El esquema mental de Artur Mas para defender el referéndum soberanista parte de una premisa principal: la Constitución ha perdido gran parte de su legitimidad en Cataluña, como a su juicio demuestran las seis grandes movilizaciones en la calle registradas desde 2012 y los resultados de las dos últimas elecciones autonómicas.
Esta premisa, como es lógico, es difícil de digerir por el Gobierno y por la mayoría de los partidos constitucionalistas. De hecho, hace tiempo que ninguno de ellos tenía a Mas como interlocutor para abordar la carpeta catalana. A su inhabilitación y la de otros exaltos cargos de Convergencia se ha sumado ahora la del portavoz parlamentario Francesc Homs, que sí tenía cierta relación con todos los que se han acercado al problema.
Al final, la secuencia de los hechos, ha convertido a Oriol Junqueras en el principal interlocutor con el Gobierno. Poniendo las luces largas, puede que no sea mal negocio, teniendo en cuenta que todas los pronósticos le colocan como próximo presidente de la Generalitat en cuanto se celebren nuevas elecciones.