El acuerdo entre Podemos e IU anuncia la posibilidad de un ‘sorpasso’ por la izquierda y augura enormes sorpresas electorales, de acuerdo con vaticinios que circulan estos días por Génova. Tiemblan en el PSOE, que no siente el suelo electoral para sus pies. Y se inquietan también algunos asesores del PP, que temen la posibilidad de que los socialistas no tengan más remedio que pactar con Pablo Iglesias y Alberto Garzón.
“Fue un experimento de Arriola”, recuerdan ahora, nerviosos, altos cargos del PP. Primero los llamó frikis, luego los alimentó, para segarle apoyos por la izquierda a los socialistas. "Se nos ha ido de las manos, ya son incontrolables, nos pueden dar un gran susto el 26-J”, señalan esas fuentes. El acuerdo de la izquierda más radical, inesperado y la desesperada, puede producir sorpresas en las urnas.
El PP ha fundado su estrategia electoral en el voto útil, es decir, en la campaña del miedo
Los espíritus inquietos son minoría en Génova. El PP ha fundado su estrategia electoral en el voto útil, es decir, en la campaña del miedo. Agitar el fantasma de la extrema izquierda y ningunear al PSOE y Ciudadanos. Si acaso, alguna colleja a Albert Rivera por apoyar la investidura de Sánchez, algo que muchos simpatizantes de la formación naranja, tránsfugas del PP, consideran casi una traición. Así, el PSOE se hunde y se despeja el camino a la investidura de Rajoy, quizás en alianza con Ciudadanos y la abstención forzosa de los socialistas. “Lo que se dice ahora sobre el PP, lo de no negociar, no pactar, no acordar, de nada valdrá en la noche del 26-J si Rajoy logra una nueva victoria con más escaños que en diciembre”, aseguran los arriolistas. Todo encajaba.
Campaña y abstención
El pacto de la izquierda radical puede llevarse por delante esta teoría. Podemos e IU quizás no logren muchos más votos unidos que por separado, pero conseguirán más escaños, de acuerdo con algunos análisis que se manejan en algunos institutos demoscópicos próximos al PP. Quizás no los 16 que anunciaba Garzón, pero sí los suficientes como para situarse muy cerca del PSOE. Algunos estudios aventuran incluso una horquilla en la que el PSOE resultaría desbordado por su izquierda. “Dependerá mucho de la campaña electoral y de la abstención. Si el PSOE moviliza, podrá salvarse”, aseguran. También será clave la suma de restos que propicia la ley D’Hondt, factor clave en esta singular unión de la izquierda radical. La concentración del voto y las circunscripciones provinciales les favorece.
Un aumento claro de escaños por parte de Unidos Podemos, como se ha bautizado a la nueva coalición electoral, desbarataría los planes complacientes de Moncloa. El PSOE, en especial sus barones, podrían verse obligados a olvidarse de Ciudadanos y mirar a su izquierda. Algo que en Ferraz apenas se menciona. Sánchez sigue hablando en tono ambidiestro, sin inclinarse hacia una de sus dos orillas. Abomina ahora de Iglesias casi tanto como de Rajoy, pero no cierra puerta alguna. Los barones socialistas, tan refractarios a una entente con Podemos, tendrían que revisar sus postulados. Al estilo de lo que ha hecho el PSC en Barcelona, que ya van de la manita de Ada Colau.
Según Rosa Díez, Arriola, con el conocimiento de Sánez de Santamaría acordó con un importante empresario catalán de medios darle cancha mediática a Podemos para debilitar al PSOE
Este es el horizonte que más inquieta a algunos dirigentes del PP, en opinión poco compartida en sus propias filas. Es la plasmación de la estrategia narrada por Rosa Díez en su libro Los aventureros cuerdos según la cual, Arriola, con el conocimiento de Soraya Sánez de Santamaría acordó con un importante empresario catalán de medios de comunicación darle cancha mediática a Podemos para debilitar al PSOE. A los chicos de Iglesias se les cortaría luego las alas.
Podemos, con severas crisis internas y los escándalos procedentes de Venezuela, experimentó un proceso declinante en las encuestas. IU, por contra, apuntaba un leve ascenso, lastrado, sin embargo, por la penosa situación de sus arcas, anegadas de deudas. Iglesias, en esa tesitura, decidió mover ficha, olvidar su actitud prepotente hacia Garzón y lanzarle una fraternal oferta negociadora. Paralelamente, ha mantenido su índice acusador sobre la frente de Sánchez, a quien señala como gran culpable del imposible gobierno de izquierdas.
Consumado el pacto, repartidos los puestos en las listas, la izquierda más radical ya se dispone a dar una batalla frontal en unas generales que, a tan sólo un par de semanas, le aventuraban un resultado anémico. La suma de escaños les es propicia. Así se ve en algunos despachos de Génova, donde consideran que mantener la estrategia de hacer de Podemos el adversario máximo de la campaña es darle vuelo, convertirlo en auténtico protagonista, en juez máximo del escenario post 26-J. “Si Podemos gobierna en España será gracias al PSOE”, apuntaba Iglesias este domingo en La Razón. El PSOE se descompone, de ahí el gesto teatral de Susana Díaz este fin de semana en Móstoles.
Su secretario general recluta a veteranos líderes del felipismo en un desesperado intento de mantener la unidad interna. A este temor de Ferraz a una remontada Podemos-IU se suman ahora algunos dirigentes del PP. Temían en Génova, hasta el último minuto de las negociaciones, un arreglo in extremis que facilitara la formación del 'frente popular'. Iglesias no quiso entonces. Los barones socialistas, tampoco. Ahora temen que las circunstancias estén más maduras. Con un añadido: Rajoy ahora no piensa en ello. Seguirá jugando polarizar la campaña. PP contra Podemos. Una fórmula de riesgo.