Este 2019 se cumplen 120 años del fin del sitio de Baler, el asedio de once meses al que fue sometido un destacamento español por parte de los insurrectos filipinos, en una iglesia a prueba de tifones a 200 kilómetros de Manila.
Pero las conmemoraciones que planea el Ministerio de Defensa no están a la altura de la gesta. Al menos para los descendientes de los conocidos como últimos de Filipinas, que reivindican desde hace tiempo que sus familiares sean reconocidos con la máxima condecoración militar: la Cruz Laureda de San Fernando.
Nietos y bisnietos de varios de los 33 supervivientes de aquel acorralamiento ven cómo el homenaje a sus familiares este año se limita a una serie de iniciativas como una campaña de crowdfunding para poder erigir una estatua del Teniente Martín Cerezo en Madrid. También se contempla una exposición y alguna conferencia.
Campaña de 70.000 €
"Consiguieron una supervivencia que se estudia en los manuales bélicos de West Point como ejemplo de cómo se puede sobrevivir a un asedio", considera Jesús Valbuena, bisnieto del Cabo Quijano. En España, comenta un descendiente del onubense José Jiménez Berro, se ha pasado de puntillas a la hora de hacerles un reconocimiento.
La campaña de micromecenazgo ha sido impulsada por la Fundación Museo del Ejército con la colaboración de la división de Tierra y durará hasta que se reúnan los 70.000 euros necesarios para la financiación de la escultura.
Se ha recurrido a un procedimiento inusual como es el crowdfunding, que tiene antecedentes en la antigua suscripción pública
Si bien el propósito es "dar a conocer la hazaña y resaltar las virtudes militares de los soldados españoles que lucharon en Filipinas", lo cierto es que se ha recurrido a un procedimiento inusual como es el crowdfunding, que tiene antecedentes en la antigua suscripción pública.
En este contexto, el Ministerio de Defensa no contemplaría ninguna partida para la estatua de Saturnino Martín Cerezo, que será esculpida por el escultor Salvador Amaya a partir del boceto del pintor Augusto Ferrer-Dalmau.
La tropa sitiada
A diferencia del resto de integrantes de la fracción de la tropa que estuvo sitiada en aquella iglesia en medio de la nada, el teniente cacereño, junto al Capitán de las Morenas, fallecido durante el asedio, sí fueron recompensados con la Cruz Laureada de San Fernando.
Eran los dos oficiales al mando del destacamento, pero algunos de los descendientes de los últimos de Filipinas han pedido al Ministerio de Defensa en numerosas ocasiones que haya un reconocimiento a todos por defender lo poco que quedaba del otrora imperio español.
La guerra ya había terminado, pero la lejanía y las deplorables circunstancias que les rodeaban con muertos enterrados bajo el suelo donde dormían, no les dejaban convencerse de ello.
La labor del médico del destacamento que mitigó los efectos de la enfermedad del beriberi no ha sido destacada con la mayor condecoración militar
"Nuestro sentimiento común es que falta un reconocimiento a todos. Que todos fuesen condecorados con la Laureada de San Fernando. No es normal que ni siquiera la labor de Rogelio Vigil de Quiñones, el médico y militar que consiguió atenderles en aquellas condiciones, haya sido destacada con esta condecoración militar", explican descendientes de los supervivientes del sitio de Baler.
Otros de los integrantes eran campesinos que no tenían las 2.000 pesetas que se requerían para librarse del servicio militar. "Cada familia ha luchado por que al menos en sus pueblos natales haya alguna placa en las calles, pero no a nivel nacional, algo que no pasaría en otros países", señalan.
El rol de Aguinaldo
Además, piden otro reconocimiento al entonces presidente de la República de Filipinas, el General Emilio Aguinaldo, por haberles dejado libres y por tener "un gesto hacia España sin parangón".
En un decreto fechado el 30 de junio de 1899 este señaló que "aquel puñado de hombres aislados y sin esperanza de auxilio alguno, que habían defendido su bandera por espacio de un año, se habían hecho acreedores a la admiración del mundo por su valor, constancia y heroísmo, realizando una epopeya tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo".
Con esta visión, Aguinaldo ordenó que no fueran considerados como prisioneros, sino como amigos, y que se les facilitara el regreso a España. Por ello, los familiares quieren que el Gobierno español ponga en valor este gesto ahora que se cumplen 120 años del decreto.
Documental con Aute
A la espera de saber en qué fecha se podrá inaugurar finalmente la mencionada estatua del teniente Martín Cerezo, el bisnieto del palentino Jesús García Quijano, Jesús Valbuena, ha lanzado un documental donde los descendientes de los verdaderos integrantes del destacamento recuerdan sus testimonios. Comieron ratas, serpientes y hay quienes aseguran que practicaron canibalismo.
Se trata de 'Los últimos de Filipinas. Regreso a Baler' y se puede ver en la plataforma Vimeo. El trabajo de campo comenzó en 1993 en varias localizaciones de España y Filipinas. Además, la narración corre a cargo del cantautor nacido en Manila Luis Eduardo Aute, que compuso una versión inédita del nostálgico bolero 'Yo te diré'.
Después de regresar a España, los supervivientes jamás volvieron a encontrarse. "Quizá pasaron cosas tan duras que hubo un pacto de silencio", apunta el bisnieto de uno de los militares que optó por el secreto. "¡No son cuentos, esto es Historia!", defendía el Cabo Quijano ante la mirada atónita de sus vecinos del pueblo. Él sí quería contarlo. El problema es que pocos le creían.