Eran una dupla bien avenida para plantar cara a la dirección nacional. Pero uno abandona al otro para siempre. Con la marcha de Borja Sémper conocida este martes, el líder del PP vasco, Alfonso Alonso, se queda sin su apoyo más mediático frente a las directrices provenientes de Génova 13. Y, de paso, el adiós inesperado multiplica las dudas en la formación a solo unos meses de las elecciones autonómicas.
La cita con las urnas está prevista para el otoño pero cada vez parece más claro que el lehendakari, Íñigo Urkullu, adelantará los comicios al mes de junio. Sea como sea, en esas elecciones el PP vasco se juega su futuro como organización tras refundarse con una voz propia después de varios batacazos en las urnas y tras adoptar una estrategia política que choca con las tesis de Pablo Casado.
El ahora dimisionario fue uno de los principales artífices de ese cambio de estilo y estrategia de los populares vascos. La idiosincrasia del nuevo PP vasco se resume, principalmente, en tres ideas: apostar por un proyecto de centro, defender la moderación alejándose lo más posible de Vox y centrar sus esfuerzos frenar la sangría de votos que, según sus cálculos, se están pasando al PNV.
Nueva estrategia y batacazos en las urnas
Los dos políticos del PP vasco que más y mejor representan esa estrategia son precisamente Alonso, que es un sorayista confeso y se ha convertido en el otro barón crítico del partido junto al gallego Alberto Núñez Fejóo, y el propio Sémper, quien siempre ha sido una voz heterodoxa. Ambos son refractarios a que el PP defienda un discurso más a la derecha y se oponen a cualquier acercamiento a Vox.
El PP vasco registró en 2019 los peores resultados electorales de su historia. Las generales del 28-A y las municipales y forales del 26-J fueron dos desastres sin paliativos. Pero Sémper fue el único que salvó los muebles en el Ayuntamiento de San Sebastián precisamente gracias a un discurso más centrado, moderado y alejado de las tesis imperantes en Génova 13.
Las autonómicas, decisivas
En las generales del 10-N el PP vasco mejoró sus guarismos al obtener un diputado que, paradojas de la política, logró la casadista Beatriz Fanjul. Ese resultado fue interpretado en el seno del partido en Euskadi como una suerte de espaldarazo a su nueva estrategia. Pero, interpretaciones aparte, la batalla decisiva para los populares vascos se jugará en las autonómicas de este 2020.
A solo unos meses de esa cita con las urnas donde tanto se juega el PP vasco, se rompe el tándem que formaban Alonso y Sémper frente a la estrategia de la dirección nacional. El segundo se marcha hastiado y asegura que el primero comprende su decisión. La realidad es que Alonso está ahora más solo que antes. Aunque cuenta con el apoyo de la gran mayoría del partido, su futuro dependerá de las autonómicas.
A ello hay que sumar la posibilidad de que se abra un frente interno. Durante los últimos años, Sémper ha controlado el PP guipuzcoano con suma facilidad. Los problemas con Arantza Quiroga, que estallaron definitivamente allá por 2013, quedan muy lejanos. Ocurre, sin embargo, que el principal delfín de Casado para el futuro del PP vasco es Íñigo Arcauz, candidato por Guipúzcoa en las dos generales del pasado año para el disgusto de la pareja ahora rota.
No es difícil ver en el horizonte una pelea por el liderazgo del PP vasco. Pero esas cuitas, las internas, también dependerán del resultado electoral en las autonómicas.