El opositor venezolano Leopoldo López cumplirá el próximo jueves un año refugiado en la residencia del embajador español en Caracas, Jesús Silva, sin que haya visos de que su situación vaya a cambiar. Eso sí, mantiene la determinación de no abandonar Venezuela hasta que caiga el régimen de Nicolás Maduro.
La asonada civico-militar del 30 de abril del año pasado en Venezuela empezó con la puesta en libertad del propio López de su arresto domiciliario y se prolongó hasta el día siguiente. Ante el fracaso del intento de derribar a Maduro, el líder de Voluntad Popular se refugió con su familia en la vivienda oficial del embajador español, donde quedó en situación de "huésped".
Tras ello, dio una rueda de prensa a las puertas de la residencia, pero luego el Gobierno de Pedro Sánchez le impuso una serie de "limitaciones" a la actividad política ante las quejas de Caracas. Dichas limitaciones se concretaron básicamente en dos prohibiciones: por un lado, no dar más ruedas de prensa y por el otro, no celebrar reuniones de tipo político en el interior de la residencia.
Ello no fue impedimento para que López viese unas semanas más tarde a Juan Guaidó y otros dirigentes de la oposición venezolana en la vivienda oficial de Silva ya que estos habían sido invitados por el propio embajador español. Pero aquel encuentro enfadó al Gobierno de Maduro y desde entonces se guardan las formas.
Lo que sí ha podido hacer López en este año ha sido comunicarse por Internet o teléfono con quien ha querido. No ha tenido ninguna limitación o restricción para ello. Así, ha podido utilizar los medios informáticos y telefónicos puestos a disposición del embajador.
Hace más de un año, por ejemplo, el Gobierno adquirió una veintena de walkie-talkies de alto nivel de seguridad con sistema de encriptación de la marca Motorola para la embajada española en Caracas. Cada dispositivo de alta gama cuesta alrededor de 500 euros, IVA incluido, pero de poco sirve si el otro interlocutor no tiene otro de estos aparatos.
Pese a estas facilidades, López es consciente de que sus llamadas telefónicas están 'pinchadas' por el Gobierno de Maduro. “En Venezuela nadie sabe quién está oyendo cuando uno habla. Lo que es seguro es que hay más de un oyente”, asegura a Vozpópuli su padre, el eurodiputado Leopoldo López (PP).
Aunque la residencia del embajador está rodeada de policías, al estar en territorio español, es distinto. Hay una protección que el propio subconsciente te deja tranquilo"
"Está muy animado, muy activo, hablando por teléfono, por Internet. Tiene libertades coartadas ya que no puede tener una actividad pública, pero desde su teléfono y su ordenador hace lo que puede. Está muy al tanto de lo que ocurre", prosigue su progenitor, al que el Gobierno de Rajoy concedió la nacionalidad española y que vive ahora en Madrid el confinamiento por el coronavirus como cualquier ciudadano.
"Está más tranquilo que cuando estaba en su casa en arresto domiciliario. Aunque la residencia del embajador está rodeada de policías, al estar en territorio español, es distinto. Hay una protección que el propio subconsciente te deja tranquilo", continúa Leopoldo padre. El acoso de las fuerzas policiales del régimen venezolano consiste en identificar los vehículos y a las personas que se acercan a la vivienda oficial.
El opositor venezolano se lleva "muy bien" con el embajador Silva, con el que tiene una "buena interlocución" y un trato "estupendo". Metódico con los horarios, se ejercita a diario con los agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional que están destinados en la residencia.
Cuenta, además, con un pequeño apartamento, con habitación y baño propio a su disposición, así como la posibilidad de hacerse él mismo la comida, por lo que dentro de la vivienda lleva "una vida completamente independiente" de la que tiene el embajador.
Las acusaciones de Maduro
López apenas ha podido verbalizar de forma pública sus pensamientos. A principios de abril publicó una tribuna en El País en la que defendió un Gobierno de unidad con la presencia de todos los sectores de la sociedad venezolana e, incluso, de militares. Previamente, Maduro acusó a finales de marzo al dirigente opositor de estar utilizando la embajada española para "conspirar" con el propósito de derrocarlo.
"Maduro y Cabello dicen que Guaidó es un títere de Leopoldo para disminuir la figura de Guaidó y le culpan de dirigir casi todas las iniciativas que empieza la oposición", asegura Leopoldo padre, quien subraya que su hijo no se arrepiente de haber dirigido junto al presidente de la Asamblea Nacional el levantamiento de hace año, aunque sí que ha analizado con detalle qué es lo que falló.
"Se dio cuenta que había muchos traidores y mucha falsedad en la gente que supuestamente les iba a acompañar. Unos le traicionaron y otros se fueron a EEUU", dice refiriéndose al director del Sebin, Christopher Figuera.
"La traición es una de las enseñanzas dura que te llevan a la frustración más que a otra cosa", subraya el ahora eurodiputado popular. "El movimiento demostró las fracturas que había dentro del régimen y los intereses que tenían algunos a vivir en EEUU o Europa y que ahora le tienen pánico a las sanciones".
Leopoldo padre incide en que la asonada de hace un año fue un "movimiento mucho más amplio" de lo que se vio ya que iba desde el Tribunal Supremo a la inteligencia militar de las Fuerzas Armadas. "Tenía que haber sido pacífica para pedir la salida de un régimen y comenzar una transición. Lamentablemente, no se dio, pero no se planteaba otra cosa", insiste.
Oportunidades para huir
Su mujer, Lilian Tintori, y su hija pequeña salieron del país unos meses más tarde de incógnito y se instalaron en Madrid junto a sus dos otros hijos y los padres de López. Previamente le habían retirado el pasaporte venezolano y sobre ella pesa aún la prohibición de salida de su país, por lo que ahora sólo viaja con documentación italiana. En caso de retornar a Caracas, sería detenida de inmediato.
El líder opositor no se plantea salir de Venezuela en ninguna circunstancia. "Oportunidades ha tenido muchas, por supuesto", reconoce su padre. Entre tanto, habla todos los días con sus tres hijos, con los que conversa y reza antes de que los pequeños se vayan a dormir. Con el confinamiento por la Covid-19, López ha intentado suplir con clases a distancia la falta de colegio de sus vástagos. "Al menos, tienen una presencia de su padre a diario", concluye Leopoldo padre.