La España que un día se definió a sí misma más juancarlista que monárquica asiste a una avalancha de informaciones que amenazan con detonar la imagen que tenía del jefe de Estado que pilotó la Transición. El goteo de evidencias procedentes de una investigación en Suiza dibujan un relato coincidente que incluye todos los ingredientes de las causas de corrupción que han marcado la actualidad los últimos años. Hay transferencias millonarias de origen dudoso, paraísos fiscales, presuntos testaferros y hasta trasiego de maletines con fajos de billetes.
Si bien es pronto para determinar el alcance judicial, la gravedad de los hechos ya ha obligado a Felipe VI a salvaguardar el futuro de la Corona estableciendo un cortafuegos con su padre, el rey que dio estabilidad a la institución durante cuarenta años. Lo que dice la investigación es que, a las puertas de una crisis económica en España que superó los seis millones de parados, el monarca recibió 65 millones de Arabia Saudí que terminaron en la cuenta de una amiga íntima en las Bahamas. Esta es la cronología de un escándalo construida a partir de las evidencias conocidas y el relato de sus protagonistas.
2008, el origen
Corre el mes de julio y dos hombres se reúnen en la embajada de Arabia Sauidí en Washington. A un lado está el embajador, Adel Al Jubeir, y al otro se sienta Arturo Fasana. El primero es la cara amable del régimen saudí en EE.UU, el segundo es un experimentado gestor suizo de fortunas en paraísos fiscales enviado allí por el rey de España. Quedan todavía tres años para que explote la operación Gürtel y para que el nombre de Fasana aparezca en la investigación como el gestor de los fondos de Francisco Correa, hoy en la cárcel. Pero España, en julio de 2008, todavía era una fiesta.
Fasana acude a la capital de EE.UU dispuesto a preguntar por una donación millonaria que iba a recibir Juan Carlos I, pero se emplazan a un segundo encuentro. Según desveló esta semana El Español, el viaje surgió de una reunión previa en el Palacio de la Zarzuela entre el rey, Fasana y su socio, Dante Canonica, otro abogado acostumbrado a crear infraestructuras financieras opacas.
El enlace entre ellos es el primo del rey Álvaro de Orleans, quien ya había recurrido a los servicios de Fasana y Canonica para crear la fundación Zagatka en la que figuran como beneficiarios el rey Juan Carlos y Felipe VI. Con el dinero de esa fundación estuvo pagando durante años gastos privados del entonces jefe del Estado.
En 2008 han pasado dos años desde que Arabia Saudí ha sacado a concurso un megacontrato para construir una obra faraónica en el desierto que va unir las ciudades de Medina y La Meca y un consorcio de empresas españolas opta a llevarse el contrato. Hay mucho dinero en juego y las relaciones entre España y Arabia Saudí pasan por su mejor momento.
El propio embajador Al Jubeir acude a Madrid ese mes de julio para acompañar a la familia real Saudí a una conferencia interreligiosa. Es un evento de varios días que presiden el rey Juan Carlos y el rey Abdalá Bin Abdulaziz y sirve para blanquear al régimen saudí, exportador mundial del wahabismo, la versión más rigorista del Islam. Sin embargo, a nadie parece incomodar esta visita. Tampoco que unas semanas antes España ha condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III al viceprimer ministro saudí, Bin Abdul-Azzi. El propio rey Abdalá había recibido el Toisón de Oro el año anterior, un acto del que jamás se vieron imágenes.
El pecado original de toda esta historia se materializa en una segunda reunión entre Fasana y Al Jubeir, esta vez en la terminal de vuelos privados de Jet Aviaton de Basilea. Ahí el gestor de fondos suizo enviado por el rey le da al diplomático árabe el número de cuenta de una fundación llamada Lucum creada el 31 de julio. El 8 de agosto entran en esa cuenta 100 millones de dólares (65 millones de euros al cambio en ese momento). "¡Oh Dios mío! Han sido muy generosos", dice el rey al enterarse, según el testimonio de Dante Canonica.
2011, el contrato y el maletín
Arabia Saudí adjudica el contrato al consorcio de empresas españolas por un total de 6.736 millones de euros. "Si no fuera por su majestad no se habría firmado el convenio para la construcción", diría después el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo. No dio más detalles, pero agrandaba así la imagen de Juan Carlos I como el mejor embajador de las empresas españolas en el extranjero. En un plano privado, la relación entre el monarca, Fasana y Canonica sigue activa.
