Los cambios en el PP vasco no van a ser sencillos. Este viernes estallaba la guerra sin disimulo con la dirección nacional que encabeza Pablo Casado. La dirección de los populares vascos, repleta de 'sorayistas', pretende un viraje estratégico que incluye crear "una voz propia" de la formación en la comunidad. Pero en Génova 13 discrepan y Cayetana Álvarez de Toledo, número dos del PP en el Congreso, se ha convertido en el principal ariete contra esa posibilidad.
Este sábado el presidente del PP viaja a Vitoria para clausurar una convención que el PP vasco diseñó precisamente para desmarcarse ideológica y estratégicamente de su liderazgo. La tensión es máxima y el morbo se agiganta según se acerca la cita. Aunque unos y otros logren una tregua para evitar el enfrentamiento público, costará mucho tiempo restañar las heridas surgidas en los últimos días.
Un lento cambio y una nueva estrategia
El PP del País Vasco anda enfrascado en una suerte de lenta metamorfosis. Despacio, sin prisa pero sin pausa, frente a no pocas resistencias tanto en la región como en Madrid, los Alfonso Alonso, Borja Sémper o Iñaki Oyarzábal llevan años intentando virar el rumbo del partido en Euskadi. Su idea es modernizar la formación y ello incluye, a su juicio, alejarse del legado de los Jaime Mayor Oreja y María San Gil, que lideraron el partido en los años de Aznar y que planteaban una estrategia frontal contra todo el nacionalismo, tanto el de Batasuna y ETA como el del PNV.
Los actuales dirigentes creen que los tiempos han cambiado en Euskadi. Ahora, más en concreto, buscan una estrategia más amable para los ciudadanos vascos, incluidos algunos nacionalistas moderados, pero sin renunciar a los principios de la formación. Pretenden una "voz propia" adaptada a la comunidad autónoma, lo que supone liberarse de las costuras que se tejen en Génova 13.
No descartan acuerdos con el PNV al tiempo que dicen que quieren ser su "principal alternativa". Consideran, como viene contando este periódico, que muchos de sus votantes han saltado al PNV y su máxima es recuperarlos. Para ello, pretenden un cambio en el tono y la estrategia, con una idiosincrasia propia y autonomía respecto a la dirección nacional.
Sorayistas derrotados y el 28-A
Esta estrategia sí era entendida en gran medida por los mandamases del rajoyismo. Con Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, los dirigentes del PP vasco, 'sorayistas' confesos en su gran mayoría, vivían mucho mejor. Su líder y exministro, Alfonso Alonso, respaldó a la vicepresidenta en la contienda que mantuvo con Casado para hacerse con el control del partido tras la marcha de Rajoy. Y nunca ha terminado de aceptar la línea estratégica de la actual dirección.
De hecho, en el PP vasco culpan a la "radicalización" de Casado y compañía del naufragio electoral del 28-A. Aunque en Génova 13 se recuerda muy bien que el principal fracaso ocurrió precisamente en Euskadi, donde los populares no lograron ni un solo diputado en las generales. Unos se echan las culpas a otros, pero lo cierto es que el PP de Euskadi casi ha desaparecido cel mapa político. Para evitar el hundimiento definitivo, Alonso, Sémper y su núcleo duro han diseñado esta convención con la que buscan rearmarse con una "voz propia".
Continuos choques
Los roces y los choques han sido muchos durante los últimos meses. Una de las primeras cosas que hizo Casado al llegar al liderazgo fue homenajear a San Gil y reivindicar su antiguo liderazgo. Algo que no gustó nada a Alonso y los suyos. Luego llegaron varios encontronazos más, sobre todo a raíz de las relaciones con Vox.
Otra pelea sonada llegó este verano, cuando la dirección nacional acordó expedientar a un diputado del PP en Euskadi que votó por error a un candidato de Bildu. Llovía sobre mojado. Sin embargo, parecía que el cónclave de este fin de semana se desarrollaría con calma. En el PP vasco llevaban meses trabajando en este sentido. Pensaban que esta cita les serviría para coger impulso y recuperar la iniciativa.
La realidad es que en la última semana ha estallado la guerra con Génova y en este cónclave solo se va a hablar de este enfrentamiento. El coqueteo de Casado con Rosa Díez no gustó nada. Pero las palabras de Álvarez de Toledo terminaron por dinamitarlo todo. No hay puentes. Y solo algunos como Javier Maroto, muy amigo de parte del núcleo dirigente vasco y casadista destacado, intenta mediar para arreglar las cosas. Tal vez se firme una tregua para evitar el espectáculo este sábado. Pero las heridas seguirán abiertas.