España

Mas y Junqueras se apuñalan por la espalda a un mes del 9-N

A un mes de la fecha comprometida por Artur Mas para la celebración del referéndum, la convivencia dentro de la delantera soberanista se resquebraja. Al progresivo descuelgue de Iniciativa per Cataluña se suma el creciente desencuentro personal entre el presidente de la Generalitat y el líder de ERC, Oriol Junqueras, ambos con intereses enfrentados.

“A Mariano Rajoy”, comentaba este miércoles en privado un conocido líder político, “puede acusársele de todo, menos de carecer de paciencia”. Esta virtud le ha servido para deshacerse en su partido de algunos de sus enemigos más acérrimos y también para conseguir que doblen la rodilla quienes osan a echarle un pulso. Esto es, precisamente, lo que el presidente espera que haga antes del 9 de noviembre Artur Mas, después de perder el control del proceso soberanista y dejar que Esquerra Republicana le tome la delantera en lo crucial, las encuestas electorales.

Mas acusa al líder de ERC de estar multiplicando su granero de votos desde la barrera

De cuanto acontece en el frente soberanista se tiene información sobrada en La Moncloa, procedente, sobre todo, de las filas de CiU. Y lo que se sabe induce a una cierta esperanza: Mas y Oriol Junqueras están a la greña, apuñalándose por la espalda, el primero porque es consciente de que el líder republicano se dedica a alimentar su granero de votos desde la barrera, sin asumir riesgo alguno, y el segundo porque observa como flojea el presidente de la Generalitat en su intención inicial de llegar hasta el final, con todas las consecuencias, en la celebración de la consulta.

Y estas consecuencias no son menores. Mas tiene miedo a conducir a muchos funcionarios al servicio de la administración catalana a un delito de prevaricación, es consciente del temor de muchos empleados públicos a perder su puesto de trabajo si no acatan las órdenes del Tribunal Constitucional, no tiene duda alguna de que el Estado responderá al pulso secesionista con todas sus armas y tampoco atisba ventajas, ni para él ni para CiU, en ninguna de las salidas posibles que puede darle en adelante al conflicto. Un adelanto electoral sin una candidatura conjunta con ERC regalaría a Oriol Junqueras la hegemonía política, una alianza con éste haría saltar por los aires el matrimonio de 35 años con Unió y la decisión de apurar la legislatura le obligaría, muy probablemente, a tener que humillarse ante el PSC y aceptar su auxilio parlamentario sin sacudirse de encima las negras perspectivas electorales.

Mas se resiste a cargar con todos los inconvenientes

Con Junqueras y la Asamblea Nacional Catalana como iconos principales del soberanismo, Artur Mas se resiste a seguir formando parte del decorado cargando a sus espaldas con todos los inconvenientes. En CiU tienen claro que si recula y no echa el resto en la celebración de un simulacro de consulta, se verá obligado a convocar anticipadamente a las urnas al perder el apoyo de Esquerra. Si, por el contrario, aprieta el acelerador con una venda en los ojos, se expone a una contundente respuesta del Gobierno que le deje políticamente inhabilitado.

De estas tensiones intenta despegarse Iniciativa per Cataluña, la pieza del frente soberanista menos comprometida con esta cruzada. De ello da buena muestra la dimisión de Joaquín Brugué como miembro de la 'Junta Electoral' promovida por la Generalitat para tutelar la consulta del 9-N. “Si viniera un observador a Cataluña, creería que es Guinea”, ha dicho en declaraciones a El País este catedrático de Ciencia Política. Los nacionalistas no descartan que a este ejemplo le siga el descuelgue de Iniciativa del proceso. “Nadie quiere ser juzgado por un delito de desobediencia ni perder su puesto de trabajo. Y en esta tesitura están miles de empleados públicos en Cataluña que sienten pánico, según se acerca la hora de la verdad, y no están dispuestos a pagar el pato secundando el instinto suicida de Mas” comentaba este martes la portavoz de UPyD, Rosa Díez, quien hace un mes se reunió con Mariano Rajoy en La Moncloa para analizar el problema catalán. Del encuentro salió con la convicción de que el presidente del Gobierno tiene en su cabeza una idea muy clara de cómo debe responder el Estado a cada paso que de la Generalitat violentando la legalidad.

La sentencia del Constitucional no llegará antes del 9-N

Es muy posible que no haya una sentencia del Constitucional prohibiendo la consulta independentista antes del 9-N, ya que las prisas del Gobierno no encajan en los tiempos del alto Tribunal en un momento en el que sus magistrados intentan evitar un ridículo como el que exhibieron hace cuatro años en su fallo sobre el Estatuto. Ahora están dispuestos a negociar un dictamen de consenso.

Hay miles de funcionarios al servicio de la Generalitat con miedo a perder su empleo y a incurrir en desobediencia

Aun así, en el Ejecutivo se interpreta que la admisión a trámite de los recursos contra la ley de Consultas y contra su convocatoria no deja lugar a dudas y obliga a la Generalitat a suspender todos los preparativos. Desde la admisión de estos recursos, el pasado 29 de septiembre, Mas no para de hacer malabarismos para contentar a su parroquia y, al mismo tiempo, respetar la legalidad. “Un comportamiento que le va a ser imposible de mantener según transcurran los días, pues lo único que ha hecho hasta ahora es interpretar una farsa convencido de que Rajoy cedería, algo que no ha ocurrido”, explica una alta fuente del PSC.

Solo si Mas da un paso atrás emulando a los cangrejos, Rajoy estaría dispuesto a dar aire al nuevo PSOE de Pedro Sánchez aceptando el diálogo formal sobre la reforma constitucional y a negociar con la Generalitat buena parte de las 23 propuestas que su presidente le presentó el pasado julio en La Moncloa. Pero ninguna de estas dos fichas se moverá mientras siga la bufonada. La impresión reinante en medios parlamentarios es que el tablero se agitará en breve.

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