la gente ha votado al PP y a su candidato, ¿por qué me voy a tener que ir?". La intensa ofensiva lanzada por Albert Rivera para que el jefe del Gobierno en funciones se sacrifique no sólo irritó en su día al aludido sino que, en general, ha producido una reacción de unánime cierre de filas en su partido. Incluso algunos dirigentes que en su momento habían criticado su liderazgo, se han mantenido en prudente silencio en esta campaña. Incluso algunos, como Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, no ha dudado en dejar de lado sus reticencias y mostrarse en público como un ardoroso defensor de su líder.
La ofensiva de Rivera para que Rajoy se sacrifique no sólo irritó al aludido sino que ha producido una reacción de unánime cierre de filas en su partido
Un veterano dirigente del PP, ministro en tiempos de José María Aznar y muy próximo a Rajoy, reconocía a este periódico que el presidente en funciones "haría cualquier cosa" con tal de evitar que se tenga que acudir de nuevo a las urnas. "Todo dependerá de cual sea el resultado del PP. Si no consigue superar los escaños del 20-D y si el PSOE aguanta el tirón, no creo que dude en renunciar para que alguien de su confianza pueda asumir las negociaciones para alcanzar un acuerdo de gobierno", comenta en privado. No da nombres de quién podría ser esa persona. Quizás ni lo ha pensado. Le gusta Ana Pastor, su ministra favorita, como ya publicó Vozpópuli hace unas semanas. Ciudadanos ha deslizado algunas opciones, sin duda con el ánimo de desestabilizar a la cúpula de Génova.
No hay barones en el PP que pongan en cuestión el liderazgo de su presidente. El frente interno está apacible a la espera de que hablen las urnas. Lo que sí crece es la teoría de que un Rajoy, victorioso pero en retroceso, reflexionaría seriamente sobre la posibilidad de seguir. El fantasma de una tercera ronda electoral aparece inquietante en el horizonte. Los dirigentes del PP se afanan en cargarle las culpas a Pedro Sánchez, labor en la que colabora, por otros motivos, el propio Pablo Iglesias. El presidente en funciones, como ya ha dicho, no se presentará a una investidura sin garantías de lograr su objetivo. Las conversaciones que planteaba este martes el presidente de Ciudadanos quizás ni siquiera se celebren, en el caso de que no haya posibilidades claras de alcanzar un acuerdo. Unas décimas menos en el porcentaje de votos conseguidos por el PP, o la fuga de un mínimo puñado de escaños, pueden alterar drásticamente un escenario que, hasta el momento, muy pocos contemplan.