Del 'marianismo' no quedan ni los restos. Ana Pastor, por Pontevedra. Pablo Casado sepulta a las figuras más egregias del anterior equipo del PP que aún sobrevivían en su grupo parlamentario. Algunos ya se habían ido, como Celia Villalobos, los hermanos Nadal... Las listas del PP a las elecciones generales del 28-A son el reflejo de la nueva era. El PP de Casado. Una limpia drástica y a fondo. Una revolución interna que afecta a más de la mitad de los cabeza de cartel al Congreso. Era el cambio esperado, la renovación anunciada.
Es la purga esperada. El drástico vuelco. Tan sólo sobreviven dos exministros de la anterior etapa. Isabel García Tejerina, que va a Valladolid y Rafael Catalá, a Cuenca. La primera, de las filas de Cospedal, ha hecho valer su solvencia en asuntos técnicos europeos. Ambos se sumaron al carro de Casado en las primarias. Tejerina era de Cospedal y se integró sin problemas en la nueva etapa. Ninguno de ellos formaba parte del núcleo duro de Rajoy.
Desaparecen figuras notables del 'marianismo'. Un ejemplo expresivo y hasta sorprendente: Fernando Martínez Maíllo, quien fuera el gran coordinador del aparato de Génova, el jefe de la sala de máquinas, el capataz de Rajoy, el único del que en verdad se fiaba, desaparece de las listas de Zamora, su bastión, donde parecía de presencia eterna. Isabel Blanco, actual portavoz del PP en las Cortes castellanas, es la inopinada sustituta.
También se van el exminsitro Juan Ignacio Zoido, sustituido en Sevilla por Teresa Jiménez Becerril, hermana del concejal asesinado por ETA. Se evapora Cristóbal Montoro, ex de Hacienda, y José Luis Ayllón, firme 'sorayista' casi hasta el final. En Valencia se esfuma Elena Bastida y es sustituida por Belén Hoyo, portavoz adjunta en la legislatura finiquitada, amen de leal 'casadista'; en Málaga, la popular Celia Villalobos se fue a casa para ser sustituida por el joven periodista Pablo Montesinos. Vicente Tirado, la mano derecha de Cospedal, la sustituye en el frontis de Toledo.
El nuevo rostro del PP vasco
El fichaje mas llamativo y mediático es el de Cayetana Álvarez de Toledo como cabeza por Barcelona. No habla catalán pero conoce a fondo el corrosivo efecto de un nacionalismo enloquecido y feroz. Un cambio con el que se pasa página a toda una época. En las elecciones de 2016, los primeros puestos por esta demarcación los ocupaban Jorge Fernández Díaz, exministro del Interior; Jorge Moragas, exjefe de Gabinete de Rajoy y ahora en destino diplomático en Manila; Alicia Sánchez Camacho, que estaba en la Mesa del Congreso, y Dolors Montserrat, portavoz del PP en la Cámara Baja, un puesto del que se puede despedir. Montserrat va a dar la batalla por las europeas. Tiene enormes posibilidades, frente a la apuesta de García Magallo, que también pugna por encabezar la lista de Bruselas. Fernández Diaz tiene lugar asegurado en la Eurocámara. Necesita el aforamiento. Su horizonte penal, debido al caso 'Kitchen', es más que inquietante.
Cayetana pudo ir por Madrid. Casado necesita una número dos potente. Pero ha optado por enviarla a Barcelona, para enfrentarse a Inés Arrimadas, de Ciudadanos, la gran estrella naranja, y a Meritxel Batet, del PSOE, cuya figura está en horas bajas. "Cayetana puede con todas", dicen en Génova. Este sábado estará junto a Casado en la presentación de candidatos. Será la única con derecho a discurso.
Otro símbolo de la nueva bancada popular en el Congreso, en el caso de resultar elegida, será Beatriz Fanjul, número uno por Vizcaya en sustitución del veterano Leopoldo Barreda. Fanjul, de 27 años, secretaria general de Nuevas Generaciones en la región, revolucionó al átono y gris PP del País Vasco en una breve intervención de doce minutos el pasado septiembre, en la que habló de la figura de Greogorio Ordóñez desde la reivindicación y la exigencia. Fue un mensaje vivo, sentido, un homenaje vivo al viejo PP, el que desapareció bajo el mandato de Rajoy, el de María San Gil, el de Ordóñez, el de Miguel Ángel Blanco, el de Carlos García, el histórico y tenaz alcalde de Elorrio.
Mujeres (23 de 52, casi un 50 por ciento), juventud, compromiso con un PP que quiere dejar atrás los últimos años del 'marianismo', el que le hizo perder tres millones de votos, el que empujó el fenómeno Vox, hijo directo de Rajoy y Sánchez, el que observó desde la distancia el golpe contra la Constitución en Cataluña.