La final de la Copa Libertadores de América entre River Plate y Boca Juniors se jugará en España, concretamente en el estadio Santiago Bernabéu, con capacidad para 81.000 espectadores. La decisión parte de un acuerdo acelerado de todas las partes implicadas y obliga a la Policía Nacional a preparar un dispositivo sobre la marcha. Ha arrancado este jueves con una reunión de urgencia en la sede de la Delegación de Gobierno de Madrid. Fuentes presentes en esa cita informan a 'Vozpópuli' que el plan inicial sobre el que trabajan las fuerzas de seguridad es acoger en el campo a ambas aficiones, con una extrema rivalidad entre ellas. Estarán separados por aficionados del Real Madrid, que tendrán preferencia para comprar entradas respecto al público general, siempre según ese primer plan.
La principal preocupación de la Policía Nacional estriba en el número de seguidores que se darán cita en la capital, no sólo de la nutrida colonia de argentinos en España y países del entorno, sino de los que se desplacen desde allí. El principal reto para la seguridad lo marcan las barras bravas de ambos equipos, que es como se denominan allí a los seguidores más radicales con un largo historial de violencia a sus espaldas. Muchos de ellos tienen la prohibición de abandonar su territorio, pero las fuentes policiales dan por hecho que será imposible evitar que lleguen muchos. La colaboración entre las autoridades españolas y sudamericanas será clave en un dispositivo que tendrá que elaborarse a contrarreloj.
Los largos y caros desplazamientos en avión no impiden que estos grupos radicales acompañen a sus equipos. Hay precedentes de sobra. Cada vez que River o Boca han disputado la final de la Copa Intercontinental o el Mundial de clubes en Japón, la barras bravas han estado allí. La presencia de radicales llenando aviones ha sido una realidad incluso en Mundiales para animar a Argentina. Cuentan con fuentes de financiación propia como acredita la operación policial de la semana pasada en casa del jefe de los radicales de River, los Borrachos del Tablón. La Policía registró el domicilio de este individuo llamado Héctor ‘Caverna’ Godoy y encontró 300 entradas y cerca de siete millones de pesos argentinos en metálico (160.000 euros).
Escasez de plazas hoteleras
El partido tendrá lugar el domingo 9 de diciembre a las 20.30. Otra cuestión que la Policía tiene muy presente es el puente de la Constitución, fechas de numerosa afluencia de gente en la capital. Eso ha disminuido la capacidad hotelera para acoger, no sólo a los muchos aficionados que se desplazarán, sino también a todos los efectivos policiales que se movilizarán desde distintos territorios. No hay duda de que el partido será declarado de alto riesgo. Si se usa como referencia la final de la Champions League disputada en 2011 en el mismo escenario entre el Inter de Milán y el Bayern de Munich, un acontecimiento como este exige un despliegue de cerca de 2.000 efectivos.
En términos económicos, responsables de seguridad con experiencia en este tipo de dispositivos cifran en varios cientos de miles de euros el presupuesto previsto sólo para pagar las horas extra en días de festivos para los agentes antidisturbios de la Unidad de Intervención Policial. (UIP) A eso hay que sumarle el precio del combustible para vehículos y la movilización de otros recursos como caballería, helicóptero, la unidad canina, subsuelo...
El Delegado del Gobierno de Madrid, José Manuel Rodríguez Uribes, convocó la reunión tras la llamada de los responsables de la seguridad del Real Madrid, preocupados por la situación. Varios representantes del club blanco acudieron a la cita junto al jefe superior de Policía de Madrid, su 'números dos', expertos en seguridad ciudadana de la propia Delegación, un miembro de la FIFA y otro de la Conmebol, institución que rige el fútbol en Sudamérica y a la postre organizador de la competición.
La Policía pidió tiempo
"Parecía que venían ya con las entradas vendidas", ha advertido sobre estos mandatarios del fútbol internacional uno de los asistentes a la cita. Las autoridades españolas les recordaron la dificultad para organizar un evento de esta envergadura en sólo unos días. A modo de ejemplo destacaron que la final de la Champions League se jugará en el estadio Metropolitano el 1 de junio y ya están trabajando en la seguridad. El Madrid se mostró capaz de acoger el encuentro, también lo hizo la Policía española, pero pidieron un tiempo para analizar la situación en profundidad antes de dar una respuesta definitiva. Horas después fue el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien dio el visto bueno a la celebración del partido.
