Pese al severo castigo de las urnas, Rajoy reivindicó la victoria del PP y anunció ante sus simpatizantes congregados en Génova su decisión de intentar formar Gobierno con un apoyo parlamentario suficiente. "Entramos en una etapa que no va a ser fácil", subrayaba. Es la hora de "dialogar, de habar mucho y lo voy a intentar". Voluntad de seguir adelante, empeño en no tirar la toalla y dejar abierta la posibilidad de que el PP se mantenga en el poder.
Victoria triste en el PP, victoria amarga, con un horizonte de incertidumbre y con un tufillo a Portugal a la hora de formar Gobierno. Su caída de 63 escaños y casi cuatro millones de votos desde los últimos comicios le pone en una situación muy difícil para el horizonte inmediato, de acuerdo con las primeras manifestaciones críticas escuchadas en Génova. No obstante se subraya que el bloque PP más Ciudadanos resulta emparejado en número de escaños con el del PSOE y Podemos, es decir, que las fuerzas del centro derecha y de la izquierda se han repartido entre las cuatro formaciones en forma muy pareja. Es una visión de consuelo que emiten desde el PP, pero que son conscientes que a la hora de sumar es Pedro Sánchez quien podría redondear una cifra superior, ya que logaría algún respaldo de otras fuerzas de izquierda nacionalista. El PSOE lo tiene más fácil, resumen estas fuentes, que auguraban un cambio si los barones del PSOE no lo impiden. "Nunca un presidente del Gobierno ha sido investido con menos de 150 escaños", insistían entre algunos dirigentes del PP, intentando quizás poner freno a la posibildad de un Ejecutivo bajo el control de Pedro Sánchez. Pero el reparto de escaños entre los cuatro partidos ahora en liza modificará todos los parámetros que hasta ahora funcionaban.
El ascenso de Podemos y el aguante del PSOE abría la posibilidad de un giro a la izquierda en el color del Gobierno del país
Elecciones anticipadas o gran coalición, apuntaban algunas voces dentro de Génova, que consideran imposible que Pedro Sánchez pueda ponerse a merced de Podemos y de los grupos separatistas a cambio de alcanzar la presidencia del Gobierno. Quizás más una expresión de su deseo que de lo que puede ocurrir en realidad en las próximas semanas, cuando se abran conversaciones y se avizoren posibles acuerdos, que ahora parecen casi inabordables. "Podemos estar votando de nuevo en abril", señalaban en esos círculos populares.
El ambiente en la sede de Génova era gélido, casi de funeral prácticamente desde los primeros momentos del escrutinio. Poca gente en los alrededores para escuchar a Rajoy cuando decidió salir al balcón, algo inesperado en la desolada noche para el presidente del Gobierno, una música ambiental muy suave y gestos severos entre la concurrencia. Trescientos periodistas congregados a la espera de reacciones del partido todavía en el poder. El recuento avanzaba pero el PP no despegaba. El PSOE resitía mucho más de lo que anunciaban las encuestas, se subrayaba en los círculos populares. La noticia se recibía como un serio revés. En especial cuando con el 30 por ciento la proyección de escaños adelantaba un resultado en torno a los 120 diputados. Al final serían 123. El ascenso de Podemos y el aguante del PSOE abría la posibilidad de un giro a la izquierda en el color del Gobierno del país. El votante del PP ha vuelto a quedarse en casa, según algunas fuentes. La campaña fue buena pero no ha movilizado lo suficiente, mucho menos de lo esperado, insisten estas versiones. Comunidades como Cataluña o País Vasco han arrasado con todo vestigio del partido de Rajoy en tanto que Podemos y los nacionalistas, en especial ERC, han recibido un respaldo notable. Ciudadanos, en contra de lo esperado, quedaba en quinto lugar en Cataluña, otra sorpresa.
El PP aguanta en Madrid y Valencia
El PP resitía en Madrid, con una docena de escaños en tanto que Podemos se situaba en el segundo puesto y el PSOE sufría uno de sus tropezones más severos de los comicios, con un cuarto puesto casi humillante. Los pactos con Carmena parece que pasan factura a los socialistas en tanto que la formación conservadora mantiene su liderazgo en uno de sus feudos, aunque con menor apoyo que en los comicios anteriores. En Valencia, otro de los bastiones populares, también resistía al empuje de Compromís y del PSOE, otro motivo para la satisfacción, donde la línea dura de Isabel Bonig ha empezado a dar sus frutos. Escasos, por el momento. Y en Castilla y León el PP vencía por dos escaños a la suma de PSOE, Podemos y Ciudadanos juntos, uno de los triunfos de la noche.
Incluso en fuentes del partido se hablaba de la importancia del debate entre Rajoy y Sánchez, que relanzó la campaña del socialista y que abrió una fuga de votos desde Ciudadanos hacia esta formación, razonaban algunos analistas, sorprendidos también con el poco fuelle del resultado de Rivera. No alcanza para prestarle apoyo al PP a la hora de intentar una mayoría, lo que supone un contratiempo sin paliativos. Nadie más colaborará con Rajoy para salir adelante, de acuerdo con todas las previsiones. El panorama parlamentario ofrece una situación de difícil gobernabilidad, y fuentes de Génova apuntaban que resultará prácticamente imposible abordar las grandes reformas pendientes, por lo que España se adentra en una situación de inestabilidad inquietante. Hablar desde estas sifras electorales de modificar la Constitución resulta ahora mismo algo casi impensable. "Aunque todo es posible", comentan en el PP. Entramos en una situación sin precedentes que podrá derivar hacia destinos nada claros. Incluso se desliza la circunstancia de que los nacionalistas van a poder decidir el futuro color del partido en el Gobierno, tanto ERC como la nueva Convergencia y hasta el PNV, que han aguantado bien el tirón, no así Bildu o Geroa Bai que han sido arrollados por Podemos. "El cambio no es tal, los viejos han sacado más de 210 y los nuevos apenas 110", explicaban estas fuentes.