"Cada uno explica la realidad como la vivió y la mía es esta". Así resumió el comisario Ferrán López sus tres horas y media de declaración en el Tribunal Supremo. Él fue la tercera persona a la que abrazó el exmajor de los Mossos José Luis Trapero después de declarar por primera vez en la Audiencia Nacional. Luego le sujetó el maletín a su todavía jefe mientras recibía la ovación de decenas de compañeros en la sede de la policía autonómica. Pero al mismo tiempo, el comisario Ferran López era también el preferido del Ministerio del Interior, que le encomendó dirigir el cuerpo durante la aplicación del 155, precisamente en sustitución de Trapero.
Sirvan estos dos precedentes para medir la capacidad de equilibrio de un mando que también estuvo aquellos días en el ojo del huracán -llegó a ser apercibido por el Tribunal Constitucional-, pero este martes acudió al Tribunal Supremo en calidad de testigo y no de acusado. Ferran López hizo equilibrios y salió airoso de casi todos los temas por los que fue preguntado sin alterar en ningún momento la imagen de neutralidad que le ha permitido 'sobrevivir' todo este tiempo a los dos relatos del 'procés'.
Se mojó, no rehuyó ninguna cuestión y hasta ofreció novedades como el contenido de la reunión de la cúpula de los Mossos con los dirigentes de la Generalitat a tres días del 1-O. Recordó que el expresidente Carles Puigdemont (fugado en Bélgica) les dijo que, si finalmente había altercados como le advirtieron, entonces declararía la independencia “en ese momento”.
"Altercados, incidentes, problemas"
El Parlament de Cataluña lo hizo semanas después, pero la frase fue un respaldo a la tesis de Fiscalía, que entiende que los acusados se parapetaron en la violencia para llevar a cabo su plan rebelde. Sin embargo, cuando a Ferran López le preguntaron qué comentó en esa misma reunión el exvicepresidente Oriol Junqueras (en el banquillo de los acusados) Ferran López dijo no acordarse. Tampoco dijo recordar si en aquel encuentro usaron la palabra “violencia”, pero en sus explicaciones de este miércoles prefirió emplear otros términos como “desórdenes”, “altercados”, “incidentes” o “problemas”.
Como hizo Trapero, también acusó a su superior político, el exconseller Joaquim Forn, de hacer declaraciones públicas que iban en contra de la postura de los Mossos y que acabaron siendo contraproducentes, pero al mismo tiempo negó que el dirigente independentista se entrometiese en su trabajo o les diese instrucciones para facilitar el referéndum. De este modo salvó al Cuerpo y desligó de la ecuación de la rebelión la instrumentalización de una institución de 16.000 agentes armados. Mantuvo intacto en cambio el ingrediente de la conflictividad social: "este clima de tensión era evidente, se fue generando en una especie de cuenta atrás hasta el 1-O".
A diferencia de Trapero, negó cualquier diferencia personal con el coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos, al que informó incluso del contenido de la reunión en la Generalitat. Pero al mismo tiempo le responsabilizó a él y al Ministerio del fracaso en la respuesta policial del 1-O. Se basó en que Pérez de los Cobos rechazó seguir la jornada en la sede de los Mossos junto a los responsables de Policía y Guardia Civil para facilitar la coordinación y en que la herramienta que dispuso Interior para comunicar incidencias y pedir apoyos dejó de funcionar aquel día.
Los binomios para el referéndum
Admite que su plan para el 1-O el plan era mandar parejas de agentes de seguridad ciudadana a los colegios (“los binomios”), pero que aquello se pactó con el resto de cuerpos actuantes bajo la supervisión de Pérez de los Cobos, nombrado coordinador único. Admitió errores como haber mandado antidisturbios ese día al Camp Nou a un partido sin público, pero se reafirmó en la decisión de no haberlos enviado desde primera hora a los colegios. “La tomaría cien veces más porque era mejor tenerla agrupada”, dijo Ferran López para quien la Brigada Móvil (BRIMO) jugó un papel “nuclear” con un un 70 por ciento de las unidades movilizadas.
Pero el abogado de Joaquim Forn, Javier Melero, se guardaba un as en la manga que amenaza con agitar el tono monocorde en el que ha entrado el juicio en las últimas sesiones, acostumbrado a una sucesión de policías relatando las hostilidades que sufrieron durante el procés. La violencia ha terminado por asumirse en la sala hasta el punto de que ya no es noticia y los abogados de las defensas renuncian incluso a poner en aprietos a los testigos. Al menos hasta que el presidente del tribunal, Manuel Marchena, permita que se exhiban los vídeos.
Melero zanjó su cuestionario pidiendo un careo entre el propio Ferran López y Diego Pérez de los Cobos, la bestia negra de Trapero. Buena parte de la causa en el Tribunal Supremo y en la Audiencia Nacional -donde el exmajor está procesado por rebelión- se basa en el relato del coronel que tachó de “estafa” la actuación de los Mossos en el referéndum. El propio Trapero deslizó en su declaración en el juicio que las diferencias entre ambos ya eran personales.
Un careo clave
Pérez de los Cobos dijo que supo del plan de los binomios previsto por los Mossos en una reunión con la Fiscalía días antes de la consulta. Según la versión del coronel, el fiscal advirtió a Trapero de que aquello parecía el dispositivo de unas elecciones legales. En el Ministerio no volvieron a saber más hasta la misma mañana del referéndum en la que descubrieron que los Mossos mantuvieron esos los binomios. Ferran López lo niega, dice que sí le informaron y ahora Melero quiere saber quién de los dos miente.
Para el abogado de Forn y el resto de las defensas aclarar esto es clave porque su estrategia pasa por demostrar que la violencia del 1-O fue provocada por un dispositivo erróneo e insuficiente coordinado desde Interior. Pero quieren dejar claro que en ese sentido lo que pasó aquel día en Cataluña no es diferente a los disturbios para rodear el Congreso de los Diputados o las revueltas en el barrio burgalés de Gamonal. “Enviaron a los policías al matadero”, llegó a decir Melero en una de sus primeras intervenciones en este juicio.
Marchena no cierra la puerta a este careo pero decidirá sobre ello más adelante cuando se hayan analizado más pruebas. De producirse, Ferran López tendrá que cambiar el perfil de equilibrista para asumir el de árbitro, al menos en lo que respecta a enfrentamiento entre Trapero y Pérez de los Cobos del que se deriva buena parte de la causa.