Se habían barajado varios destinos posibles desde que la Conmebol decidió a principios de esta semana que el partido suspendido no se jugaría en Argentina. Paraguay o Doha (Qatar) fueron algunos de los lugares que se contemplaron. Pero, según informan a este periódico fuentes de la Real Federación Española de Fútbol, este miércoles su presidente, Luis Rubiales, recibió la petición de la FIFA y la Conmebol para que se celebrase en España. Uno de los argumentos principales ha sido la experiencia de las fuerzas de seguridad españolas en organizar este tipo de eventos.
“Una putada”. Entre resignados y sorprendidos reaccionaron los expertos de seguridad ciudadana de la Policía Nacional poco después de que saltase la noticia de que la final maldita de la copa Libertadores de América podría disputarse en Madrid. Los uniformados consultados por ‘Vozpópuli’, bregados en recibir aficiones violentas de todos los países de Europa, afrontaban ayer el reto como un quebradero de cabeza añadido y al mismo tiempo como el mejor ensayo de cara a la final de la Champions League.
10.000 de Boca en un amistoso
“Es la primera vez que recibimos algo de fuera de Europa”, admite una de las fuentes policiales consultadas. En España han jugado muchas veces equipos argentinos o conjuntos sudamericanos, pero siempre amistosos como el disputado este verano entre Boca Juniors y el Barcelona. Pese a tratarse de un encuentro no oficial, se congregaron 10.000 argentinos en la ciudad condal para seguir al equipo 'xeneize'.
En ningún caso se ha planteado que el partido se disputase sin público por lo que el despliegue de seguridad sería obligatorio. El hecho de que puedan asistir ambas aficiones -extremo confirmado por Conmebol- añade un plus de riesgo que, de paso, rompe con el principio de igualdad, algo no menor entre a convulsa rivalidad entre River y Boca. A diferencia de la final de la Champions League, que se decide a partido único en un estadio fijado con un año de antelación, la Libertadores se define a doble partido. La ida se jugó el día 11 en la cancha de Boca sin público de River. La vuelta se iba a celebrar en el estadio de River sin público de Boca. El hecho de que ahora se acepten aficionados de ambos equipos altera ese 'statu quo'.
Boca Juniors exigía a la Conmebol la descalificación de River en respuesta a la agresión sufrido por sus jugadores. A última hora de la noche de este jueves emitió un comunicado en su página web en el que anunciaban que "interpondrán los recursos que correspondieren ante la Cámara de Apelaciones de la Conmebol y, eventualmente, ante el Tribunal Arbitral del Deporte". A esta accidentada final podrían quedarle por tanto más capítulos por escribir.
Servicios de Información
Para medir la situación delicada que tendrá que asumir la Policía Nacional basta recordar que cuando se conoció que la final la disputarían Boca y River, el propio presidente argentino, Mauricio Macri, mostró su deseo de que ambos partidos contasen con aficionados de ambos equipos en las gradas. Fueron los presidentes de los clubes los que rechazaron la idea. Desde el año 2013 no están permitidos los aficionados visitantes en las competiciones argentinas por seguridad.
En este tipo de dispositivos es clave el trabajo previo de los servicios de Información habituados a controlar a los grupos violentos que se mueven en torno al fútbol. En menor medida, la final de la Copa Libertadores ya obligó a estar atentos a los servicios de información de la Brigada Provincial de Información de Madrid ya que la colonia argentina de uno y otro equipo organizaron quedadas y reservaron en locales para ver los dos partidos de la final en la capital de España.
“Los teníamos controlados”, asegura un mando policial a este periódico, que no oculta que una final en el Santiago Bernabéu exige un despliegue propio de una final, incluso con la colocación de dos zonas separadas para cada afición para evitar incidentes en la previa del partido.