El Partido Popular desarrolla una estrategia bifronte para superar el actual bloqueo. Con Ciudadanos, por un lado, flores y alabanzas para negociar una gestión de Gobierno, acordar techo de déficit y presupuestos. Un nuevo encuentro entre Mariano Rajoy y Albert Rivera, la semana próxima, será un excelente barómetro para tomarle el pulso al germen de esta alianza. Con el PSOE, un círculo de presión infernal. No hay diálogo posible porque Pedro Sánchez no lo admite. Ni acepta documentos ni escucha propuestas. El líder socialista reclama exclusivamente una fecha para una sesión de investidura. Y no quiere saber más. Así se lo hizo saber al presidente en funciones en su encuentro de esta semana en el Congreso. Le exige a los populares que alcancen un acuerdo imposible con ‘las derechas’. Es decir, con Ciudadanos y los nacionalistas. Una vía muerta.
Hay marejada en la familia socialista, a la que Sánchez permanece ajeno. Se ha atado al mástil de la nave y no escucha ni cantos de sirena ni consejos
La lluvia de exigencias sobre el secretario general del PSOE alcanza todos los frentes. Rodríguez Zapatero se ha sumado, en forma muy ambigua, a quienes le reclaman un cambio de actitud. “Hay que abrir un debate interno”, dice el expresidente del Gobierno, mucho menos preciso que su predecesor Felipe González. Hay marejada en la familia socialista, a la que permanece ajeno su secretario general. Se ha atado al mástil de la nave y no escucha ni cantos de sirena, ni consejos ni admoniciones. Quizás hasta el naufragio. Sánchez permanece oculto y silente. Animado y blindado por su coriácea guardia de corps, se ha alejado estrepitosamente del día a día, del debate político, de la actualidad. No aparece en los medios ni hace declaraciones. Juega a desgastar a Rajoy, espera la humillación de la investidura.
El ambiente en Génova oscila entre el desaliento y la esperanza. Los portavoces de Rivera le echaron este jueves algo de agua al vino del acuerdo. "Necesitan tiempo", comentan en el PP. Se recurre ahora a una nueva envolvente. Que se mojen los barones socialistas, que dejen de hacer declaraciones en los medios en pro de un Gobierno, de una salida al actual ‘impasse’, y acogoten a Sánchez para que abandone su inmovilismo. Pablo Casado, uno de los miembros de la cúpula popular más activo y eficaz en estas fechas, ha sido el primero en abordar este planteamiento. La culpa no es de Sánchez, dijo. “El secretario general está haciendo lo que le deja hacer su comité federal. En su reunión del pasado día 9 volvió a vetar cualquier posibilidad de una abstención. Mucho hablar con la prensa, mucho hacer declaraciones contra el bloqueo, pero luego se callan cuando llegan a Ferraz”, señaló. Señores barones, hagan algo.
Una abstención de 'última hora'
Ya que Sánchez no se mueve, habrá que poner en movimiento sus generales. En el PP hay un diálogo muy fluido con algunos dirigentes regionales socialistas. Alguno de ellos incluso ha sugerido, en los últimos días, la posibilidad de que los diputados bajo su mando se abstengan a la hora de la verdad, siempre y cuando Rajoy acuda a la votación de investidura con el respaldo de Ciudadanos. Es la “mínima abstención de última hora” de la que hablaba Fernández Vara. Los respaldos regionales del secretario general se sitúan en Cataluña, País Vasco y Castilla y León. Comunidades sin enorme peso específico dentro del partido. Pretende el PP, con esta artimaña, que estos jefes regionales dejen de enredar en los medios, de cabildear o conspirar por los pasillos y den el paso al frente para presionar a Sánchez, o bien para montar un Comité en el que se levante el veto a la abstención. Una especie de exhortación a la sublevación de la primera línea de mando del partido, que se muestra muy poco identificada con el tacticismo que desarrolla su secretario general.
Dirigentes socialistas comentan en privado que el PSOE aparece ya como el gran culpable del bloqueo. Exactamente lo contrario de lo que se pretendía. Rajoy desbarató la jugada de Sánchez al asumir el encargo del Rey. Y al movilizarse para negociar. Ahora le toca al PSOE demostrar que es un partido de Estado, con vocación de alternativa y de liderar la oposición. No le vale ya con esperar.
Rajoy desbarató la jugada de Sánchez al asumir el encargo del Rey. Y al movilizarse para negociar. Ahora le toca al PSOE demostrar que es un partido de Estado
Rajoy se manifiesta perplejo ante el cerrilismo pétreo del dirigente socialista. Sin la abstención del PSOE, no hay investidura posible. Y hay prisa. Finales de agosto o principios de septiembre sería la fecha señalada para que los tiempos permitan formar Gobierno y aprobar los asuntos más urgentes. El 15 de octubre esperan en Bruselas el documento presupuestario. El PP quiere que los barones se retraten. Muchos de ellos tienen claro que la actitud de Sánchez obedece a un cálculo estrictamente personal. Susana Díaz está ausente. Javier Fernández, le imita. García Page juega a mil bandas. Chimo Puig bastante tiene con evitar las cornadas de Compromís. Sólo Fernández Vara se deja oír. De ahí la iniciativa de Génova. El Comité Federal tiene que reaccionar para impedir que Sánchez hunda al partido.