"Aquí la única discrepancia es ver quién se considera más amigo de Rajoy". La frase de Martínez Pujalte resume el ambiente de las tensiones vividas en la cúpula del PP durante la 'semana de Pasión'. Dolores Cospedal recibió una mención expresa del presidente, que avaló su gestión en tiempos muy difíciles. De si se trataba de restañar las heridas de la número dos del partido, pero fue su rival, Javier Arenas, quien más departió con el presidente durante la celebración de la Junta Directiva Nacional, que se no se convocaba desde hace dos años.
El presidente centró sus palabras, unos 45 minutos, en el libreto conocido. La gestión económica centró el noventa por ciento de su intervención. También hizo una referencia leve a las tensiones internas, reclamó que olvidaran las trifulcas y castigó con un par de papirotazos a las fuerzas emergentes, Podemos y Ciudadanos, de quienes dijo que "nosotros no somos como otros que van pescando candidatos por las cafeterías".
Y no hubo más. La sesión era la perfecta excusa para transmitir una imagen de unidad. Nadie abrió la boca, nadie pidió hacer uso de la palabra. Tampoco se dio oportunidad. El acto se dio por concluido tras las palabras de Rajoy. "Siempre ha sido así, este es el formato", comentaban fuentes de Génova al ser preguntadas sobre ese clamoroso silencio.
Rajoy castigó con un par de papirotazos a las fuerzas emergentes, Podemos y Ciudadanos, de quienes dijo que "nosotros no somos como otros que van pescando candidatos por las cafeterías"
Un libreto monocorde
Hubo decepciones, en especial por parte de aquellos dirigentes que en las últimas semanas habían reclamado un discurso abierto a otras inquietudes, más político, más ideológico. "Con la economía tan sólo no basta", venían comentando. El CIS les daba ayer la razón. Crece la inquietud por el futuro económico de nuestro país. Las grandes cifras tardan en calar. Ni siquiera el aumento del empleo y la bajada de impuestos se tienen en consideración.
Ninguna novedad y menos sorpresas. Lo previsto en un cónclave preparado al milímetro por Dolores Cospedal, que ha venido manteniendo una sorda pugna con su vicesecretario general, Arenas, a causa del desastre de las autonómicas andaluzas. La propia Cospedal había convocado, en muchos casos vía llamada personal, a algunos de los dirigentes más remisos a acercarse por Madrid, como Monago o Feijóo, que allí estuvieron, en primera línea. La subjefa de la formación mantiene activo un doble frente. Arenas por un lado, en la interna de Génova, y Sáenz de Santamaría en Moncloa. Dos rivales complicados y muy hábiles. Pero no dejará la secretaría general al menos hasta después de las generales, según comentan en su entorno. De hecho Rajoy se desplaza este miércoles a Ciudad Real, territorio de su mano derecha en el partido, para presidir un congreso de mujeres rurales. Otro guiño más a Cospedal y un compromiso firme de refuerzo a quien es su firme baluarte en el partido.
Pero tras los aplausos de rigor, las sonrisas forzadas, las palmaditas en la espalda de oficio y las palabras de ánimo obligadas, el cónclave quedó cerrado con un regusto escéptico. Rajoy no se apea del burro en su idea que es el bolsillo el que hace ganar unas elecciones. Pero las encuestas son muy adversas. Ya ni siquiera Castilla y León está asegurada. El temor crece. Fabra, en Valencia, está aterrorizado. Y Ciudadanos no afloja.