El búnker de La Moncloa es un centro de situación integral para la seguridad nacional. No es solo un refugio nuclear rodeado de puertas blindadas, habitaciones secretas y salas de comunicaciones, sino una oficina civil y militar que funciona 24 horas al día los siete días de la semana para detectar cualquier alerta, anticiparse a los riesgos para España y coordinar las soluciones.
La pandemia y la invasión rusa de Ucrania han revitalizado el búnker, en el que 100 funcionarios trabajan todos los días. Y ha sido habitual ver al Consejo de Ministros reunido en el búnker durante los peores días del coronavirus. El Comité de Situación de la Seguridad Nacional también se cita en este espacio semanalmente desde que Rusia inició su ofensiva militar contra Ucrania.
El búnker se construyó a finales de los ochenta bajo el mandato de Felipe González (PSOE). Fue un requerimiento de la OTAN, que exigía a sus Estados miembros un centro de “mando y control político de cualquier situación bélica o de conflicto”. Eran los tiempos de la guerra fría y la amenaza nuclear. Roberto Dorado, director de Gabinete de González en aquella época, superviso unos trabajos que se hicieron en el más absoluto secreto.
La política de seguridad es la base de toda civilización. No hay democracia, ni instituciones democráticas sin seguridad"Alfonso de Senillosa, director del Departamento de Seguridad Nacional y responsable del búnker durante los Gobiernos de Rajoy (PP)
Álvaro Frutos, primer jefe del búnker
Álvaro Frutos fue director general de Infraestructura y Seguimiento de Situaciones de Crisis con González y el primer jefe del búnker. Frutos y Dorado visitaron refugios de este tipo en casi todos los países de Occidente para dar forma al español, que tiene tres plantas y 20 metros de profundidad. Dispone de todo tipo de salas de reuniones y viviendas habilitadas para proteger a los "elementos claves del Estado". Para las obras, se pidió una licencia de construcción de aparcamiento al Ayuntamiento de Madrid, que entendió que era una cuestión de Estado.
"Se levantó una malla verde como para hacer ver que se estaba construyendo hacia arriba, cuando en realidad lo estábamos haciendo hacia abajo", explica Frutos en conversación con Vozpópuli.
Frutos y Dorado visitaron refugios de este tipo en casi todos los países de Occidente para dar forma al español, que tiene tres plantas y 20 metros de profundidad de hormigón resistente al riesgo atómico. Dispone de todo tipo de salas de reuniones y viviendas habilitadas para proteger a las personas más importantes del Estado. El secretismo que rodeaba su construcción se rompió en aquellos años de la manera más inesperada. Una charla entre dos periodistas -uno que trabajaba para el Gobierno y otro en un medio de comunicación- a la salida del Consejo de Ministros. "¿Qué estáis haciendo aquí?", preguntó uno. "Nada, Roberto (Dorado), que está construyendo un búnker".
La filosofía que Frutos y el primer Gobierno del PSOE imprimieron al búnker fue más allá del control de una guerra, sino que se extendió a "todos los supuestos de alteración de la normalidad": desde la amenaza de ETA, hasta cualquier riesgo de protección civil y graves conflictos laborales. "El trabajo respondía a lo que se llamaba las tres ces por sus siglas en inglés: comunicaciones, mando (comand) y control", señala Frutos. "Se construyó una red diversificada de comunicaciones a través mallas. Y el equipo de trabajo mezcló personal de la administración civil y militar con una representación lo más plural posible para responder a las distintas situaciones".
La primera guerra del Golfo
A Frutos y al Gobierno de Felipe también les tocó lidiar con un conflicto bélico. Fue la primera guerra del golfo tras la invasión iraquí de Kuwait. "Se estudiaron medidas como el racionamiento de la gasolina ante una posible falta de combustible", recuerda Frutos. "Se evaluó el riesgo de un ataque terrorista en España, incluso se pensó en la protección de las fuentes de suministros de agua; los pantanos fundamentalmente. Se elaboraban informes diarios para el Gobierno y la Casa Real. Fue un trabajo ingente".
El búnker que Frutos y Dorado levantaron entonces funciona hoy en día de forma sistematizada. Se ha visto con la pandemia y Ucrania. Hay células específicas e informes permanentes con la participación de todos los elementos de la seguridad del Estado, desde el CNI hasta la Policía y el Ejército. Alfonso de Senillosa fue el director del Departamento de Seguridad Nacional y responsable del búnker durante los Gobiernos de Mariano Rajoy (PP).
Tanto Frutos como Senillosa creen que es necesario poner en valor la cultura de la seguridad nacional, que es la base de cualquier democracia. "En el momento que hay bienestar, la seguridad pasa a no tener valor", dice Senillosa a este diario. "La política de seguridad es la base de toda civilización. No hay democracia, ni instituciones democráticas sin seguridad".
Falta cultura de seguridad
Senillosa considera que la guerra en Ucrania puede ayudar a que la gente ponga en valor que la seguridad no es "un gasto económico" como, en su opinión, se encasilla muchas veces, sino que es una "manera de valorar la importancia de lo que tenemos". "Un Estado que se precie tiene que tener una política de seguridad, porque las cosas también se tuercen, como estamos comprobando ahora".
Bajo el mandato de Senillosa, el búnker elaboraba sus informes diarios para el presidente y también un informe semanal, que era el primer punto del orden del día en el despacho que Rajoy el Rey mantenían cada semana. A Senillosa no le tocó la guerra del golfo, pero también vivió su "pequeña pandemia" con el primer caso de ébola por contagio en Europa: el de la enfermera Teresa Romero. Y situaciones muy delicadas como el despliegue de tropas españolas en el Sahel, los atentos islamistas de Barcelona, el desafío separatista catalán y el despliegue del artículo 155 de la Constitución por primera vez en democracia.
La primera misión de un presidente y de un Gobierno es la protección de sus ciudadanos", defiende Senillosa
Frutos y Senillosa consideran que se ha avanzado mucho en estos años, pero que todavía se puede hacer más. El gran desarrollo de la Ley de Seguridad Nacional y las comisiones parlamentarias tanto en el Congreso como en el Senado dan, en su opinión, una "pátina al Estado de responsabilidad a la hora de proteger nuestro sistema de vida y el de nuestros aliados".
"Las crisis de hoy en día ya no son solo las causadas por el terrorismo o los conflictos bélicos, estamos viviendo, y el futuro no será distinto un tiempo de riesgos y amenazas, por ello es esencial trabajar en su prevención”, señala Frutos. "Las crisis son transversales. Lo que ocurre en Ucrania afecta a nuestros agricultores en España", añade Senillosa. "La primera misión de un presidente y de un Gobierno es la protección de sus ciudadanos, y por eso es necesaria una capacidad de interlocutor amplia con todos los sectores".