Política

La última pirueta de Puigemont: el 'fantasma de Bruselas', rumbo a la Generalitat

No ha ganado las elecciones. Pero podrá ser investido presidente. Carles Puigdemont tiene abiertas las puertas a reeditar el Gobierno catalán de antes del 155. Para ello, deberá volver a España y someterse a la Justicia

  • El expresidente de la Generalitat y candidato de Junts per Catalunya, Carles Puigdemont

Carles Puigdemont ha mantenido su papel de líder máximo del bloque independentista. Contra todo pronóstico, contra los augurios de las encuestas, contra el sentimiento generalizado de una sociedad que se mostraba con enormes ansias de cambio, el 'fantasma de Bruselas', como le conocían en sector del secesionismo, le ha doblado el pulso a Oriol Junqueras, su gran rival, y ha obtenido un resultado que le podría permitir tornar a su despacho de la Plaza de San Jaume.

El resultado de los comicios catalanes han arrojado un resultado sorprendente. No por la victoria de Ciudadanos, una proeza con la que se contaba en buena parte de las encuestas. La gran campanada la ha protagonizado Carles Puigdemont, el expresidente que proclamó la república, huyó a Bélgica, dejó colgado a su pueblo, ha llevado a cabo una campaña electoral estrambótica, sicalíptica y se ha negado a someterse a la acción de la Justicia. Le ha doblado el pulso a Oriol Junquera en la gran batalla por el liderazgo del independentismo

El increíble ego de Puigdemont levantó enormes ronchas en las filas del separatismo. No se habla con Junqueras, tiene a la mitad de su partido, el PDeCAT, en su contra y ha levantado suspicacias en los nacionalistas de la primera era, los del pujolismo. Ha sido la suya una victoria sentimental. Los separatistas se han creído su mensaje de que solo eligiéndole a él se derribaba el 155, se plantaba cara al 'franquismo, el fascismo, el golpismo' que representa a Mariano Rajoy al frente del Estado.

Los soberanistas han optado por respaldar el statu quo de antes de la intervención de la Generalitat. El resultado del 1-O, según su particular predica. No así el de la proclamación de la independencia, asunto que, por ahora, no podrá reactivarse. Puigdemont optó por presentarse como el 'presidente legítimo, elegido por los catalanes', al frente de una plataforma de amiguetes, independientes, personajes alejados de la estructura orgánica de su formación.  

Y le ha funcionado. De nada han valido las amargas noches de cárcel del presidente de ERC, aliñadas con mensajes de amor, sentimientos religiosos y alguna que otra lágrima. Junqueras ha ejecutado una campaña electoral mediocre y triste, con una número dos, Marta Rovira, que evidenció su clamorosa incompetencia.

El manejo de los medios

Puigdemont tuvo a su favor los medios de comunicación públicos de Cataluña, con TV3 y Catalunya Ràdio prácticamente a su servicio. Los ha utilizado a la perfección, con una enorme habilidad en el campo del victimismo y de la confrontación radical con el Estado. Su campaña fue 'presidente o presidente' y, naturalmente, 'contra España', la gran culpable de todos nuestros males. Una fórmula que funciona. Ya se ha visto.

Si fraguan las negociaciones que ahora deberán abrirse, Puigdemont podría contar con el respaldo de la ERC y la CUP, que, aunque sufre un retroceso reseñable, seguirá contando con la llave que otorga o retira mayorías absolutas. Una fotocopia de la situación anterior, salvo el retroceso importante en número de votos y en algún escaño. Para ser investido, Puigdemont deberá retornar a España, donde será detenido, salvo que opte por, voluntariamente, por presentarse ante el Supremo y ponerse a disposición del juez Llanera. Para votar la investidura y, para ser votado, precisa de hacer acto presencial en el 'Parlament'. 

No le queda otra opción, salvo ceder su papel en la investidura a alguna figura de su lista electoral. Algo impensable. "Quiere ser entronizado presidente"

Ha dicho con insistencia durante la campaña, que en el caso de conseguir la victoria, de ser el dirigente mas votado (al menos del bloque secesionista tendría que regresar a España). No le queda otra opción, salvo ceder su papel en la investidura a alguna figura de su lista electoral. Algo impensable. "Quiere ser entronizado presidente, para demostrar su victoria, para restregársela a Rajoy, para humillar a Junqueras, su vicepresidente.

El escenario político nacional se complica en forma drástica. El único consuelo de los demócratas es la victoria de Ciudadanos, que se ha llevado apoyos del PP, pero también ha arañado votos de la antigua CiU. El Parlamento catalán conocerá un cambio notable con la victoria de Arrimadas, que recibe un apoyo político, social y moral de primera magnitud. PP y la CUP, por contra, quizás tengan que integrar el grupo mixto, al no alcanzar los 5 diputados. 

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