En estos días de agosto marcados por la evolución de la pandemia y por los sucesos de política internacional, los partidos vascos disfrutan de sus particulares vacaciones. Pero no durarán demasiado, porque a la vuelta de la esquina está septiembre, y con ello el inicio del curso político. Un curso que sin duda estará marcado por el debate que se avecina sobre el nuevo Estatuto vasco. Bildu presiona al PNV para que se sume a la senda más soberanista, pero los peneuvistas optan -al menos por ahora- por buscar un acuerdo transversal con PSE y Podemos.
Si a principios de este año era evidente que el debate estatutario estaba completamente enterrado en la Cámara de Vitoria, ahora, sólo unos meses después, es igualmente palmario que en otoño se reactivará esta cuestión. Así lo reconocen en los propios partidos. Así lo expresó el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en el marco de sus exigencias al Gobierno de Pedro Sánchez para seguir como socio. Y así lo aseveró unas semanas el propio lehendakari, Íñigo Urkullu, que habló de recuperar este tema "aquí y ahora".
Durante este verano, como antelación del debate que viene, Bildu ha elevado su presión al partido gobernante en Euskadi para que se sume a una suerte de frente común nacionalista. A finales de junio el propio Arnaldo Otegi reclamaba a los jeltzales que vuelvan al camino del acuerdo que ambas formaciones suscribieron en 2018 para impulsar un nuevo estatus de la comunidad autónoma mediante una "consulta habilitante" a los ciudadanos vascos.
Todos los mensajes de Bildu van en la misma dirección: atraerse al PNV a posiciones más rupturistas. Sin embargo, el Plan Urkullu no es el Plan Ibarretxe
Más recientemente otros portavoces bildutarras han reclamado acelerar en "la fase resolutoria" y "olvidarse de la transversalidad" porque "no hay más huidas hacia delante" ni excusas que valgan para alcanzar un acuerdo entre nacionalistas. Así lo dijo Unai Urruzuno, cercano a Otegi. Además, la líder de Bildu en el Parlamento vasco, Maddalen Iriarte, publicó a principios de agosto una carta en la que instaba a Urkullu a negociar una alianza soberanista para alumbrar el "nuevo estatus".
Todos esos mensajes de Bildu van en la misma dirección: atraerse al PNV a posiciones más rupturistas. Sin embargo, tal y como viene informando este diario, el Plan Urkullu no es el Plan Ibarretxe. La estrategia peneuvista sigue siendo lograr un acuerdo transversal con su socio de gobierno, el PSE, y con Podemos-IU, de manera que la propuesta de nuevo Estatuto reconozca a Euskadi como "nación" y aumente sus dosis de autogobierno, pero sin romper amarras.
Bildu defiende el "derecho a decidir" sin ambages, con una línea rupturista similar a la del procés catalán. El PNV habla de "bilateralidad", de "Concierto Político", de más competencias y de recoger en el Estatuto el "derecho a decidir" como una opción para el futuro siempre que sea "pactado con el Estado"
En la anterior legislatura, durante el trabajo previo de los expertos propuestos por los partidos, PNV, PSE y Podemos llegaron a un acuerdo en la mayoría de cuestiones, si bien todavía discrepan sobre el reconocimiento "nacional". Urkullu quiere lograr a toda costa un pacto con las formaciones del Gobierno central. Y lo cierto es que un acuerdo entre bildutarras y peneuvistas se antoja bastante complicado, porque de hecho ambos partidos nacionalistas viven ahora mismo su peor relación en años.
Batalla por la hegemonía
No hay sintonía entre las dos fuerzas más votadas. Antes al contrario, ya que ambos están enfrascados en una batalla permanente por la hegemonía entre los nacionalistas. Y en sus posturas sobre el futuro Estatuto no hay nada nuevo. Bildu defiende el "derecho a decidir" sin ambages, con una línea rupturista similar a la del procés catalán. Para ello quiere un pacto exclusivo de nacionalistas. El PNV habla de "bilateralidad", de "Concierto Político", de más competencias y de un Estatuto que, como ha informado este diario, recoja el "derecho a decidir" pero como una posibilidad abierta para el futuro y siempre que sea "pactada con el Estado". Para ello aspira a un acuerdo con la izquierda. Lo dicho: el Plan Urkullu no es el Plan Ibarretxe.
Sólo el PNV guipuzcoano, con Joseba Egibar a la cabeza, querría sumarse a Bildu como en aquel texto suscrito en 2018, pero sus posturas son minoritarias en el partido. Los que mandan en Sabin Etxea tienen claro que un camino similar al del procés sería un fracaso, casi un suicidio político. Pesa en su estrategia el hecho de que las últimas encuestas hablen de que sólo uno de cada cuatro vascos desea la independencia. Pero, al mismo tiempo, tienen que contentar a la parte del partido y, sobre todo, del electorado de cariz más soberanista. Su batalla con Bildu por esta cuestión se antoja inagotable.
Por otro lado, todos los implicados en la cuestión dan por hecho que ni PP-Cs ni Vox respaldarán cualquiera de estas dos opciones. Asimismo, está bastante claro que Podemos sí quiere sumarse a las tesis peneuvistas. Así las cosas, la verdad es que todo depende del PSE. Hasta ahora, los socialistas vascos han dado una suerte de patada a seguir: "No es momento de debates identitarios por la pandemia". Pero en algún momento tendrán que tomar partido y, con ello, desnivelar la balanza.