Marejada fuerte entre el empresariado vasco. El fondo británico Zegona ya ha iniciado su esperado asalto a Euskaltel mediante el nombramiento de un consejero afín, José Miguel García, ex CEO de Jazztel. Este movimiento no ha gustado nada a parte de la patronal e incluso a algunos partidos políticos. Los poderes fácticos de Euskadi no quieren quedarse sin uno de sus buques insignias. Y, por ello, aumenta la presión, de momento más sibilina que pública, para que el Gobierno vasco que preside Íñigo Urkullu impida la operación.
Estaba cantado que Zegona apostaría por García, después de que meses atrás ya apuntase en esa dirección en un comunicado. Ahora, el accionista mayoritario de Euskaltel ha aprovechado la reunión del consejo de administración en la que se aprobaban las cuentas trimestrales para colocar a su peón. Primero renunció Robert W. Samuelson y después García fue elegido para ocupar ese asiento en el consejo.
Una pelea que no cesa
No por esperada esta jugada ha dejado de escocer. Porque la realidad, sin eufemismos, es que en Euskaltel hay abierta una pelea de poder ya descrita por este diario. A un lado de la mesa del tablero, el accionista mayoritario y otros fondos extranjeros que quieren darle un empujón a la operadora de la mano del gigante Virgin.
Al otro lado, el tradicional dueño de este cotarro, Kutxabank, controlada por el PNV y aliada para esta lucha con otras entidades financieras que poseen fuertes paquetes accionariales. O sea, la novedad frente a la tradición. La innovación frente al conservadurismo. O, incluso, el mercado frente al "arraigo" de la empresa.
Solo hace diez días que se vislumbraba otra vez esta batalla al anunciar Euskaltel un acuerdo con MediaMarkt que poco o nada tiene que ver con los planes de Zegona.
¿Opciones e intenciones reales?
En las últimas semanas, justo desde que Zegona se convirtió en primer accionista por delante de la macrocaja vasca, se han desatado las especulaciones en los mentideros políticos y económicos del País Vasco. Algunos incluso ya dan por hecho que el Gobierno vasco, a través de Kutxabank, retomará el control mediante una fuerte inversión. Pero la duda estriba en saber si todo son fuegos de artificio para templar los ánimos o si realmente el Ejecutivo tiene opciones e intenciones reales de moverse en esa dirección.
Desde hace años, Kutxabank (o sea, el PNV) ha optado por una política de desinversiones en empresas estratégicas vascas. El principal ejemplo es Euskaltel. No parece que ahora vayan a cambiar de táctica, a a no ser que se vean obligados a ello. Porque, por decirlo claramente, invertir ahora en la operadora de telefonía sería demasiado caro. Opciones remotas e intenciones misteriosas.
Los resultados
La presión a Urkullu es obvia. El presidente de la patronal vizcaína Cebek, Iñaki Garcinuño, criticó esa política de desinversión en una reciente entrevista en 'El Correo'. Bildu ha pedido públicamente una nueva inversión que impida que la operadora pase a manos inglesas. Y los propios empleados de la compañía han mostrado su intranquilidad. Espadas en lo alto y el tiempo dictará sentencia.
Entretanto, los resultados del primer trimestre para Euskaltel son inferiores a los de el mismo período del pasado año. Entre enero y marzo de 2019, la empresa registró, según sus propios datos, unos ingresos totales de 171,7 millones de euros, un Ebitda de 81,1 millones y un flujo de caja operativo de 46,5 millones, recogió Efe.
El CEO de Euskaltel, Francisco Arteche, justificó el descenso porque estas cifras "no se pueden tomar como una referencia del desempeño global esperado para todo el año, ya que en estos tres meses se está recibiendo el impacto del esfuerzo dedicado a los planes de expansión y transformación, cuyo resultado veremos a lo largo del ejercicio".