Obama habló así al término de la cumbre anual Estados Unidos-Unión Europea, que se celebró hoy en la Casa Blanca y estuvo dominada por los problemas de la eurozona.
Según el presidente estadounidense, hacer frente a la crisis es "enormemente importante" para EE.UU., pues si la economía europea se contrae "es más difícil crear puestos de trabajo" en su país, el gran problema que el presidente afronta de cara a su reelección el año próximo.
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, declaró que si bien la crisis en la eurozona representa un problema en el que los europeos tienen "que hacer más", la ralentización global no se debe exclusivamente a esa situación y otros países deben tomar medidas también.
La Unión Europea y EE.UU. mantienen la relación económica y comercial "más fuerte del mundo" y por lo tanto es necesario que ambos adopten "acciones firmes para atajar preocupaciones de crecimiento a corto plazo, así como vulnerabilidades fiscales y financieras", indicó el presidente del Consejo Europeo.
Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, expresó su "completa confianza" en que los líderes europeos harán lo posible por salir de la crisis y apuntó: en ocasiones "las decisiones llevan tiempo, pero ahora nos encontramos en el buen camino".
El encuentro, el primero en el formato de cumbre desde la celebrada en noviembre del año pasado en Lisboa, se produce en medio de un pulso desesperado de los gobiernos europeos por devolver la calma y la confianza a los mercados.
De momento, ninguna de las decisiones tomadas por los líderes y las instituciones de la zona euro ha logrado impedir el contagio de la crisis, que empezó en Grecia pero que ya se ha cebado en economías mucho mayores como Italia o España, mientras la Eurozona entera sufre las consecuencias de la huida de los inversores.
Dentro de diez días, los gobernantes de los veintisiete países de la UE celebrarán en Bruselas un Consejo Europeo en el que podrían dar forma a un nuevo pacto fiscal, que preparan con la máxima reserva la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, y que endurecerá la disciplina presupuestaria dentro de la zona euro.
Ello podría abrir la vía a una intervención más contundente del Banco Central Europeo en apoyo de la deuda de los países más acosados.
Obama pide determinación a Europa
Antes de las declaraciones de Obama, Van Rompuy y Durao Barroso, la Casa Blanca había indicado la importancia de que Europa "actúe con fuerza y determinación" para atajar la crisis de la eurozona.
En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, indicó que "es muy importante que Europa se mueva ahora con fuerza y determinación, especialmente con la llegada de nuevos Gobiernos a Italia, Grecia y España".
Obama, Van Rompuy y Barroso abordaron, además de la crisis de la deuda en la eurozona, asuntos como el programa nuclear de Irán, la guerra en Afganistán o los acontecimientos en Oriente Medio y el Magreb.
Según indicó Obama, las dos partes acordaron asegurarse de seguir "manteniendo la presión" sobre Irán de modo que ese país cumpla los compromisos relativos a su programa nuclear.
También examinaron cómo apoyar mejor los procesos de cambio en Oriente Medio, pues "estamos de acuerdo en que las aspiraciones de Libia, Túnez o Egipto no son sólo cuestiones políticas sino también económicas", declaró Obama.
Otros asuntos tratados fueron la situación en Bielorrusia, donde reclamaron el retorno del estado de derecho, y en Ucrania, donde indicaron que quieren ver cómo continúa el proceso de reformas.
En un comunicado conjunto al término del encuentro, que incluyó dos rondas de conversaciones y un almuerzo de trabajo, Estados Unidos y la Unión Europea exigieron asimismo al régimen sirio el fin de la violencia de inmediato y que autorice la entrada de observadores internacionales