Un PP en estado de ansiedad por el descomunal cráter abierto desde Valencia ha recibido con recelo la reactivación del frente de izquierdas. Moncloa apuesta tan sólo por nuevas elecciones. Los movimientos de Pedro Sánchez, en busca de apoyos para intentar nuevamente su investidura, despiertan sudores fríos entre los dirigentes populares. Desde Génova se analizaba con suspicacia el llamativo y vertiginoso volantazo del líder del PSOE, quien busca resucitar los encuentros con la izquierda y parece haber relegado sus compromisos con Ciudadanos. El telefonazo de Sánchez a Pablo Iglesias para verse antes de la diáspora vacacional de Semana Santa, se abrió hueco mediático en una mañana de miércoles rebosante de crisis de partidos: Rita Barberá por un lado y degollina implacable en la cúpula de Podemos. También Sánchez ha acordado una reunión con IU. Y viene de visitar al presidente de la Generalitat en Barcelona.
Se escabullen por los pasillos los dirigentes del PP al ser abordados por los medios. Nadie preguntaba por el empleo, las medidas... Rita y sólo Rita
Algo se mueve en la izquierda, observan en una Moncloa paralizada por el cimbronazo del frente levantino. La convención sobre el empleo celebrada en la mañana del miércoles, con la plana mayor del partido, invitados ilustres y algunos planteamientos nuevos por parte de Rajoy, apenas consiguieron un pálido reflejo en los noticiarios. Se escabullen por los pasillos los dirigentes del PP al ser abordados por los medios. Nadie preguntaba por el empleo, la recuperación, las medidas... Rita y sólo Rita.
La comparecencia ante el juez de los expresidentes Chaves y Griñán o los coletazos de la pestilencia de Besteiro apenas rozan al PSOE en Madrid. Sánchez sigue a lo suyo y amplía su línea de acción. Después de haber sufrido sendos fracasos en las votaciones de investidura, retorna a los orígenes. Quizás resucite la mesa a cuatro con Podemos, IU y Compromís, que saltó hecha añicos por la entente con Ciudadanos.
Todos los caminos conducen a Moncloa
Lo va a intentar todo para ser presidente, es una obsesión personal, que está por encima de cualquier otra consideración, suele mencionar Mariano Rajoy para referirse a la estrategia del secretario general del PSOE. No le ha importado telefonear a Iglesias justo al mismo tiempo que los socialistas estaban reunidos con Compromís y con Ciudadanos. La conversación telefónica, es decir, el reencuentro verbal, eclipsó la sentada entre las tres formaciones. En Ciudadanos se detectó un gesto de disgusto. Desde las filas socialistas se les informó de la llamada a Iglesias y de que todo seguía igual. No era lo convenido. Hace sólo unos días, Sánchez ponía la presencia de Rivera como condición a cualquier encuentro con vistas a los pactos.
Rajoy no mueve un pie de su baldosa: gran coalición de PP, PSOE y, si acaso, Ciudadanos, pero con presidencia del partido más votado
El PP se malicia que a la hora de la verdad, Sánchez retorne a su empeño de ser presidente amparado por la izquierda. La vía Ciudadanos carece de recorrido si no se suma el PP. Rajoy no mueve un pie de su baldosa: gran coalición de PP, PSOE y, si acaso, Ciudadanos, pero con presidencia del partido más votado.
Desde la formación naranja se convocó al PP, precipitadamente, a última hora del martes, a un encuentro a tres para este viernes, con el PSOE incluido. Nada de jefes, sólo equipos. Un intento más para que los populares se sumen al acuerdo de las 64 páginas suscrito entre Rivera y Sánchez. Rafael Hernando, portavoz parlamentario del PP, rechazó la invitación. Primero tienen que verse los líderes y luego ya entraremos en materia, declaró. Rivera, cazado al vuelo por los pasillos del Congreso, respondió con displicencia que "ahora nos estamos ocupando de cosas importantes", al ser preguntado sobre si iba a mantener un encuentro con Rajoy.
Las garras de la sultana del sur
Estrategas de Génova piensan que Sánchez terminará traicionando a Ciudadanos y se tomará el camino natural del acuerdo con las fuerzas de izquierdas, que requiere además el respaldo de independentistas catalanes. Sánchez visitó a Puigdemont en la sede de la Generalitat. Hubo sonrisas y poco contenido. Pero ha abierto una puerta que quizás piense necesaria en el futuro. En el PP se confía lo justo en la firmeza de los barones socialistas, supuestamente contrarios a hilvanar con Podemos un acuerdo de Gobierno. Aceptarían todo lo más algún tipo de pacto de investidura. Ferraz no pierde de vista a Susana Díaz, que de vez en cuando muestra sus garras. Pero no araña. Quizás espera el congreso del 8 mayo. Para entonces ya se habrán convocado elecciones, si es que no se ha logrado un acuerdo que supere el actual bloqueo.
Podemos atraviesa momentos de turbulencias, pero Iglesias sigue firme en el timón. Ni tiene prisas por entrar en un Gobierno ni le asusta una nueva convocatoria electoral. Podemos sigue la marcha lenta que imprime 'su caudillo', como le llaman tímidamente algunos de los críticos, ajeno a los ritmos que defiende Errejón, más pragmáticos y más partidario de acuerdos y de pactos. Por el momento, habrá foto con Sánchez, algo que interesa a ambos y molesta, inevitablemente, a Rivera.