El consumo de papas en España y en Europa ha tenido un impacto significativo en la alimentación y la economía, especialmente en contextos de crisis alimentaria. Introducida en Europa en el siglo XVI, la patata se convirtió en un alimento básico en muchos países debido a su capacidad de adaptación a diferentes climas y su alto rendimiento en comparación con otros cultivos. En España, la papa fue inicialmente recibida con escepticismo, pero su aceptación creció rápidamente a lo largo del siglo XVIII. En el periodo de Felipe II las exportaciones de Canarias a Amberes dado que las islas tenían un régimen de libre mercado, cultivadas desde el siglo XVII, jugaron un papel crucial en su difusión. La papa se integró en la dieta española, especialmente en las zonas rurales, donde se convirtió en un alimento esencial. Su versatilidad permitió que se preparara de diversas maneras, desde guisos hasta purés, lo que facilitó su incorporación en la gastronomía local.
Debido a que el tallo y las bayas eran altamente venenosos, los agricultores europeos inicialmente desconfiaron de la planta de papa. Las guerras y hambrunas de los siglos XVII y XVIII finalmente condujeron a un gran avance en Europa. La papa es actualmente el cultivo alimentario más importante del mundo después del arroz, el trigo y el maíz. La patata ocupa el cuarto lugar, pero ofrece un rendimiento relativamente alto por hectárea y es especialmente nutritiva. Las Naciones Unidas creen que esto también podría ayudar a combatir el hambre en los países en desarrollo. Los profesores David J. Caramazana Malia y Manuel Romero Bejarano han presentado este 2025 un estudio llamado 'Nuevos datos para la historia de la patata y la batata durante el siglo XVI. Distribución, consumo y venta de 'patatas' en Jerez de la Frontera y donde detallan la "incertidumbre" en llegada de este tubérculo a la Península y ubica la llegada al sur de España entre 1563 y 1568.
Mientras el comercio florecía, en la geoeconomía de la papa, se dieron situaciones curiosas. En Rusia, los cristianos fundamentalistas creían que esta planta era diabólica, ya que no se mencionaba en la Biblia. De manera similar, en Francia, la papa era vista como un alimento solo adecuado para animales, y no se consideraba apta para el consumo humano, ya que se pensaba que consumir esta planta venenosa podría provocar lepra. Entre 1748 y 1772, Francia incluso tuvo una ley que prohibía el cultivo de este tubérculo.
José de Viera y Clavijo (1731-1816) fue un destacado naturalista, botánico, escritor e intelectual canario, conocido por su labor en la recopilación y estudio de la flora y fauna de las Islas Canarias, así como por su contribución a la literatura y la cultura de la época. Señala en 'Historia Natural de las Islas Canarias' que "las primeras papas fueron traídas del Perú por don Juan Bautista de Castro alrededor del año 1622. Este individuo las hizo cultivar en sus tierras de Icod del Alto", Tenerife. Sin embargo, hay evidencia de que en los años 1567 y 1574 (siglo XVI) ya se estaban embarcando papas desde Gran Canaria y Tenerife hacia Amberes y Ruán, respectivamente, según el profesor Manuel Lobo Cabrera, en 'El comercio canario europeo bajo Felipe II, 1988'.
Y es que mientras la llegada de la batata no genera dudas, en el caso de las patatas o papas, como se sigue llamando en el sur de España, Canarias y América. "La batata presenta menores problemas para encuadrar su historia comercial y de consumo en España, desde el punto y hora que Andrea Navagero, embajador veneciano, recogió en su diario del año de 1526 que en Sevilla comió las raíces que llaman batatas, que tienen sabor de castañas", recuerdan los profesores Caramazana y Romero Bejarano.
Los productos vegetales de origen indiano que se aclimataron en Canarias también formaron parte del comercio europeo. Esto incluye tanto la batata como la papa. Las primeras batatas de las que se tiene constancia fueron exportadas a Sevilla en 1590, en un barril, aunque su cultivo y producción ya estaban documentados en 1556. En cuanto a la papa, se dice que fue importada directamente como semilla y que hacia 1560 comenzó a ser cultivada por los españoles en Italia y Flandes. A juicio de Lobo Cabrera, desde Canarias se propagó hacia el continente y alrededor de 1560 ya debía estar cultivada en Gran Canaria, dado que en 1567 se exportó a Flandes, y en 1574 continuaron los envíos de este producto, esta vez hacia Francia. En ese año el mercader Juan de Molina enviaba a su hermano, Luis de Quesada, residente en Amberes, junto con cantidades importantes de azúcar, remiel y vino, tres barriles medianos con "patatas", limones verdes y naranjas.
Por otro lado, en estudios generales sobre la historia de la patata, se menciona el año de 1573 como el de su introducción en la península ibérica, específicamente en el hospital de la Sangre de Sevilla, así como su función botánica principal hasta el siglo XVIII. En contraste, en otros cinco documentos de Motril y L’Écluse de Arras, el uso de la palabra 'patata' parece referirse a la 'batata'. "De hecho, cabe preguntarse si la patata mencionada en el Hospital de la Sangre de Sevilla no era en realidad batata transportada desde Motril. Como se observa en el último documento, fechado solo cinco años antes de la noticia bien documentada en Sevilla, es posible que esta se recibiera bajo el nombre de 'patata', siendo en realidad batata, señalan Caramazana y Romero Bejarano en Anuarios de Estudios Atlánticos. La historia de la papa o patata, en sus diversas variantes, se entrelaza nuevamente con la historia de Canarias y Andalucía, donde los puertos comerciales conectados con la ciudad de Jerez de la Frontera y otras localidades de la bahía de Cádiz emergen como los puntos clave para la distribución, venta y consumo de este alimento, que ha llegado a ser esencial desde el siglo XVIII hasta la actualidad.