Solo un año antes, el rey acude al domicilio de Fasana en Ginebra para entregarle un maletín con 1,7 millones de euros. “Juan Carlos I es una persona apreciada en los países del Golfo. Volvía de Abu Dhabi y vino a mi casa de Ginebra. Quería almorzar conmigo. Me dijo que había recibido 1.9 millones del sultán de Bahréin, que le había ofrecido este dinero”, le diría años después Fasana al fiscal suizo. Según ha desvelado El Confidencial, el rey emérito saca en esos años unos 100.000 euros al mes en billetes de su cuenta suiza.
2012, empiezan los problemas
España ya no es una fiesta. Los recortes derivados de la crisis económica azotan al país. Por sorpresa, los españoles se enteran el 13 de abril de que el rey ha sufrido un accidente durante una cacería en Botsuana y se ha lesionado la cadera lo que obliga a su rápido traslado a España para ser operado de urgencia. Fruto de aquel incidente trasciende su relación de varios años con una empresaria germano danesa llamada Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que decide en ese momento apartarse de los focos.
“Me quedó claro que estaba siendo percibida como persona non grata y como una amenaza para la Familia Real”, declarará años después. Los días de finales de abril y el mes de mayo son delicados. Ella dice ser víctima de una campaña de acoso del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a través de una empresa de mercenarios francesa para robarle información comprometedora.
Incluso dice haber recibido la visita del jefe del espionaje español, Felix Sanz Roldán, en Londres para amenazarla. El aludido siempre lo ha negado. La empresaria se pone en contacto con el rey a quien guarda en su agenda de teléfono como “John Smith”. Según su versión, Juan Carlos I le dice que solo ha pedido que la protejan de los paparazzi, pero a ella esta respuesta no le convence.
A pesar de esta situación se va a producir un movimiento clave que tiene que ver con los 65 millones de euros que dan sentido a esta trama. En junio de 2012, el rey le transfiere el dinero, que viaja desde el banco suizo Mirabaud a una cuenta de Corinna en una filial del banco suizo Gonet & Cie en Nassau (Bahamas) a nombre de la sociedad Solare. En este punto los testimonios no se ponen de acuerdo.
Ella dice que fue un regalo por “amor y gratitud” y porque todavía deseaba recuperar la relación. Según una información de El País, el director del banco suizo pidió sacar el dinero tras el escándalo de Botsuana en todas las portadas. Por otro lado, en el horizonte asomaba ya la amnistía fiscal anunciada por el Gobierno de Mariano Rajoy que buscaba aflorar miles de millones de fortunas españolas escondidas en el extranjero.
2015, aparece Villarejo
La residencia de Corinna en Londres recibe en mayo la visita de un hombre tosco que se defiende como puede en inglés. Es el omnipresente comisario José Villarejo. Se presenta como un importante policía en España y se ofrece a quitarle de encima al CNI. Él, por su parte, busca munición en la guerra personal que mantiene contra Sanz Roldán.
Corinna le cuenta que el rey -quien ha abdicado un año antes- recurría a los servicios de Canonica para esconder el dinero, que usaba a su primo Álvaro de Orleans como testaferro y que recibió dinero saudí y pidió una comisión por el contrato del AVE a la Meca. Para entonces, ella ya había movido y usado el dinero que recibió del monarca en 2012. Había hecho inversiones y transferido parte de los fondos a otras cuentas de Nueva York y Londres.
2018, nace la investigación
En julio sale a la luz en la prensa la grabación entre Corinna y Villarejo. Se desata el escándalo que salta a los tribunales. La Audiencia Nacional investiga y archiva las revelaciones de la empresaria en tiempo récord apelando a la inviolabilidad del rey. Pero deja abierta una causa por el presunto cobro de comisiones ilegales por empresarios españoles en la negociación del AVE a La Meca. Paralelamente, el fiscal jefe del Cantón de Ginebra registra el despacho de Fasana y Canónica y halla documentación que encaja con las confesiones de Corinna. Empieza así el recorrido judicial de esta historia que ya está en manos de la Fiscalía del Tribunal Supremo.