Mariano Rajoy y Pedro Sánchez analizaron este martes por la tarde en La Moncloa el escenario abierto para las próximas semanas después de la aprobación por el Parlament de la resolución a favor de la independencia. Según fuentes oficiales, ambos ratificaron que se trata de un asunto de Estado y, por tanto, se comprometieron a guardarse “lealtad mutua” en la conducción de un proceso que atañe, sobre todo, al Gobierno y que está sometido a riesgos añadidos por haber coincidido de lleno con la carrera hacia las elecciones generales.
Rajoy y Sánchez se prometen "lealtad mutua" en la respuesta "proporcionada" al desafío secesionista
Al margen de las fotos y del mensaje de unidad institucional que Rajoy y Sánchez han vuelto a transmitir al país, fuentes del Gobierno y del PSOE subrayan una coincidencia en lo fundamental: a ninguno le conviene una aplicación temprana del artículo 155 de la Constitución que suspenda la autonomía catalana ya que, de momento, no se dan las circunstancias para ello y, además, el Gobierno dispararía su bala de plata cuando el proceso soberanista no ha hecho más que arrancar. Así se lo trasladó Rajoy a Sánchez y ambos están de acuerdo en ello, aunque podrían cambiar de opinión en el supuesto improbable de que Artur Mas consiguiera este jueves la investidura en segunda votación y forzara medidas excepcionales desde la Generalitat desobedeciendo las órdenes que emanen del Tribunal Constitucional.
Este último no es el escenario con el que trabaja el Gobierno y, por tanto, “sería un grave error precipitarse”, puesto que al impacto internacional de la suspensión de la autonomía, fácilmente imaginable, se sumarían las dificultades para gestionar esta decisión por el Gabinete que salga de las urnas el 20-D, probablemente mucho más débil que el actual y necesitado de apoyos parlamentarios todavía imprecisos. Además, hay en el Gobierno un temor fundado a que la aplicación del artículo 155 de la Constitución pueda traer desórdenes públicos en Cataluña y grandes movilizaciones en la calle, un paisaje nada apetecible para el PP en plena campaña electoral, en un momento en el que las encuestas empiezan a reflejar, aseguran en La Moncloa, la respuesta “proporcionada y sensata” que Rajoy está dando a esta crisis de Estado.
El triste papel desempeñado por el PSC
Fuentes socialistas coinciden con este mismo análisis. “Cualquier revuelta secesionista en Cataluña colocada en todas las televisiones del mundo evidenciaría que algo ha hecho mal este Gobierno y nos acabaría dando la razón a nosotros cuando denunciamos que Rajoy y sus ministros se han convertido en una auténtica máquina de producir independentistas. Pero, al mismo tiempo, también revelaría el triste papel desempeñado en todo este proceso por el PSC, por lo que tendríamos que compartir responsabilidades”.
Susana Díaz y Guillermo Fernández Vara, los barones socialistas más proclives a dar una respuesta dura
Este martes Pedro Sánchez dijo en La Moncloa que había acordado con Rajoy una “respuesta coordinada y proporcionada” y que, a partir del 20-D, será imprescindible que esta respuesta “sea política”. Si al líder del PSOE tampoco le interesa ver aplicado el artículo 155 antes de las elecciones es también por razones internas de partido, explican fuentes socialistas. Este miércoles, reúne a sus siete presidentes autonómicos para pactar un mismo discurso ante la evidencia de que no todos los barones opinan igual, pues los hay que ven prioritario dar una respuesta contundente al desafío soberanista, sin margen alguno para distanciarse del Gobierno – en ello están la andaluza Susana Díaz y el extremeño Guillermo Fernández Vara–, mientras que otros consideran que Rajoy juega, sobre todo, en clave electoral y, por tanto, el PSOE tiene que recuperar la iniciativa para no ir a rastras del Gobierno y de lo que decida en cada momento el bloque independentista, pues en la marca “unidad de España”, el PP lleva una enorme ventaja.
Esta ventaja procede, según reconocen algunos parlamentarios socialistas, de las ambigüedades con las que el PSC ha transitado desde antes, incluso, de que Artur Mas encendiera la mecha secesionista. En el recordatorio está el Pacto del Tinell, origen del tripartito presidido entre 2003 y 2006 por José Montilla, con Carod Rovira (ERC) y Joan Saura (Iniciativa) como compañeros de viaje. Cuatro años después, Artur Mas pudo auparse a la presidencia de la Generalitat gracias, precisamente, a la abstención del PSC en la investidura, muleta que luego le prestó ERC al propio Mas en 2012 para empujarle hacia la carrera ahora conocida.
La "indisoluble unidad de la nación española"
El Gobierno no quiere desórdenes públicos en las calles de Cataluña en plena campaña electoral
Después de todas estas curvas, los socialistas catalanes asumen ahora el discurso de la unidad de España, a pesar de que en los trabajos sobre la reforma constitucional que han corrido paralelos a la elaboración del programa electoral han abogado por eliminar del artículo 2 de la Constitución términos como la “indisoluble unidad de la nación española", aspecto delicado donde los haya que, finalmente, ha sido orillado por Pedro Sánchez en los papeles difundidos a los medios, a la espera de que amaine la tormenta y pueda formarse en el Congreso una ponencia que encauce esta reforma con el máximo consenso.
Fuentes del Gobierno y del PSOE concluyen que sería ahora un disparate, además de “una grave irresponsabilidad”, hacerse mutuamente daño durante la campaña utilizando Cataluña como arma electoral, pues la actitud de Artur Mas no ha dejado espacio más que para dar una respuesta de Estado en la que tanto Rajoy como Sánchez han pactado caminar de la mano, siempre mirando de reojo el día después del 20-D
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